Stan despierta en medio de un planeta desértico sin recordar nada más que el rostro de su esposa, quien fue raptada por un pirata y ahora él junto a su compañera deberá emprender un viaje para salvarla.
Encontrándose en el camino enemigos que se creía que eran simples mitos de la Tierra, y algunos pocos aliados.
¿Podra salvar a su esposa? ¿podra sobrevivir a su propia odisea?
NovelToon tiene autorización de Powder34 para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capitulo #19: La Decisión
Desperté en unos arbustos con Roxy en mis brazos, mi cuerpo ardía por el intenso dolor de la caída. Aunque había actuado a tiempo, pude salvar a Roxy del impacto, usando mi cuerpo como colchón.
—¡Capitán! ¡Capitán!
Escuchaba la voz de Euríloco a lo lejos, me alegraba que estuviera bien. Al parecer el que tuvo el peor golpe había sido yo, no estaba realmente tan herido. Sólo algunos huesos rotos y un fuerte dolor de cabeza.
—¿Se encuentra bien?
—S-sí, solo necesito un poco de ayuda para levantarme
—Jaja, si que es difícil de matar, capitán
—Jaja, es algo que me dicen mucho
Con ayuda de Euríloco me levanté con Roxy en mis brazos. Ella estaba inconsciente debido al impacto, la nave, por otro lado, como era de esperarse había quedado destrozada por otro dios. Era frustrante pero no podía llorar, no ahora, así que dejé a mi compañera en un arbusto junto a Hermes para irme a explorar la isla con la tripulación.
—Capitán, ¿seguro que se encuentra bien?
—Sí, estoy bien, solo necesito comer algo
—Así que usted también está hambriento
—Solo espero y encontremos comida cuánto antes
Caminamos por días, semanas incluso meses por el bosque en busca de animales, pero no encontramos ninguno. El hambre poco a poco comenzó a debilitarnos, y hacerse más y más presente.
—¿Todavía nada? —pregunté temblando y con la boca seca—.
—No, Capitán —respondieron apartando la mirada mientras temblaban de hambre—.
Creíamos que moriríamos de hambre al menos hasta que llegamos a una orilla del mar donde estaban un par de vacas blancas, con ojos dorados como el sol. También en la orilla había un barco abandonado.
—¡Por fin! ¡Hay que matarlas! Y… —detuve a Euríloco antes de que cometiera una tontería contra esas vacas— ¿Capitán? ¿Qué hace?
—¡No!, esas vacas no hay que tocarlas, por favor
—Pero… Capitán, tenemos que comer
—Lo sé, solo por favor confía en… —Euríloco me empujó— ¡Euríloco!
—¿Qué confíe en usted? ¡¡Usted mató a seis de los nuestros para cruzar al Inframundo!!
—¡¡Lo hice para salvarnos!!
—¡¿Salvarnos?! ¡¿De quién?!
—¡¡Euríloco!! ¡No lo hagas! ¡Nos condenaras a todos!
—¿Qué nos voy a condenar? —se acercó a mí para mirarme molesto—. Usted nos condenó al desconfiar de nosotros antes de entrar al inframundo
—Por favor, no lo hagas —traté de impedir que lo hiciera pero me apartó con un puñetazo que me tiró al suelo—. Euríloco, por favor…
—Usted mato a todos esos hombres ¡¿Cómo siquiera puedo confiar en usted?!
—Euríloco… No…
—Usted ya no es nuestro, capitán
Todos aquellos soldados que alguna vez me miraban con respeto y admiración, ahora me miraban con desprecio, con deslealtad. Intenté detenerlos pero mis heridas me lo impidieron, me quedé en el suelo a causa del intenso dolor de mis huesos rotos.
—No… Euríloco… ¡No lo hagan! —dije en un grito ahogado—.
No pude hacer nada más que ver cómo los hombres a mi cargo se condenaban a sí mismos derramando la sangre de una de esas vacas. Hambrientos llevaron la carne de la vaca dentro del barco en busca de algo con que cocinarla, sin darse cuenta de la tormenta que se aproximaba.
—No… Chicos…
Cuando pude levantarme corrí al interior del barco para tratar de pararlo, no obstante fue demasiado tarde. La tormenta tomó el barco para alejarlo de tierra firme, nos llevó hacia el corazón de la tormenta donde se encontraba el rey de los dioses esperándonos.
—Mierda —murmuré al ver los relámpagos en el cielo—.
—Capitán, ¿Qué hace aquí? —se quejó uno de los tripulantes—.
—¿Qué fue lo que hizo esta vez? —añadió otro—
—¿Qué está pasando? —preguntó otro—.
—Les dije que no, no debían matarla
La ardilla mascota de Roxy salió de mi bolsillo de un salto para correr hacia la proa. Esa pequeña ardilla estalló al ser alcanzada por un rayo. Su pelaje se transformó en una túnica y su silueta se alargó hasta transformarse en un gigantesco e imponente hombre que reinaba encima de los demás dioses.
—Stan, ¿no es verdad? Tú eres el capitán y ellos son tu tropa
—S-sí, es verdad, Zeus
—Se les advirtió que no deberían tocar la propiedad de un dios y aún así, ¡Lo hicieron!, pero tranquilo lo vi todo, ellos te traicionaron
—Debe haber una forma de compensarlo
—Oh, claro que la hay, Mortal. Cómo su capitán, te dejaré elegir: ¿cargarás toda la culpa como su capitán? ¿O dejarás a tu tropa morir por desobedecer tus órdenes?
—Capitán… —dijo Euríloco mientras me miraba con una mirada llena de arrepentimiento—.
—Elige, vamos mortal —un relámpago frente a nosotros para hacer aparecer a Zeus con la forma de mi esposa—. ¿Acaso no quieres verme? —extendió su mano hacia mí—. Has peleado tanto por mí, que es momento vengas conmigo, escoge vivir para reunirte conmigo, amor mío
Me quedé quieto frente a Zeus, no sabía que decidir, mi responsabilidad como capitán y su líder o actuar con egoísmo para poder volver a ver a Flor. Era sacrificar las vidas de aquellos compañeros que me acompañaron por 2 años o sacrificar una vida feliz con mi esposa. No podía elegir…
—¡N-No lo haga! ¡¿Está loco?!
—¡Sí! ¡Nos matará!
—¡¡Capitán!!
—¡¡Por favor!!
—Capitán… —volteé a verlo—. Lo siento
Antes de que pudiera responder, Euríloco me empujó para que tomara una decisión. En el aire tomé la mano de Zeus sin querer, lo que para él fue suficiente para lanzar todo su poder contra todos mis compañeros.
—Capitán, por favor, sálvala por mí —se despidió entre lágrimas antes de ser borrado por el rayo de Zeus—
—¡Euríloco! —grité entre lágrimas antes de que el rayo de Zeus me lanzara al mar—.
Lo único que escuché después fue el retumbar del rayo que había destrozado todo. Todo se tornó oscuro, y frío, había caído en lo profundo del mar. Creía que iba a morir, que el sacrificio de mi amigo había sido en vano. No obstante, la voz de una mujer me despertó.
—¿Hola? —preguntó picando mi mejilla con una rama— ¿Hola? ¿Oye, sigues con vida?
—¿Qué? ¿Roxy? —pregunté aturdido mientras me levantaba—.
—Estuviste dormido por días y no dejabas de hablar de Flor, también de Euríloco, pero dime, ¿estás bien?
—¿Dónde estoy?
—Estás en mi isla natal Stan —traté de agarrar mi espada pero para mí sorpresa estaba en ropa interior, toda mi ropa había desaparecido—. Jaja, tuve que quitarla para sanar todas tus heridas, pero ya que te has despertado —emocionada se puso de pie—. ¡Bienvenido al paraíso de la gran Calypso!
—¿Qué? ¿Calypso? Espera… tú eres…
—Sí —se abrazó a sí misma como si le avergonzara su pasado—. Algún día viví aquí, antes de que papá me rescatara y me llevará a Elfer para vivir como la legítima princesa
—Espera... ¿cómo fue que llegaste aquí?
—Hermes... —respondió con un suspiro—.