Abriella, una princesa es obligada a escapar de su hogar, teniendo que aprender a sobrevivir fuera de este. En el camino se encontrará con personas que la ayudarán a recuperar lo que le robaron. ¿Será capaz de conseguirlo?
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¿Desapareció?
No puedo dormir. Todavía el sueño que tuve en la noche anterior se mantiene en mi cabeza pero se que luego de este día tan agotador necesito un descanso.
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Nada, no soñó nada esa noche, hace mucho tiempo que no tiene una noche tan tranquila, de hecho se despertó porque Eloísa fue a verla, ella se había preocupado al ver la habitación cerrada, pensando en que algo le pudo haber pasado.
Esa mañana no salió a entrenar ya que le dolía el cuerpo del día anterior, cuando había ido a buscar al médico.
Eloísa preparó el desayuno para ambas, era yogur con frutos de sus arbustos.
— Hoy cuando salí a buscar los frutos me di cuenta que las verduras de el huerto ya están creciendo. ¡Pronto tendremos nusnyras propias verduras y podremos venderlas! — Se le veía muy emocionada, yo estoy orgullosa de ella, es una mujer fuerte, había perdido a su marido, perdió su casa y cría a un hijo sola. La admiro mucho.
— Que bueno, felicidades. Se ve que que te has estado esforzando mucho para que estas logren germinar, espero que crezcan bien
— ¡Gracias! Voy a hacer lo posible para que crezcan muy grandes
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Luego de esa conversación Abriella se dirigió hacia el pueblo.
El sueño todavía no se lo podía sacar de la cabeza a aquel hombre. Pelo rubio y ojos grises, nunca en su vida había visto ese color de ojos.
Iba directamente en busca de aquella loca para que le pueda dar una respuesta a su sueño. Ella sabía que si lo hablaba con su amiga esta le diría que estaba exagerando así que dijo que iría al pueblo a despejar su mente.
Todo está normal, antes de ir pasar donde la señora pasé por una panadería, días atrás ayudé al dueño de esta tienda por lo que como agradecimiento este me regala alguna cosa nueva todos los días.
Como una persona agradecida acepto sus regalos y luego los comparto con Eloísa.
— Hola, ¿Cómo se encuentra hoy don Marcos?— Lo saludo al entrar. El Hombre siempre está con una sonrisa contagiosa, es un buen hombre.
— Hola señorita Gabriela, me encuentro bien, gracias por preguntar. Usted es una señorita muy linda y amable ¿Por qué no todo el mundo es como usted? Mi esposa ahora viene en camino, quiere agradecer su ayuda
Mientras seguimos hablando llega una mujer bastante linda con el cabello café y los ojos verdes, se presenta como Margarita. Ella me agradece por lo ayudarlos y me regaló un postre bastante lindo. Lo guardé en el bolso que traigo.
— Muchas gracias por este postre, lo voy a disfrutar con mi amiga y su hijo— Al decir eso la mujer me mira, le brillan los ojos
— ¡Si! ¿Cuánto tiene? Yo también tengo un hijo, tiene quince meses, todavía el chiquitito pero es bastante tierno. Se llama Agustín.
— ¡Qué bueno saberlo! El hijo de mi amiga ya va a cumplir los nueve meses, ser mejores amigos— Emocionada me despedí. Cuando llegue a la casa de voy a contar a Eloísa sobre esto, ella también se va a emocionar mucho.
Me dirigí hacia donde está el local de la señora loca, así poder entender aquel sueño tan raro.
No estaba, el local de la señora no estaba. En su lugar había un local de cerámicas. Al entrar me dirigí hacia la empleada a ver si ella sabía algo.
— Disculpe, ¿Desde cuando este local se ha encontrado acá? — Trate de sonar como una señorita enamorada de las colecciones de cerámicas, que recién se enteró que existía este local.
— Ah, llevamos ya unos diez años atendiendo aquí. ¿Busca algo especial aquí? Tenemos una nueva colección del ceramic…..— Un pitido sonaba en mi cabeza. Estoy cien por ciento segura de que antes de ayer entre aquí y era un local de antigüedades ¿Qué estaba pasando? — Señorita ¿Se encuentra bien? Aquí tengo una silla para que se siente, descanse un rato
— Lo siento, creo que estoy un poco perdida. ¿De verdad llevan diez años aquí? ¿No hubo una tineda distinta antes?— Me senté en la silla que me ofreció mientras trataba de mantener la calma.
— Uhm si, llevamos diez años aquí vendiendo cerámicas. Antes de eso no hubo ni una otra tienda, ya que usamos el primer piso de nuestra propia casa. — No entiendo nada, hace nada estuve aquí, el lugar por fuera era casi idéntico que al de ahora pero por dentro se notaba la diferencia.
— ¿Conoce a una señora? Tiene la fama de ser la loca del pueblo. — La empleada me trataba de hacer memoria, pero al final terminó diciéndome que no conoce a nadie así.
Me despedí y salí del local, le fui preguntando a todos si recordaban a la señora loca de este pueblo, pero todo el mundo me decía que no conocía a nadie así que viviera aquí.
— Disculpe ¿Usted conoce a alguna señora loca que vive en este pueblo?— Pregunté eso a mas de diez personas. No. Esa era la respuesta de todos. Disculpe ¿Usted conoce a alguna señora loca que vive en este pueblo? … ¿Usted conoce… Disculpe… señora loca… conoce a… este pueblo.
No, no, no, no. Toda respuesta que recibí fue “no”.
Todo me empezó a dar vueltas ¿Cómo era posible? Yo recordaba haber hablado con ella, recuerdo haberle contado a Eloísa sobre esa señora, ella también la conocía. Ella también la conocía. Eso es, le voy a preguntar a Eloísa si la recuerda, hablé con ella sobre lo que pasó ese día. Ella si la debe recordar.
Corrí, corrí con todas mis fuerzas para poder llegar a la casa. Al llegar Eloísa me voy agitada.
— Gaby, ¿Qué pasó? ¿Estás bien?— preguntó preocupada
— Elo, es algo muy importante. ¿Recuerdas lo que hablamos ayer luego de el sueño raro que tuve? — Ella simplemente asintió — ¿Recuerdas que tuve el sueño porque la señora loca que vive en el pueblo me había contado algo raro?— Ahí lo supe. Ella tampoco lo recordaba. Estaba haciendo una mueca rara, tratando de recordar algo que según ella nunca pasó.
— Lo siento Gaby, pero ayer solo recuerdo que me contaste de tu sueño, pero había sido porque se te hacía extraño haber soñado con alguien que no conocías. Nunca me hablaste de ni una señora. Si bien recuerdo, en este pueblo no hay ni una loca.— Bueno, nadie la recordaba. Tampoco puedo hacer mucho.
Pero ¿Qué le habrá pasado? Realmente yo no lo sé.
Traté de dejar el tema de lado.
— Sabes — Dije mientras sacaba de la mochila el postre que me regalaron — El don Marcos me presentó a su esposa, es una mujer muy linda, se llama Margarita. Sabes que es lo mejor de eso. Ellos tienen un hijo, de quince meses y de llama Agustín, yo creo que Erik con él van a ser unos muy buenos amigos—
Seguimos hablando de ese tema mientras comíamos el postre que habían regalado. Pero no fui capaz de quitarme de la cabeza a aquella señora. ¿Qué le habrá pasado?