Siempre nos hemos preguntado qué sucede después de la muerte. No sé qué le ocurre a los demás, pero para mí fue una oportunidad única: regresar y hacer justicia. Mi muerte no fue un accidente; alguien acabó con mi vida, y ahora he vuelto para descubrir la verdad detrás de ese secreto. He regresado para reclamar lo que es mío y para enfrentar a aquellos que me hicieron daño.
¿Lograré cumplir con mi misión? Acompáñame en esta emocionante historia y descubramos juntos lo que el más allá tiene reservado
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Capitulo VIII Despertar a su nueva vida
Elena abrió los ojos lentamente, sintiendo una extraña ligereza en su cuerpo. El sol se filtraba a través de las cortinas, iluminando la habitación donde se encontraba. El olor a desinfectante y cloro se coló por sus fosas nasales, haciéndola reaccionar. Se sentó en la cama; su mente era un torbellino de confusión y miedo. Miró sus manos: delicadas y suaves, pero no eran las manos que recordaba. Un escalofrío recorrió su espalda al darse cuenta de que no solo había despertado en el cuarto de un hospital, sino también atrapada en el cuerpo de otra joven. ¿Qué había sucedido? Su corazón latía con fuerza mientras intentaba recordar quién era realmente y cómo había llegado allí. Una enfermera entró en la habitación y, al ver a la joven sentada en la cama, le sonrió diciendo: “Señorita Bustamante, es un gusto verla despierta, pero debe volver a acostarse; en un momento vendrá el médico a chequearla”.
Elena estaba confundida. La había llamado señorita Bustamante; entonces lo que había vivido era verdad y no un sueño como ella pensaba. “¿Puedes, por favor, prestarme un espejo?”. Elena se sorprendió al escuchar su nueva voz, ante la mirada curiosa de la enfermera que no entendía qué le pasaba a la joven.
“Sí, claro, ya te alcanzo uno. Pero déjame decirte que eres muy hermosa y gracias al cielo en el accidente no tuviste lesiones en tu rostro”, respondió la enfermera pasándole un espejo que llevaba en su uniforme. Elena abrió lentamente la cajita que le había pasado la amable enfermera. Al verse reflejada en ese espejo, sintió que todo le daba vueltas; esta no era ella. Recuerdos de su antigua apariencia llegaron como relámpagos, haciendo que lágrimas salieran de sus ojos.
“¿Se encuentra bien? ¿Necesita algo?”, preguntó la enfermera asustada por la reacción de la paciente.
“¿Cuánto tiempo llevo aquí?”. La voz de Elena sonaba distorsionada y su cara reflejaba un gran dolor.
“Apenas una semana. Cuando caíste del segundo piso, todos te dieron por muerta. De hecho, hace tres días moriste médicamente, pero como por arte de magia volviste a la vida”, explicó la enfermera fascinada por los hechos. No sabía por qué, pero algo le decía que debía ayudar a esa joven frente a ella.
“¡Estuve muerta hace tres días! Pensé que había pasado más tiempo”, expresó Elena confundida. Elena quería seguir haciéndole preguntas a la enfermera, pero el médico las interrumpió.
“Vaya si mi heroína favorita ha despertado”, dijo el doctor con tono animado. “¿Y bien Elena? Dime cómo te sientes”. Elena volteó a ver al doctor aún más confundida. Él la acababa de llamar Elena; pero ¿cómo sabía él su verdadero nombre? Asustada y llena de dudas, no supo cómo responder.
“Hace rato no dejabas de hablar y ahora no quieres contestarle al doctor, señorita Elena Bustamante”, dijo la enfermera sonriendo al pronunciar aquellas palabras.
“Lo siento, es solo que me sorprendió que me llamara Elena”.
“Es tu nombre; ¿de qué otra manera podría llamarte?”, respondió el doctor con el ceño fruncido ante la reacción de su paciente.
“El golpe en la cabeza debió dejarme más taruga de lo que ya era”, bromeó Elena para romper el hielo y desviar la atención de esas personas.
“Espero que ya no sigas haciendo tonterías; esta vez te salvaste por suerte, pero la próxima podrías no contarlo”, advirtió el doctor antes de salir de la habitación después de hacer el chequeo y observar que todo estaba bien. La enfermera también se retiró dejando el espejo en manos de Elena. Ella volvió a mirar su nueva imagen. Era indiscutible que esta mujer era hermosa: tenía ojos de un azul profundo, cabello negro y tez blanca con algunas pecas. No se parecía en nada a su antiguo yo; lo único que le parecía extraño era que esta Elena tenía un lunar cerca del labio superior al igual que ella. Sin embargo, no le dio mucha importancia; ahora lo importante era saber qué hacía en ese lugar y por qué le habían dado una segunda oportunidad. Esa explicación que había dado su abuela era muy ambigua y ella no la creía
Agotada por tantas emociones Elena volvió a quedarse dormida, en sus sueños había alguien al que debía buscar, pero no recordaba como era. Solo tenía la necesidad de estar cerca de él, pero no supo diferenciar ese sentimiento provenía de la dueña de este cuerpo o si era su alma llamando a alguien. Despertó a media noche tratando de recordar algo que la llevara a recordar su otra vida, pero lo único que sabía era que se llamaba Elena Del Castillo. En el mundo había muchas personas con ese nombre, ni siquiera sabía en qué ciudad estaba y menos el tiempo que había pasado antes de caer en este cuerpo. Agobiada por tantas preguntas decidió ponerse de pie y caminar por el hospital. En algún lugar debía estar el nombre del lugar donde estaba y el día en el que estaban.
Mientras vagaba por los solitarios pasillos del inmenso hospital, una figura conocida se le acercó dándole un buen susto.
“¿Elena que haces fuera de tu habitación?”. La enfermera llamada Inés le pregunto preocupada.
“¡Ah, hola!, eres tú. Pensé que era un doctor”. Respondió Elena llevando las manos al pecho.
“No exageres tampoco, mejor volvamos a tu habitación. Sabes que aún no estás del todo bien”.
“Necesito saber algo, pero no quiero que pienses que estoy loca o algo así, es solo que tengo algunas lagunas mentales”. Explico Elena mientras volvía a su habitación.
“Ok, pregunta”. Contesto Inés de forma natural.
“¿Cómo se llama este hospital?, y ¿en qué fecha estamos?”. Pregunto Elena sin pensarlo dos veces.
“Ja, ja, ja eso no es una laguna, eso es el lago completo”. Respondió Inés con burla, para luego continuar. “Estás en la ciudad de New York y estamos a veintitres de enero”.
“Nueva York, pero no hablamos inglés”. Comento Elena divagando.
“Es obvio, somos latinas, o al menos tenemos padres latinos”. Inés estaba confundida con la manera de actuar de Elena.
“Estamos a veintitrés de enero del año dos mil catorce, entonces no es mucho el tiempo que estuve vagando”. Comento Elena más para ella que para Inés; sin embargo, esta la escucho.
“Tendré que remitirte a psiquiatría, estamos en el dos mil veinticuatro. Ja, ja, ja”. Respondió Inés creyendo que Elena está bromeando
Qué lejos de la realidad estaba Inés, Elena quedó en shock cuando le corrigieron la fecha, habían pasado diez años desde que había muerto. Debía apurarse a encontrar pistas que la llevarán a quien realmente era.
Te felicito y deseo que coseches éxito tras éxito 👍💐
Algo no me cuadra en este misterio sin resolver🤔🤔🤔