Eloíse, una mujer hermosa de cabello negro, ojos profundos, grises como un día nuboso, corazón noble, pero con una vida miserable, al morir su madre, Eloíse es obligada a casarse a la mayoría de edad por su madrastra Karelin, la cual no soporta tenerla bajo su mismo techo, sus dos hermanastras se casan con el hombre de sus sueños, pero Eloíse debe casarse sin amor y sin recibir un cortejo como toda dama de la alta sociedad debería de recibirlo. Karelin se dedicó a buscar por todos lados al hombre con menos prestigio y malo del reino, sus amistades le aconsejaron cual sería el indicado, el duque Ciro, un hombre descrito como salvaje, malo y de poco prestigio por ser un heredero bastardo, el cual es buena opción para Eloíse, según karelin.
NovelToon tiene autorización de Sharon Güillen para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 19 Visitas
Eloíse
Hace dos días que no salgo de mi habitación, estoy realmente molesta, pero... ¿Por qué debo estarlo? Es solo por qué me gusta el duque, realmente me gusta he imaginarlo con otra...me provoca muchos celos.
Así que hoy debo poner en práctica lo que me dijo Rosita.
Me pongo un vestido ajustado, el cual resalta mi busto, no sé por qué le molesta que use vestidos así, pero hoy usaré uno para que me vea.
Trato de ponerme lo más hermosa posible, acomodo mi vestido y estoy lista, no tiene mangas, es un poco atrevido, pero muchas usan este tipo de vestido, es coqueto y elegante.
Bajo las gradas, hoy me siento más hermosa de lo normal, sonrió con satisfacción, pero... Un sirviente me espera a mi encuentro.
— ¡Duquesa, la buscan!
— ¿Quién me busca?
— Es su padre.
— ¡Mi padre, que emoción!
— Si alteza, la espera en el gran salón.
— Muchas gracias, digo corriendo hacia el gran salón.
Abro las puertas y corro a su encuentro.
— ¡Que alegre verte de nuevo!
— Mi preciosa, mírate... Toda una mujer, me da una vuelta.
— ¿Cuándo regresaste?
— Hace un par de días, pero que maleducado soy, no vengo solo, el príncipe Tomás viene conmigo.
Señala hacia la ventana dónde se encuentra el príncipe y este camina hacia mí.
— ¡Pero que gusto conocer a la hija del Emperador, es usted muy hermosa! Habla Tomás besando mi mano.
— El gusto es mío príncipe.
Creo que a todos les gusta ver el busto, ya que este príncipe me ve rápidamente, no sabía que tendría visita, es por eso que escogí este atuendo.
— ¿Y tu esposo? Pregunta mi padre.
— ¡Es una lástima que esté casada! Habla el príncipe. ¡Con todo el respeto que merece su padre!
Yo no sé que decir, así que simplemente sonrió.
— ¡No te preocupes Tomás, la belleza de mi hija es de admirar!
— ¡No sé dónde se encuentra él...! no termino de hablar cuando escucho...
— ¡Buenas tardes!
Ciro, pienso y volteo a verlo, Trae una camisa azul, pantalones de montar caballo, la camisa abierta la cual deja ver su pecho esculpido. Su mirada se cruza con la mía y me siento intimidada al instante.
— ¡Duque Ciro!
— Emperador.
No voltea a ver al príncipe.
— Yo soy el príncipe Tomás de...
Lo ignora por completo, pasando de largo.
— Es un gusto tenerlo por acá Emperador y cuénteme, que lo trae por acá.
Dice Ciro tomando asiento y viéndome de pies a cabeza, pero lo hace lentamente que me siento tan nerviosa.
— ¿A caso no puedo visitar a mi hija?
— ¡Claro que sí, pero nos hubiera gustado saber de su visita para preparar algo digno para mi suegro!
Mi padre no lo ve bien y... Dijo suegro, Ciro le dijo suegro a mi padre.
— Es un gusto conocerlo Duque. Habla el príncipe.
— Un gusto que puedas conocerme. Responde Ciro con altivez.
El príncipe lo ve mal, pero a Ciro no le importa.
— Eh... Padre ¿se quedarán a cenar? Pregunto tratando de cambiar el tema.
— Claro que si, no te he visto por mucho tiempo y deseo pasar tiempo contigo.
— ¡Claro que es bienvenido Emperador, pediré que preparen una habitación cómoda para usted! Responde Ciro.
— El príncipe también se quedará, nos iremos en tres días, así aprovecharemos para conocer tus tierras. Habla mi padre.
Al parecer a Ciro no le gustó que el príncipe se quedara.
— Claro, veremos dónde acomodamos al príncipe.
Se pone de pie y me ve nuevamente.
— Muchas gracias Duque por recibirme, habla nuevamente el príncipe. Ciro desvía su mirada hacia el príncipe y luego vuelve a verme.
Se encamina a mí y me sujeta de la cintura, lo cual hace que de un pequeño brinco.
— Mi esposa y yo les mostraremos el palacio.
Voltea a verme nuevamente y desvía su mirada hacia mis pechos, luego me ve fijamente.
¡Acaba de decir esposa!
— Finge lo que somos. Lo dice solo para los dos, ya después volvemos a nuestros mismos papeles.
Mi padre tose con incomodidad y el príncipe solo evita vernos.
— ¿Les gustaría ir al jardín? Pregunto, pero por dentro estoy más nerviosa que nunca.
— ¡Por supuesto duquesa! Responde el príncipe.
Caminamos al jardín.
— ¡Ciro y cuéntame, que se siente de pasar a ser un bastardo despreciado, a ser un bastardo respetado!
— ¿Qué siente Emperador que su hija esté casada con un bastardo?
Mi padre se lo come con los ojos.
— Padre... Lo reprendo.
— Es solo una pregunta. Se defiende mi padre.
— Soy un bastardo y no cualquier bastardo, tampoco me ofende que me lo digan.
— Bien por ti. Habla mi padre.
— Me disculpo, debo ir a mi cuarto.
Todos asienten y me marcho a mi habitación, no sé cómo haré para que estos días no sean incómodos.
Ingreso al sanitario, después me veo al espejo y acomodo mi vestido.
Salgo encaminandome a la salida y arreglando el listón que traigo en la cintura, cuando…
— ¿Es acaso que no comprendiste lo que te dije? Pregunta Ciro asustandome.
— ¿De qué hablas?
Me toma de la cintura.
— ¿Es acaso que no te das cuenta del escote?
— ¡No le veo nada malo!
— ¿Es acaso que no viste como te miraba el mentado príncipe?
— Yo...
Se acerca más a mí.
— He estado advirtiéndote de este tipo de escotes... Porqué... provocas imaginaciones, no imaginaciones sanas.
Abro los ojos como platos.
— ¿Qué tipo de imaginaciones?
— ¿En serio quieres que te diga que pasa por mi mente?
La respiración se me atora, el pecho sube y baja rápidamente.
— ¿Estás nerviosa?
— Yo... Claro que no.
— ¿Entonces por qué tu pecho sube y baja desesperadamente? Dice observando mi pecho.
Este hombre sabe intimidarme, su mirada se encuentra con la mía.
— Yo...
— Dime, Eloíse... ¿Qué pasa por tu mente? Su mano comienza a recorrer mi hombro, este tipo de escote hace que imagine muchas cosas y si sigues así...no podre contenerme.
— ¿Ah... Ah que te refieres?
— Me refiero ah...se me acerca al oído, puedo hacerte muchas cosas de las cuales me pueda arrepentir, pero que me puedan gustar, como por ejemplo...
— Ciro, escuchó la voz de mi suegra y mi hechizo se desvanece.
Ciro se recompone y es como si todo se haya esfumado rápidamente en él.
— Fingiremos ser la pareja casada que tu padre cree, pero no te acostumbres, que todo volverá hacer como antes, ahora ponte otro atuendo, que esto llama mucho la atención.
Me ve serio, aunque su mirada transmita intimidación, me gusta, su mirada es... Profunda.
Sale de la habitación y trato de recomponerme, no me quitaré el vestido, así que salgo, bajo las gradas y veo a Ciro con su madre.
— ¿A caso no han escuchado el rumor? Dice molesta.
Ciro respira y solamente está la espera de lo que su madre dirá.
— Me fui para que se conocieran, para que estuvieran solos, pero... Ahora resulta que en el pueblo de Grosti corre el rumor que los duques aún no consumen su matrimonio, dicen que el duque no desea a su esposa.
Observo al duque de reojo, pero no dice nada, ni mucho menos me voltea a ver.
— ¿Cómo es que esto pudo pasar? Habla la madre de Ciro.
A mi mente viene lo que hable con la sirvienta, pero Rosita no sería capaz.
— Del palacio no salen usualmente chismes, solo que eres un amargado, pero no cosas íntimas.
— Reúne a todos los sirvientes, averiguaremos ¿Quién corrió ese rumor? Habla Ciro.
El corazón me late fuerte, ya que por mi culpa esto sé salio de control.
A ponerse las pilas porque después viene otro y la conquista