Luigui Cardona hijo adoptivo de Cardona el encargado de la mafia Italiana.
Enamorado de Emma Greco Alvarez una de las hijas menores de Giacomo Greco y Soledad Alvarez .
Emma es la menor de las trillizas y es la última de los hijos de esta familia .
Es la más parecida en la forma de ser a Soledad pero tiene la fuerza , fortaleza de Giacomo.
Enamorada de Luigui en la cual le declara su amor a él siendo rechazada , eso le rompe el corazón a la pequeña Emma , pero no le impide después de cinco años aprovechar la situación y obligarlo a casarse con él así cumpliendo las palabras que le dijo ese día.
Luigui aceptará ese gran amor que siente por Emma desde el primer día en que la conoció .
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CAPITULO 8
Luigui cambio de destino en vez de ir a su apartamento llegó a la bodega, el olor a humedad y sangre impregnado por todo el lugar. El sonido de unas cadenas crujiendo en la penumbra era lo único que rompía el silencio. Un goteo lento y constante caía desde el techo, cada gota resonando como un eco sombrío en aquel espacio de tortura.
Colgado de las muñecas, con la piel marcada por cicatrices y heridas recientes, un hombre de aspecto esquelético respiraba con dificultad. Su barba, que no había sido afeitada en ocho años, cubría parte de su rostro demacrado, mientras sus ojos hundidos y apagados reflejaban la agonía de una tortura interminable. El hedor a carne podrida impregna el aire. Sus labios secos y agrietados temblaban, sin fuerzas para articular palabra, pero aun así, con lo poco que le quedaba de vida, logró susurrar:
—Por favor... déjame morir...
Su voz era un hilo quebrado por el sufrimiento. Las lágrimas se mezclaban con la sangre seca en sus mejillas. Ya no tenía fuerzas ni para levantar la cabeza. Su cuerpo pendía inerte, apenas sostenido por las cadenas que mordían su carne.
La puerta se abrió de golpe, dejando entrar un haz de luz que iluminó la silueta de un hombre alto, de presencia imponente. Su traje oscuro impecable contrastaba con la suciedad del lugar, pero en su mirada fría se desataba una tormenta de emociones. Su mandíbula estaba tensa, y sus pasos resonaron con fuerza sobre el suelo de cemento mientras avanzaba hasta quedar frente al prisionero.
No había compasión en su expresión. Solo un vacío implacable y un dolor en todo su ser.
Felipe alzó la vista con el poco aliento que le quedaba y encontró esos ojos llenos de odio que lo habían perseguido durante tantos años. Sabía que no había clemencia en Luigui. Ya se lo había demostrado con el paso del tiempo, con cada tortura, con cada noche de sufrimiento.
—Luigui... mátame de una vez... ya no aguanto más —susurró con la voz rota por tanto dolor, las lágrimas cayeron sin control, pero no eran de miedo, sino de resignación. Veía la muerte como su única salida y su propia salvación.
Luigui ladeó la cabeza y soltó una carcajada amarga.
—¿Matarte? ¿Y darte la paz que tanto ansías? —su tono estaba cargado de ironía—. No, Felipe. No después de todo lo que hiciste.
Los ojos de Felipe se nublaron. Su respiración era entrecortada, cada inhalación era como tragar cristales rotos.
—Yo... lo siento...
Luigui apretó los puños con tanta fuerza que los nudillos se le pusieron blancos.
—¿Lo sientes? —repitió con desprecio—. Mataste a mi hermana... la única persona que me importaba en este mundo. ¿Y ahora pretendes que te crea que lo sientes?
Se inclinó, acercando su rostro al de Felipe, sintiendo su aliento caliente y apestoso a muerte.
—Ahora soporta lo que a mí se me dé la gana de hacer contigo.
Felipe cerró los ojos, esperando el golpe.
Pero Luigui no lo golpeó de inmediato. Su mente estaba nublada por otra imagen, una que no tenía nada que ver con Felipe ni con su hermana. La imagen de Emma, de la mujer que amaba, sonriendo y a punto de besarse con otro hombre.
Y no era él.
Sintió que el mundo entero se burlaba de él. Todo en su vida era una burla, estaba todo patas arriba.
La rabia explotó dentro de su pecho como un incendio voraz. Sin pensarlo más, descargó el primer golpe. Su puño impactó el rostro de Felipe con una brutalidad feroz. El sonido del cráneo contra los nudillos resonó en la bodega. Felipe gimió, pero no gritó.
Luigui golpeó otra vez. Y otra.
Los nudillos comenzaron a abrirse, la piel cediendo bajo la violencia de sus golpes, pero no se detuvo.
—¡¿Sabes lo que se siente perderlo todo, maldito bastardo?!
Cada palabra iba acompañada de otro golpe.
—¡¿Sabes lo que se siente que te arrebaten lo único que te queda?!
Los labios de Felipe se abrieron en un intento de respuesta, pero solo un burbujeo de sangre que emergió de su boca.
Dos horas.
Dos horas descargando toda la rabia que sentía.
Felipe ya no gritaba. Solo gemía débilmente. Su cuerpo parecía el de un muñeco roto. Sus huesos estaban quebrados, su piel hinchada y amoratada, su respiración era apenas perceptible.
Luigui respiraba con dificultad. Su pecho subía y bajaba con fuerza.
Fue entonces cuando escuchó una voz.
—Hermano... lo rompiste por dentro.
Luigui parpadeó, como si regresara de un trance.
Franco estaba ahí, de pie, observándolo con cautela. Su mano se posó en el hombro de Luigui, intentando apaciguar la tormenta en su interior.
—Ya es suficiente.
Luigui se quedó en silencio. Miró a Felipe, colgando como un cadáver, pero aún con vida.
Entonces, sacó su arma.
Sin dudarlo, le disparó en la frente.
El eco del disparo retumbó en la bodega.
Felipe dejó de moverse.
Y la vida se le apagó en sus ojos.
Luigui guardó el arma con la misma naturalidad con la que alguien guardaría las llaves en su bolsillo. Sin una palabra más, se encaminó hacia la salida.
Franco suspiró, pero lo siguió.
—Luigui, tienes una hora para llegar a la obra de tu ahijada.
Luigui no se detuvo, tampoco miró hacia atrás.
—Lo sé —respondió con un tono relajado.
Luigui miró su reloj con impaciencia y mal humor entonces camino hasta su auto..
—No puedo llegar tarde al teatro —susurro sin quitar su mirada de la calle, si no llegó a tiempo el berrinche que me hará hoy será enorme y hoy no estoy de humor para soportarlo.
Franco soltó una leve risa.—Eres su padrino, ¿qué esperabas?—bromeó.
Luigui solo bufó y subió al auto, —nos vemos en una hora en el teatro voy a darme un baño, me cambio y salgo directo para el evento.
—Está bien amigo, nos vemos allá primero me encargo de desaparecer el cadáver de Felipe —contestó Franco con una sonrisa burlona.
—Deja de burlarte de mi carajo—gritó Luigui arrancando el auto un poco irritado.
— Cómo puedes desestabilizarme con una sola foto enana—susurro apretando el volante un poco más duro, no estoy dispuesto a perderte Emma te amo, pero no es el tiempo de estar juntos por ahora ...
Continuara ...
Ojalá Rebeca y Josephe se den una oportunidad porque el está babeando 🤤🤤🤤 por ella.
Gracias 😌 querida escritora por actualizar 😌 sigamos apoyando con me gusta publicidad comentarios y regalos ☺️