Un corazón tan marchito y podrido solo existía en el cuerpo de Teresa Novac. Emperatriz malvada que odia y humilla a su propio hijo. Sin embargo, el alma de una borracha poseé a ese personaje cruel. Dando se cuenta que el corazón de esta emperatriz es oscuro y perverso
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capitulo 13: Marlene.
Días después. Constantine recibió una carta muy peculiar. Un sobre sencillo y sin ninguna firma. Si no tenía un remitente él podía abrirla para leer su contenido y darlo a la persona que le corresponde, si a la emperatriz o al emperador.
Sin embargo, Constantine se indigna al leer semejante palabras.
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“no llevas ni una semana y estás fastidiando. No puedo romper ésto al menos de que el emperador lo decida."
Constantine se encamina al despacho del emperador y le entrega dicha carta. Él, al igual que el sirviente queda con un rostro con emociones ligadas; molestia, fastidio y ahogo.
— Constantine... Lamento pedirte esto. Pero podrías responderlo por mí. No tengo ganas ni tiempo para Tania.
— haré mi mejor trabajo. Lo escribiré para que jamás le moleste. Aunque use la excusa del niño, es notorio que quiere saber de usted.
— pensé que era imaginación mía. Tania siempre a sido muy servicial conmigo. Le he dicho que no era su función pero seguía igual. Era un fastidio alejarla.
— ¿Por qué la dejó aún en el puesto de Nana, majestad? sí era un fastidio, debió despedirla.
— porque hice un trato al principio, después de entrevistarla, creí que era una buena opción para el niño y lo fue, pero no para mí. Él la quiere, no puedo despedirla, ya que él la extrañará. Pero...
— pero...
— Gael apenas nota la ausencia de Tania. Teresa se encarga del niño ahora. Lo acompaña para dormir y le canta canciones. Se duerme más rápido. Es agradable ver que el poco tiempo que se llevan, están muy bien.
— entiendo. Entonces, muy pronto la mugros-, perdón, la Nana del príncipe dejará de serlo ¿No?
— sí.
— haré lo que me pidió con gusto. Esa carta será muy detallada para que no lo moleste más.— el sirviente se alegró mucho con la noticia.
— Constantine. Gracias por tu leal servicio. Se que tu casa ha servido a la familia imperial por generaciones. Entiendo que un simple gracias no compensará todo lo que has hecho...
— majestad... Está bien, me gusta mi trabajo y lo hago con gusto. Además, hay cosas que le dan diversión a esto, por ejemplo, Tania.
Howard se ríe, y le comenta que le dará lo que se merece. Constantine acepta y se marcha. Luego de estar en su habitación, el albino comenzó con la pluma y el papel.
— esto lo haré con toda la sinceridad de mi alma.
La carta que escribió Tania describía la preocupación sobre el niño y con algunas palabras disimulada también muestra su preocupación por el emperador. Constantine sintió tanto repudio que con todo el gusto de su corazón le escribió de manera cortante que no era necesario su angustia, que el príncipe está bien cuidado por su madre, la emperatriz. Para que así no volviera a molestar a su majestad.
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No era un problema para Teresa atender al príncipe. Al contrario, le gustaba mucho. Amaba pasar el mayor tiempo con él. Pues su alegría era contagiosa. Ella con gusto le cantaba los pollitos dicen, y de vez en cuando, Howard estaba escondido para escucharlo y repetir los versos.
Así, Gael ya no preguntaba tanto por Tania. No iba a negar que la extrañaba un poco, pero no era para que él le pidiera a su padre de que volviera.
Con el paso de los días. Un nuevo dolor de cabeza llega para Constantine. Marlene, la joven modista que llega con sus maletas para mudar su trabajo al palacio. La emperatriz le concedió el permiso para que ella se quedara y trabajará cómodamente. Sin embargo, el fiel sirviente recuerda que la marquesa es sumamente imperativa, y que lo agota laboralmente.
— buenas días. Lindo mayordomo.— mencionó Marlene al frente de Constantine.
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— señora. Ya son las doces del medio día y no soy mayordomo.
— y yo no estoy casada. Así que puede llamarme Marlene.
— no. Marquesa es lo más apropiado. Mis reglas de ética no me lo permite. Sígame. Su excelencia la está esperando.
Paso tras paso, Marlene veía los recuadros de Teresa. Aquella emperatriz infundía miedo, prepotencia y maldad. No obstante, al conocerla, era como si viviera a otra persona. Pero esos pensamientos se disuelven una vez que Constantine le pide que entre al despacho de Teresa. En eso, un niño albino los recibe, siendo este Gael.
— adelante. Madre lo estaba esperando.
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Teresa sube su rostro, ella estaba sumergida en los papeles. Falta algunas semanas para el aniversario del imperio y la verdad es que es mucho trabajo. Gael estaba aquí para acompañarla, y ser como él se autonombró, secretario.
— Marlene. Bienvenida. Puede ir dejando tus cosas en la habitación. En esa recámara tiene un dormitorio. Constantine te guiará.
— le agradezco mucho está oportunidad. Le prometo que no le fallaré en su nuevo vestuario.
Teresa aprobó sus palabras y le dió permiso para que se fuera. Constantine fue su guía hasta su habitación principal. Marlene se sorprendió de ver lo amplio que es. Un espacio elegantemente decorado que refleja el lujo y la sofisticación. Las paredes están revestidas con un tapiz bordado, lleno de motivos florales y dorados. Un gran ventanal, cubierto con pesadas cortinas de terciopelo, que deja entrar la luz natural, iluminando la habitación con un suave resplandor.
En el centro, se encuentra una amplia mesa de trabajo de madera oscura, adornada con herramientas de costura, tijeras de plata, hilos de seda en una paleta de colores vibrantes, y patrones de tela cuidadosamente organizados. A un lado, una serie de maniquíes de madera.
— su excelencia encargó que está habitación estuviera preparada para usted, a su llegada. Por eso ya está todo preparado para su trabajo.
— no encuentro las palabras para agradecerle a su majestad por esta oportunidad... Bien, empezaré ahora.
— aún falta que mostrarle.
Constantine la llevó a una habitación adyacente, el dormitorio de Marlene era igual de tan amplia como el pequeño taller de costura. La habitación, aunque íntima, refleja el estilo y la creatividad de su ocupante, creando un espacio donde la imaginación y el descanso coexisten en perfecta armonía.
— sus cosas serán traídas de inmediato, marquesa.
— gracias por ayudarme. Te daré algo lindo por tu dedicación.
— no será necesario, gracias.— respondió de manera cortés y rápido.
Después de que las pertenecía de Marlene estaban en el cuarto, ella se encerró en su mundo para comenzar así su arduo trabajo. Constantine solo suspiro aliviado. Se nota que no lo molestará por un rato y espera que así sea.
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Muchas gracias por leer. No olviden dejar su preciado me gusta en el capítulo 💕
Posdata; estoy en actividades académica por eso no he podido subir seguido, pero le prometo que no esperarán mucho para las siguientes actualizaciones. Gracias!!!