En la ciudad de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, una serie de desapariciones misteriosas aterra a la comunidad. A pesar de los esfuerzos de la policía local, las víctimas desaparecen sin dejar rastro. Héctor Ramírez, un detective experimentado, es llamado para investigar. Mientras avanza en su pesquisa, descubre que las desapariciones están conectadas por una serie de pistas inquietantes que parecen ir más allá de lo criminal. Atrapado en un misterio que desafía su comprensión, Héctor se enfrenta a fuerzas que no pueden ser explicadas por la lógica. A medida que el caso avanza, la atmósfera de la ciudad, cargada de historia y superstición, se convierte en un campo de juego para lo sobrenatural.
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15 de Abril 2024
Bitácora del Inspector Héctor Ramírez
Hoy fue un día diferente. Después de mucho deliberar, la policía decidió hacer público el caso. Aunque temíamos que esta decisión atrajera especulaciones y teorías sin fundamento, estábamos desesperados por cualquier pista que pudiera ayudarnos a avanzar en la investigación.
Por la mañana, organizamos una conferencia de prensa para informar al público sobre la conexión entre las desapariciones y la lista encontrada. No mencionamos detalles sensibles, como las marcas en los cuerpos o la frase en latín, pero revelamos los nombres que aparecían en el cuaderno.
—Estamos trabajando arduamente para localizar a Julia Martínez y entender la relación entre estos casos. Pedimos a la ciudadanía que, si tienen información, se acerquen a las autoridades —dije ante las cámaras, mientras sentía el peso de los ojos de todos los presentes.
Por la tarde, mientras revisábamos los reportes que comenzaban a llegar, un hombre se presentó en la estación. Parecía un ciudadano común, tal como los cientos que habían empezado a comunicarse con nosotros, pero algo en su presencia capturó mi atención.
Se presentó como Aurelio Morales, un mecánico local. Vestía una camisa de cuadros sencilla y botas gastadas que hablaban de largas horas de trabajo. En su expresión había una mezcla de curiosidad y seriedad.
—Escuché sobre las desapariciones y pensé que podría serles de utilidad. Mi padre era practicante de ciertas… creencias, digamos. Crecí viendo cosas que otros podrían considerar fuera de lo común, y aunque nunca me involucré, sé reconocer patrones cuando los veo —dijo con calma, como si quisiera adelantarse a cualquier malentendido sobre sus intenciones.
Aurelio mencionó que el símbolo encontrado en el pecho de Mariana y la frase “Mox Perveniet” tenían posibles connotaciones rituales. Según él, aunque no podía asegurar nada, ese tipo de marcas solían estar asociadas con ceremonias de poder o sacrificios en algunas prácticas esotéricas antiguas.
—Es como si alguien estuviera tratando de abrir un camino o establecer un vínculo entre planos. Claro, es solo una suposición, pero lo he visto antes en libros que mi padre solía estudiar —explicó mientras trazaba un dibujo improvisado de una estrella en un trozo de papel.
Aunque sus palabras parecían extraídas de un relato fantástico, no podía ignorar que sus descripciones encajaban inquietantemente con los pocos indicios que teníamos. Sin embargo, mantuve una postura escéptica.
—Agradecemos tu disposición, señor Morales. Toda información puede ser útil en este punto. ¿Podría dejarnos tus datos para contactarte si necesitamos más detalles?
Aurelio asintió, dejando un número de teléfono. Antes de irse, miró el símbolo dibujado en el papel una última vez y murmuró algo casi inaudible:
—Si esto es lo que creo que es, no tienen mucho tiempo.
Cuando regresé a mi oficina, Clara estaba revisando las respuestas al anuncio público. Muchas eran irrelevantes, pero algunas ofrecían pistas que valía la pena investigar. Aún así, la conversación con Aurelio no salía de mi mente.
—¿Qué opinas de él? —preguntó Clara, notando mi expresión pensativa.
—No lo sé. Suena genuino, pero también parece saber más de lo que dice. No podemos descartarlo ni tomarlo demasiado en serio por ahora.
Clara asintió, aunque su preocupación era evidente.
Mientras cerraba el día, revisé los nombres restantes en la lista. Julia aún estaba desaparecida, y las probabilidades de encontrarla disminuían con cada hora que pasaba. Los nombres de Ernesto López, Carolina Vélez y Andrés Castillo parecían estar cargados de un peso invisible, como si fueran advertencias de algo peor por venir.
¿Qué conexión guardaban estas personas entre sí? ¿Y qué papel jugaría Aurelio Morales en todo esto?