Leonardo es un joven y atractivo CEO que no cree en el amor, ni en el matrimonio. Ama su libertad y su licenciosa vida y así es muy feliz, pero una cláusula dejada en el testamento por su padre antes de morir, lo obliga a casarse en el plazo de un año para obtener su herencia. Dispuesto a no perderla, a Leonardo se le ocurre una brillante idea. Le ordena a su secretaria publicar un anuncio buscando una hermosa mujer que finja ser su esposa por dos años. No ha sido nada fácil la elección, las que responden el anuncio no son de su agrado. Pero entonces un día se presenta en la empresa una bellísima y sensual mujer buscando empleo. Cuando Leonardo la vió no dudó ni por un instante en elegirla. ¡No busquen más! Ella será mi futura esposa. ¿Aceptará Anya casarse con este playboy? ¿Y si se casan, se convertirá este falso matrimonio en UN AMOR DE VERDAD?
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CAPÍTULO 9.
Se llegó el día. Anya esta allí frente al enorme y majestuoso edificio empresarial. Observa los grandes ventanales que permiten visualizar la estructura de la planta baja. Todo es moderno, lujoso y elegante.
A esta hora de la mañana ya hay mucho movimiento, personas entran y salen como si caminaran en cámara rápida. A lo lejos divisa a Emilia. A su alrededor hay varias personas. Ella como siempre, impecable habla con alguien por teléfono.
Se acerca a la recepción y le hace una sonrisa. Emilia se la devuelve y con un gesto le pide un momento para atenderla. Anya gira su mirada hacia los lados, quizás asegurándose de que el CEO Leonardo no esté cerca.
Teme ese primer encuentro. ¿Cómo reaccionará él? Y ¿Cómo reaccionará ella? Anya confía en que puede desarrollar su trabajo satisfactoriamente, sin que la presencia de ese atractivo hombre la afecte demasiado. ¿ Pero será así?
Se empieza a mentalizar. Ella no ha hecho nada malo. Ante su absurda propuesta ella respondió como debía ser. No tiene por qué sentir vergüenza ni incomodidad. Además, ella está aquí porque su hoja de vida habló de su capacidad intelectual, no por otra cosa.
Para quien va a trabajar es para el sr Diego y hasta donde le han contado, es un hombre casado, justo, serio y bastante responsable.
Por otra parte, también recuerda que Tina le dijo que el sr Leonardo es un caballero y excelente profesional, una persona confiable. Bueno, suficientes razones para mirar de manera positiva esta oportunidad de oro, se repetía así misma convenciéndose de que había tomado la mejor decisión y había que aprovecharla.
—Anya buenos días. —La saluda Emilia. Qué bueno verte por acá. Me alegro que hayas aceptado trabajar para el sr Diego. Será un gusto tenerte como compañera de trabajo.
—Gracias Emilia. Yo también me alegro de estar aquí. Esta oportunidad te la debo a ti. Daré lo mejor de mí para que nadie tenga queja.
—Estoy segura que será así. Toma, ponte esta insignia en tu pecho. Allí está escrito tu nombre y el departamento para el cual vas a trabajar. Ve al sexto piso, preguntas por el sr Sergio.
—Él es el directivo de recursos humanos. Es quien tomará tus datos y te registrará como empleada de esta empresa. Bienvenida Anya. Luego vas al séptimo piso. Tina te indicará donde está la oficina del sr Diego. Ellos aún no han llegado.
Anya se despidió de Emilia y se dirigió ilusionada hacia el ascensor y mientras lo esperaba no dejaba de ver la entrada al edificio. Ese encuentro con Leonardo la preocupaba, estaba intranquila.
Ya en el sexto piso se dirigió a la oficina de personal en busca del sr Sergio. ¡Dios! Parece que en esta empresa solo trabajan modelos. Este ejemplar se ve que no sale de un gimnasio.
—Buenos días. ¿Sr Sergio?
—Sí soy yo. Y tú ¿quién eres preciosa?
—Mi nombre es Anya, seré la nueva asistente del sr Diego. Emilia me dijo de venir a entregarle mis datos personales.
—¡Ah! Estoy sorprendido. Nadie me informó que Gladys se había retirado. La vi el viernes y realmente no sabía nada, pero me gusta el cambio. —Siéntate preciosa mientras hago un par de llamadas.
Mientras hacía las llamadas, Sergio no dejó de mirarla con lascivia. Sus ojos iban de arriba abajo con descaro. Esto incomodó a Anya, sentía que la desnudaba con la mirada, pero ella se mantuvo serena e indiferente.
Recordó las palabras de su querido Joseph. “Estarás rodeada de muchos hombres todo el día y ellos de seguro querrán conquistarte”.
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Luego de comunicarse con Tina, Sergio se sentó en su escritorio y empezó a registrar los datos de Anya.
—Perfecto. Bienvenida Anya. —Extendió sus dos manos y apretó con fuerza la mano de Anya. Me da mucho gusto saber que tendremos una compañera tan hermosa y competente como tú.
—Estaré siempre disponible para lo que se te ofrezca. ¿Qué tal si para celebrar almorzamos hoy juntos? Hay un restaurante italiano acá a media cuadra que es una delicia. ¿Qué me dices?
—Anya se levantó de la silla. —Sr Sergio, usted es muy amable, gracias. Quizás otro día podamos almorzar juntos. Hoy creo que no se va a poder. Aún no he hablado con el sr Diego, y no sé a qué hora puedo salir. ¿Es todo? ¿ Me puedo retirar?
—Sí, si, es todo preciosa. Bienvenida, recuerda que estaré aquí para lo que se te ofrezca.
—Gracias, muy amable. —Anya salió rápidamente de esa oficina. ¡Tipo fastidioso! ¡Qué miradera! Se cree que está muy bueno. Bueno, lo está, pero por favor tanta cursilería y apenas me conoce. Ufff hombres.
Con más vigor que al llegar, Anya salió del ascensor en el séptimo piso. Respiró profundo y con seguridad se dirigió directamente a la oficina de Tina. No pasó inadvertida, tanto hombres como mujeres se quedaron fijamente observándola.
Robaba miradas con su manera de andar y con esa hermosa y dulce sonrisa que brindaba a todos a su paso. Al pasar por la oficina de Leonardo vio que la puerta estaba entre abierta. Escuchó voces por lo cual aligeró el paso tratando de no ser vista.
—Buenos días Tina, permiso. ¿Puedo pasar?
—Pasa Anya. ¿Todo bien con Sergio?
—Sí, si, todo bien. ¿Llegó el sr Diego?
—Sí. En este momento está en la oficina del sr Leonardo. Cuando finalice su saludo mañanero viene por ti. Gladys también lo está esperando, ella te va a dar algunas indicaciones y luego se va a descansar a su casa.
—Ok, gracias.
Mientras Tina hablaba por teléfono, Anya se acercó a los hermosos ventanales que permitían a los rayos solares iluminar la oficina. Era una bella mañana.
Qué hermosa vista desde este lugar. Espectaculares y modernos rascacielos circundaban el espacio. En las calles carros iban y venían respetando las luces de los semáforos.
Desde esta altura la gente parecía hormiguitas que no se detenían. El bullicio no se sentía, quizás a lo lejos sonaba la sirena de una ambulancia.
Estaba tan absorta en sus pensamientos que no escuchó cuando dos imponentes hombres entraron a la oficina y se acercaron a ella.
—¿No es una hermosa vista Diego?
—Sí duda Leonardo. Con ese fin fueron remodelados esos ventanales.
Anya se giró inmediatamente al escuchar “Leonardo”.
El primero en acercarse a saludar 🖐️ a Anya fue Diego. Estiró su mano —Encantado de conocerte Anya, soy Diego Salvatierra.
—Mu.. Mucho gusto sr Diego. Estaba un poco distraída, nos los escuché entrar. Soy Anya.
Era el turno de Leonardo. Se acercó con una sensual y seductora sonrisa. Estiró su mano —Hola Anya, ¿me recuerdas? 😂 Soy el idiota, pervertido y loco sin oficio que te entrevistó el otro día.
—Ehhh… por favor sr Leonardo olvide lo que le dije ese día. Yo le expliqué por qué le dije eso, lo lamento. No debí expresarme así.
—No te preocupes. Ya lo olvidé. Lo importante es que ahora vas a trabajar con nosotros. Me da mucho gusto, bienvenida.
—Gracias, gracias por la oportunidad. Espero no defraudar su confianza.
—No lo ponemos en duda Anya. —Dijo Diego dándole una palmadita en su hombro. Ven, vamos a mi oficina, allí nos espera Gladys. Te pondremos al día rápidamente. Hay mucho trabajo por estos días. Hablamos más tarde Leonardo.
Anya lo siguió sin mirar atrás. Sabía que Leonardo la estaba mirando y eso le aflojaba un poco las piernas, pero se esforzó para que ninguno se diera cuenta.
—Buen comienzo sr Leonardo. —Dijo Tina con cara de malvada, una vez que ellos salieron de la oficina.
—Tina, ella me fascina. Cuando entré y la vi de espalda mirando hacia la calle, quise correr y aprisionarla entre mis brazos, llenarla de besos y… ¿pero qué te estoy diciendo?
—Sí me escuchara Diego me diría que parezco un adolescente, o un niño con juguete nuevo. Y así me siento. No entiendo por qué ella causa ese efecto en mi.
—Sabes Tina, días antes de morir, mis padres me contaron que ellos, desde el primer momento en que se conocieron se amaron y fueron felices. Desde ese instante en que sus ojos se cruzaron por primera vez, supieron que iban a ser el uno para el otro y que iban a estar juntos toda la vida, incluso hasta la muerte.
—Y ellos querían eso para mi. UN AMOR DE VERDAD. Yo no lo creía posible cuando ellos me lo decían, aún lo dudo. Pero, desde la primera vez que vi a Anya algo dentro de mi empezó a cambiar.
Beh! No me hagas caso Tina. Ni yo mismo me entiendo. Ha sido tanta la insistencia de que me debo casar que voy a terminar loco. Me voy a trabajar. Te espero en mi oficina para revisar la agenda.
—De acuerdo sr Leonardo. —Sr Leonardo, ¿le puedo decir algo sin que se moleste conmigo?
—Dime...
—Me temo que usted se está enamorando y aún no se ha dado cuenta. Nunca lo escuché expresarse así de alguna de las tantas mujeres que se han cruzado por su vida. Y si eso es así, le advierto que no le va a quedar tan fácil conquistar a Anya: Tiene competencia.
—¿Competencia? ¿Quién?
— Sergio. Él quedó enamorado esta mañana de Anya cuando ella fue a su oficina. Hace rato me llamó para contarme lo fascinado que quedó. Hasta la invitó a almorzar pero ella lo rechazó.
—Pero ¿Cómo se atreve ese idiota? ¡Apenas la conoció hoy!
—Bueno, él también tiene su corazoncito y es como usted, anda picando por todas partes donde se lo permiten.
—Entonces habrá que advertirle que Anya es intocable.—dijo frunciendo el ceño.
—Otra cosa sr Leonardo, en la que seguramente usted quizás no ha pensado, y ¿si ella tiene novio? ¿usted le preguntó eso el primer día?
—No le pregunté, pero si lo tiene que se vaya despidiendo de él. Ella será mi esposa, por lo menos durante dos años.