Diferentes II

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Los días habían pasado...

Y Jessica seguía sin conseguir trabajo, mientras tomaba un batido de chocolate mientras iba de vuelta a su casa antes de llegar, puede ver a su novio, frente a su casa y corre un poco para alcanzarla con una sonrisa nerviosa — Que bueno que te encuentro, preciosa — dijo para darle un beso rápido en los labios — te conseguí un trabajo pero tienes que venir conmigo, ¡Ya!, la entrevista es hoy — dijo él.

En realidad no tenían un relación formal, y tampoco quería llegar a ese punto, pero ahora no sabe que hacer, cree que lo mejor es darse una oportunidad con alguien que si lo quiere y ese era Óscar, los problemas, eran su jodido lobo y su corazón.

Se subió al auto de él y llegaron a una gran mansión, ¿Y alzó la ceja?, si es para ser terapeuta personal, el trabajo trae el doble de dinero, nada mal.

— Me llamas para venir a buscarte, el chico en la entrada dile que vienes por el puesto de terapeuta personal, te llevará con el mayordomo — dijo él antes de lanzarle un beso y irse en el auto.

Reaccionando, tenía sus papeles del currículum consigo en su bolso debido a que ha estado todo el día buscando trabajo.

Habló con él guardia de la entrada y este enseguida llamó al mayordomo, es allí que le abren las rejas de la mansión — pase conmigo, le daré las indicaciones.

Le pareció raro, ¿Porque no hablaba con el jefe personalmente?, ¿Acaso es el que necesita de sus servicios?.

Una vez entran a una oficina el hombre la invita a sentarse en uno de los muebles y el se sienta frente a ella una vez Jessica se sienta, ella se presenta y enseña su currículum y luego el lo hace:— Soy Albert, estoy encargado de la casa mientras uno de mis jefes no está, la esposa del alfa de la casa está en unos viajes de negocios que pueden tardar mucho, y mientras no está necesita que su esposo discapacitado esté en buenas manos, la pregun aquí es, ¿Que está dispuesta a hacer por dinero?.

Esa pregunta la sorprendió en gran manera, ¿Que era lo que le iba a pedir?,¿Matar al pobre hombre con discapacidad?, tragó grueso de solo pensar eso y luego dice:— Lo que sea — aunque en realidad no, pero necesitaba ver que podría hacer por el hombre.

— Se que su ética como doctora es lo más valioso, pero esto no va a salir de aquí, solo queremos que altere unos tratamientos médicos, nada grave, que tienen que ver con el señor de la casa — dijo de forma tranquila — la paga es considerable.

Claro que no lo haría, haría todo lo contrario, así le trayera problemas, solo quería ayudar a ese hombre — ¿Que le pasó?.

— Hace cuatro años tuvo un accidente que lo dejó en estado vegetativo, y hace un tiempo empezó a mover su muñeca y mano derecha, pero nada más, lo cuál nos indicaron los doctores que si contrataban a una buena terapeuta, podría recuperar la movilidad y el habla en poco tiempo, pero su esposa quiere que sea atrasada su recuperación hasta que pueda solucionar unos asuntos — dijo el hombre.

Eran unas personas terribles, ¿Cómo podrían hacerle eso a un ser humano?.

— Acepto, pero la paga debe ser muy buena, esto podría costarme mi trabajo — dijo ella, aunque en realidad no haría lo que piden, todo lo contrario.

— Entonces le mostraré al joven — dijo y ella asiente.

Ambos van al piso de arriba y tras pasar unos pasillos, entraron a una habitación y pudo ver una silla de ruedas y en ella estaba un hombre que miraba por el ventanal que daba con el jardín trasero y al ver la puerta fué abierta, con su silla de ruedas eléctrica, movió los botones que estaban cerca de la única mano que puede mover y giró la silla dejando ver quien era.

Y al ambos reconocerse el uno al otro pusieron sus caras llenas de asombro — El es el señor Antony Hwang, señor Hwang , ella será su nueva terapeuta, la señorita Jessica Meneses.

Entonces la dichosa esposa era, Sharon Wild, esa prepotente estúpida.

Pero si todo era verdad de su parálisis, ese día que le preguntó, no le había dicho nada era ¿Porque no podía hablar?, ¿Porque lo se asesoró bien?,¿Dejó que su lazo se rompiera por su lejanía por algo tonto?.

Ya era demasiado tarde para arrepentirse, pero estaba a tiempo de arreglarlos.

—¿Me das un momento a solas con su jefe?, no voy a tardar, lo prometo — dijo ella tratando de mantener la compostura.

Albert le resta importancia y sale, una vez sale se acerca al hombre de pulcro traje color negro en la silla y limpia las lágrimas que empezaron a salir, le susurra con su voz quebrada y con sus ojos aguados — No llores, no llores, ya entendí, no te preocupes, no lo hagas que me harás preocupar y llorar a mi, lo que hará que se de cuenta que nos conocemos.

Y mirando la mano recordó que movía sus dedos — Sacaré mi celular y quiero que me escribas lo que necesites de mi ahora.

Sacó su celular e hizo click en la app de notas y puso su celular cerca de su mano para que escribiera con los únicos dedos que puede mover.

"Ayúdame, perdóname, quiero decir más" fué lo que logró escribir rápidamente con sus lágrimas nublado su vista, su corazón se quebró al ver eso.

— Volveré, no te preocupes, voy a ayudarte en tu recuperación, pero será nuestro secreto — dijo limpiando sus lágrimas y luego besa su frente — No dejaré que se salgan con la suya de nuevo, no otra vez.

La puerta es abierta es tocada y luego abre el hombre — ¿Listo?.

— Si — ella sale planeando un gran discurso en su cabeza.

— Estaba examinando su físico, pero para hacerlo a profundidad debí traer mis instrumentos médicos, pero lo que pude deducir, que podremos retrasar su recuperación dos años más — MENTIRA, MENTIRA Y MENTIRA, y si se lo creyó, era una muy buena mentirosa, no le gustaba mentira pero en este momento era muy crucial, NO LE ESTABA GUSTANDO PARA NADA ESTOS JUEGOS DE IMPROVISAR QUE A LA LUNA SE LE OCURRE CON LOS SERES CAMBIA FORMAS, pero ya que, debía aguantarse.

— Eso es una buena noticia, se lo diré a mi jefa, ¿Podría empezar mañana desde las ocho a estar a su cuidado?, lo que sucede es que la prensa se ha enterado de su salud y para calmar las malas lenguas desde estar mínimo unas diez horas en la casa, ya le dije, se le será recompensado — dijo el hombre a lo que ella más convencida ahora.

— Por supuesto que acepto — dijo sin titubear — todo sea por la plata.

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