Elizabeth es una mujer de veinte años con condiciones de vida precarias, luchando por sugir en una sociedad empeñada a darle la cara difícil de la moneda, trabaja y estudia en la universidad, tiene ua familia numerosa, su madre y sus hermanos, su padre los abandono cuando eran pequeños, por ende su madre siempre fue su apoyo.
Las cosas comienzan a ponerse mas difíciles para Elizabeth cuando una tarde normal de su dia a dia es secuestrada por unos traficantes, luego es llevada a una gran subasta realizada solo para los grandes magnates de la alta sociedad, con ella siendo la pieza principal de dicho evento. Su comprador resulta ser un hombre alto, de cuerpo fornido, quien promete liberarla luego de que esta le pague el costo de su compra con intereses incluidos, mientras el será su dueño.
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CAPITULO 13
La junta directiva estaba causando un gran dolor de cabeza en Frederick, tratar con todos y cada uno de los asuntos de las empresas es agotador, devorar una gran cantidad de información, conocer la situación, estudiar las posibilidades y crear un plan para actuar, para cada una de ellas. Ya casi terminaban cuando recibió un mensaje de los guardias de Elizabeth, que decía: “Señor, la señora Samanta está aquí, pensé que querría saberlo”.
- ¡¿Qué?! – grito en plena junta\, todos hicieron silencio y voltearon a verlo – Disculpen\, prosigan – “¿qué está haciendo?” responde el mensaje.
- señor\, ¿todo está bien? – le dice uno de los hombres\, al notar que Frederick estaba distraído.
- Si\, prosigan – le dice subiendo la mirada para verlo\, suena de nuevo el teléfono\, otro mensaje: “Está hablando con la señora Elizabeth” - ¡Mierda! – todos voltearon a verlo de nuevo – lo siento\, prosigue- trataba de disimular y mantenerse en calma\, solo debía estar allí un poco más.
- Señor\, tiene una comida con los de AP industries – le dice su secretaria al verlo salir de la junta apresurado - ¡señor! – lo persigue al ver al hombre correr hacia el ascensor – espere\, por favor – lo alcanzo frente a la puerta – señor\, su agenda – le dice nerviosa – todavía queda mucho en su agenda del día.
- cancela todo lo que tenga – le dice mientras sube al ascensor
- ¿Disculpe? – le dice confundida
- Necesito resolver un problema de plagas en mi departamento – marca el botón del estacionamiento.
- ¡Puedo llamar al exterminador! – le dice apresurada\, pero ya la puerta se había cerrado.
Llego rápido al coche, subió, saco su teléfono y llamo al guardia - ¿Qué está haciendo Samanta? – le pregunta mientras enciende el auto.
- Pidió que les sirvieran un refrigerio, en este momento se encuentra charlando con la señora Elizabeth – le responde
- Sacala de allí, no la quiero cerca de Elizabeth – le dice, ya se encontraba manejando
- Pero señor, no puedo hacer eso – En la mafia, Samanta representaba una gran figura de respeto, su abuelo ya muerto, era el antiguo jefe. Los padres de Samanta habían muerto cuando apenas tenía dos años, fue criada por su abuelo. El anciano no tenía más hijos, solo el padre de Samanta quien falleció junto a su esposa, es por eso que la mano derecha del jefe y de quien el viejo esperaba un matrimonio con su nieta, le fue dado el mando al este fallecer.
- Mierda – sabía que no lo harían, por respeto al viejo – ya voy en camino, vigila que no le diga nada extraño - cuelga
- Si señor – aunque no sabía cómo podría evitar que la señora Samanta hablara algo indebido, tampoco quería llevarle mucho la contraria al jefe.
- Dios, por favor, ciérrale la boca a esa mujer – acelera, necesitaba llegar lo más rápido posible.
- Jefe, la señora Samanta está en su departamento – le dice uno de sus hombres al verlo entrar al edificio.
- Lo sé – le responde – el guardia de arriba ya me puso al tanto – sube en el ascensor, camino rápido por el pasillo hasta llegar a su puerta, abrió rapido.
- Señor – le dice el guardia
- ¿Y? – le dice para que le informe de los movimientos de la mujer allí.
- Todo tranquilo – le responde, aunque no sabía en realidad, que tipo de platica estaba teniendo la señora Samanta con la señora Elizabeth.
- ¡Frederick, cariño – le dice Samanta saludándolo con la mano – estábamos hablando justamente de ti – ríe.
- Ah, si – mira al guardia, nervioso desvió la mirada de su jefe – al parecer no estaba tan tranquilo – le dice en voz baja, mientras se acerca a las mujeres sentadas en el sofá - ¿Qué haces aquí Samanta? – le pregunta parado frente a ella.
- ¿No puedo venir a visitarte? – lo mira de forma desafiante
- Fuiste en la mañana a la oficina, creo ya contaba como visita, ¿qué haces aquí?
- Bueno, admito que quería conocer a Elizabeth- le dice mirando a la mujer que estaba sorprendida – es el chisme de todos los rincones, la mujer que Frederick Rutterford compro en la subasta – sonríe – algo muy extraño para todos, ya que tú nunca habías participado en ese tipo de eventos, además, se dice que la mantienes vigilada las veinticuatro horas del día – ríe – ni el tesoro de un pirata ha estado más cuidado que esta chica, obviamente iba a querer conocerla – mira a Elizabeth.
- Y tú quieres ser quien confirme los chismes, ¿no es así? – le dice Frederick
- Obviamente cariño, no hay nada que atraiga más clientela que el manejo de información – ríe – y sabes que siempre busco de complacer a mi clientela - Elizabeth no sabía que decir, además, aun no había hablado con Frederick desde el problema en la mañana, no sabía cómo mirarlo – sin duda si belleza es innegable, es una pena que quieras tenerla solo para ti – toma la mano de Elizabeth - ¿quieres trabajar en el club?, serias famosa entre los clientes, harías dinero rápidamente – le sonríe
- ¡Suelta! – le quita la mano de Elizabeth tomándola – Deja de molestar Samanta, no estoy para tus juegos el día de hoy.
- No son juegos, sabes que no bromeo cuando se trata del negocio – se miran de forma desafiante, se podían ver las chispas entre ellos.
- Lo siento – dice Elizabeth interrumpiendo el enfrentamiento de miradas y supremacía del Samanta y Frederick – yo no creo que pueda – Samanta parecía una buena persona, algo excéntrica, pero la plática con ella había sido entretenida, tenía tiempo que no entablaba una conversación con alguien.
- ¿de verdad? – le dice Samanta - prometo tratarte mejor de lo que lo hace esté bruto barbaján – señala a Frederick
- ¿Qué dijiste? – dice Frederick frunciendo el ceño – además Elizabeth no va a hacer esos trabajos – estaba hecho una furia.
- Eres idiota, obviamente la tendré de promotora – le dice- ¿Cómo podría poner un rostro tan inocente en las habitaciones?
- ¿Promotora? – Frederick le había dicho que solo podía vender su cuerpo allí.
- Si, veras mi niña, en un club nocturno lo importante es hacer que un cliente gaste la mayor cantidad de dinero – le comienza a explicar Samanta – no importa si te vendes o si puedes lograr que deje todo su dinero en tragos, lo importante es que consuman algo de allí.
- Oh, ya entendí
- ¡Deja de meter esa idea en su cabeza! - le dice Frederick a Samanta, quien se estaba divirtiendo viendo al hombre hecho una furia.
- Pareces un padre controlador, dejala tranquila – le dice
- Ustedes parecen muy buenos amigos – dice Elizabeth sonriendo, era la primera vez que veía al hombre comportarse como un niño, parecía más relajado de lo usual.
- Estas equivocada – le dice Frederick – esta solo es una carga que me dejo su abuelo.
- Y tú eres un simple recogido – siempre era de esa forma cuando trataban sus diferencias – No voy a permitir que me quites el buen humor que tenía en mi platica con Elizabeth – voltea hacia la mujer – ya tengo que irme querida, si no, el macho alfa este, me puede saltar para atacar – Elizabeth ríe al ver la expresión de Frederick y Samanta – toma, si necesitas algo o quieres salir de estas cuatro paredes, llamame – le entrega una tarjeta
- Gracias – le sonríe y la toma
- Elizabeth no ira contigo a ninguna parte – le dice Frederick – solo le enseñarías cosas malas.
- Eso no lo decides tú, Elizabeth puede decidir por sí sola – se levanta y camina hacia Frederick – si quieres ganártela comienza entendiéndola – le dice en voz baja.
- No te he pedido consejos – le dice con voz firme, Samanta se voltea hacia Elizabeth y le sonríe
- Ya me voy, vendré a verte luego ratoncita enjaulada – Elizabeth se despide agitando su mano y Samanta se marcha.
- Lamento si te dijo algo indebido – le dice Frederick luego de que la mujer se marcho
- No – sonríe y mira la tarjeta – me agrado mucho, tenía tiempo sin platicar, me agrado – ríe, en todo ese tiempo era la primera vez que Frederick la veía sonreír.
- Vas a necesitar un teléfono – le dice
- ¿Qué? – levanta la mirada hacia el hombre
- Samanta te dijo que estuvieran en contacto – le dice – vas a necesitar un teléfono para eso – saca su teléfono y llama a su chofer – necesito que consigas un teléfono, ya sabes las especificaciones que necesito – cuelga – más tardar en la noche lo tendrás – le dice a Elizabeth.
- ¿de verdad? – le dice emocionada
- Si – su expresión era seria – te informo que tendrá rastreador, así que procura tenerlo contigo siempre – afloja su mirada – de esa forma evitaremos accidentes.
- Está bien, Gracias – sonríe, Frederick no podía dejar de ver esa enorme sonrisa.
- ¿Te pone feliz algo tan pequeño? – sonríe.
