La ciudad despierta alarmada y aterrada con un horrendo triple crimen y Fiorella descubre, con espanto, que es una mujer lobo, pensándose, entonces en un ser cruel y sanguinario, lo que la sume en desesperación y pavor. Empieza, por ende, su agonía, imaginándose una alimaña maligna y quizás la única de su especie en el mundo. Fiorella es acosada por la policía y cazadores de lobos que intentan dar con ella, iniciándose toda de suerte de peripecias, con muchas dosis de acción y suspenso. Ella se enamora, perdidamente, de un humano, un periodista que tiene la misión de su canal de noticias en dar con la mujer lobo, sin imaginar que es la muchacha a quien ama, también, con locura y vehemencia. Fiorella ya había tenido anteriores decepciones con otros hombres, debido a que es una fiera y no puede controlar la furia que lleva adentro, provocándoles graves heridas. Con la aparición de otras mujeres lobo, Fiorella intentará salvar su vida caótica llena de peligros y no solo evadir a los cazadores sino evitar ser asesinada. Romance, acción, peligros, suspenso y mucha intriga se suceden en esta apasionante novela, "Mujer lobo" que acaparará la atención de los lectores. Una novela audaz, intrépida, muy real, donde se conjuga, amor, mucho romance, decepción, miedo, asesinatos, crímenes y mafias para que el lector se mantenga en vilo de principio a fin, sin perder detalle alguno.
NovelToon tiene autorización de Edgar Romero para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 8
En mi laptop busqué informaciones sobre la muerte de Harry. Era la noticia del día. Todos los medios en la web explotaban en grandes titulares el asesinato de ese tipo, diciendo, entre otras cosas, que "matan a joven a dentelladas" y que "bestia salvaje destroza a hombre" insertando fotos y videos muy truculentos del crimen. Me espanté y tiré la tapa de mi portátil. No quería seguir leyendo. Yo no recordaba nada, no había perdido la conciencia, no soy sonámbula ni tengo doble personalidad o algo por el estilo. Yo no podía haberlo matado a ese sujeto.
Encontré al doctor Pereyra terminando la clase de Procesos biológicos en los organismos de los animales, con los chicos del tercer ciclo.
-¿Por qué esa cara de preocupación, señorita Malinova?-, guardaba Pereyra sus libros, sus tarjetas y sus usb en el maletín. Desconectó la pantalla y cerró la tapa de su laptop.
-¿Por qué desaparecieron los canis dirus?-, sonreí coqueta. A él le gustaba mi risita, se encandilaba con mis dientecitos blancos, enmarcados en mis labios rojos. En sus clases se deleitaba viéndome reír, incluso me lo dijo una vez.
-Su sonrisa es una poesía, señorita Malinova. Me alegra siempre el día-, fue él directo y galante conmigo. A mí me encantaba cómo Pereyra llevaba sus clases, porque era muy ameno, distendido, práctico, interactuando con los alumnos. Los chicos lo ametrallaban, además, a preguntas queriendo saberlo todo.
-Uuuffff, eso fue en el pleistoceno, hace diez mil años. Se extinguieron con muchos otros animales der la fauna americana. Los canis dirus eran lobos muy enormes pero ágiles, pero no pudieron superar los cambios que sufrió nuestro mundo-, me dijo Pereyra, por el transitado pasadizo de la facultad. El timbre anunció el cambio de clases y la vocinglería se hizo un huracán golpeando las paredes y remeciendo los ventanales del campus.
-¿Ya no existe ninguno?-, me interesé.
-Los últimos restos fósiles del canis dirus fueron encontrados en Arkansas, posiblemente se remontan a cuatro mil años atrás, pero ya no eran tan impresionantes como en su época de esplendor que abarcó de Norteamérica hasta la Patagonia-, parpadeó él admirado.
-¿Es posible que existan algunos, quizás en Argentina?-, alcé mi naricita.
-No, señorita Malinova, el canis dirus se extinguió y el lobo gris tomó la posta. Es lo que hay, actualmente es el cánido más grande de su especie que sobrevive-, me dijo, me hizo una venia y entró a la sala de profesores, gritando y haciendo bromas con los otros catedráticos. Yo quedé pensativa, sin encontrar repuestas aún a las tantísimas dudas que empezaban a bombardear mi cabeza sin compasión.
Fui a la cafetería y pedí leche y tostadas. Prendí mi laptop y empecé a repasar las clases de Gestión en Medicina Veterinaria, cuando alguien se me acercó.
-¿Te puedo acompañar, Fiorella?-, me preguntó.
Rudolph Ashton me miraba siempre en las clases porque yo le gustaba mucho aunque no se atrevía a hablarme. Llevaba dos cursos con nosotros y eso le era un impedimento para acercarse. No era muy atractivo o como siempre suele decir Fanny, no era mi tipo. Bastante delgado, la nariz en punta y las orejas grandes, no me llamaba para nada la atención y tampoco me molestaba que me estuviera mirando, por el contrario me agradaba ser deseada por alguien pese a que no era tan lindo, je je je.
-Claro, pide tostadas, están deliciosas-, le dije.
-Tengo problemas en Bienestar Animal. No entiendo a la profesora Méndez-, me dijo imantado a mis ojos. Él estrellaba sus rodillas a cada instante y muchas gotas de sudor perlaron su frente. Estaba demasiado nervioso.
-Sí pues, la profesora habla de forma muy rebuscada-, yo me deleitaba con las tostadas.
-¿Estás saliendo con alguien?-, metió él la pata. Yo me reí coqueta.
-¿Por qué?-, mordí mi lengua, muy sensual.
-Ah, por que, ya sabes, tú eres bella, ya estamos en primavera, disfrutar de una compañía-, se enredó en lo que decía por sus nervios. Me pareció lindo.
-Estuve saliendo con un chico de medicina forense, pero él se enojó conmigo-, sorbí mi delicioso vaso de leche.
-Pues es un gran tonto porque yo jamás te dejaría, digo, digo, no, no, nadie te dejaría, solo él-, siguió trastabillando con su voz.
-Tuvo sus razones para enojarse-, me sentía una mujer vampiro, con ganas de seducirlo.
-¿Y se hablan, se mandan mensajes?-, quería él saber que no estaba pisando un campo minado. Sonreí, alzando mi naricita.
-Si estás interesado en él, te doy su número-, fue sarcástica y mala.
Rudolph se puso rojo como un tomate. -No, no, no, él no me interesa, tú me interesas, no, digo, ay caramba, solo estamos conversando-, no sabía él lo que hablaba y eso me daba mucha risa. Crucé las piernas insinuante.
-¿Por qué te intereso tanto yo?-, me seguía divirtiendo.
-Eres inteligente, la mejor de la clase, muy hermosa, estás sola-, enumeró.
Ya era hora de Gestión en Medicina Veterinaria. Me puse de pie y Rudolph parpadeó decepcionado, frustrado, sintiéndose derrotado, igual como si todas sus esperanzas de conquistarme se hubieran derrumbado. Sentí lástima. Parecía un borreguito desamparado.
-Apunta mi número-, le dije y entreabrí la boquita muy sexy. Eso le encantó mucho. Su cara se pintó de muchos colores. -Me llamas-, le dije y me fui a clases, meneando las caderas, campaneando mis pelos, igual como una sirena que emerge de un oasis cristalino. Rudolph se puso a bailar, feliz y contento, en la silla.