Desde pequeño he sido un experimento, tengo sangre especial....
Datos de la historia:
°Género apocalíptico y de ciencia ficción, con elementos de drama, romance y temas LGBT. Tiene una combinación de aventuras post-apocalípticas, conflictos interpersonales, y exploraciones sobre la supervivencia y la reconstrucción de la sociedad.
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Capítulo 8: El precio de la supervivencia
El amanecer trajo consigo una tenue luz que se filtraba a través de las densas copas de los árboles, iluminando el campamento improvisado donde el grupo había pasado la noche. Nikko se levantó lentamente, sus ojos recorriendo el reducido círculo de rostros cansados y marcados por el sufrimiento. Las cicatrices de los últimos días eran visibles no solo en sus cuerpos, sino también en sus almas.
Mientras observaba a sus compañeros, una oleada de tristeza lo envolvió. Recordó a aquellos que habían perdido en el camino: amigos, familiares, aliados. Cada uno de ellos había dejado un vacío imposible de llenar, y sus ausencias se sentían más pesadas con cada paso que daban. Nikko cerró los ojos por un momento, permitiéndose sentir el dolor y la desesperanza, antes de obligarse a seguir adelante.
La voz de Nikki interrumpió sus pensamientos. "Tenemos que hablar", dijo, su tono firme pero con un matiz de vulnerabilidad. Nikko asintió, sabiendo que había llegado el momento de enfrentar los conflictos que habían estado latentes desde el inicio de su travesía.
Se reunieron alrededor de una fogata agonizante, las llamas parpadeantes reflejándose en sus miradas. Kaito fue el primero en hablar, su voz quebrada por la culpa. "Sé que mis acciones nos han llevado a este punto", admitió, evitando el contacto visual. "Pero quiero que sepan que nunca fue mi intención traicionaros. Pensé que estaba haciendo lo correcto para salvarnos."
Nikko escuchó en silencio, sus emociones luchando por salir a la superficie. Recordó las palabras de su padre, quien siempre le había enseñado que el perdón era el primer paso hacia la verdadera sanación. "Todos hemos cometido errores", dijo finalmente, su voz llena de una fuerza tranquila. "Pero si queremos sobrevivir, necesitamos encontrar una manera de superar esto juntos."
Los demás asintieron, sus expresiones suavizándose un poco. La tensión en el aire se disipó gradualmente, reemplazada por una resolución silenciosa. Sabían que el camino por delante sería arduo, pero también sabían que solo unidos podrían enfrentarlo.
Con un último vistazo a las caras de sus compañeros, Nikko se levantó, sintiendo una chispa de esperanza. Quizás, solo quizás, aún había una oportunidad de redención y paz.
El grupo permaneció en silencio por unos instantes, dejando que las palabras de Nikko calaran en lo profundo. La fogata chisporroteaba suavemente, su luz menguante reflejando las decisiones difíciles que habían tomado y las batallas internas que aún debían enfrentar.
Fue entonces cuando Akira, siempre el más callado del grupo, tomó la palabra. "Perder a tantos nos ha cambiado. Pero si algo he aprendido, es que cada sacrificio tiene un propósito. No podemos dejarnos vencer por la culpa y el dolor."
Nikki lo miró, sus ojos llenos de determinación. "Akira tiene razón. Cada pérdida, cada sacrificio, ha sido un recordatorio de lo que estamos luchando por preservar. No podemos olvidar por qué empezamos este viaje."
Kaito, aún visiblemente afectado por sus acciones, levantó la mirada. "Estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para enmendar mis errores. Haré todo lo posible para protegerlos a todos."
Nikko sintió una chispa de esperanza al escuchar a Kaito. Sabía que el camino hacia la redención no sería fácil, pero el primer paso había sido dado. "Vamos a necesitar todas nuestras fuerzas y recursos para lo que viene. El virus no ha sido erradicado y nuestras provisiones se están agotando. Debemos encontrar un nuevo refugio, un lugar donde podamos reconstruirnos."
Aya, la más joven del grupo, intervino con una idea. "He oído rumores de un santuario en las montañas, un lugar donde el virus no ha llegado. Podría ser nuestra oportunidad."
Nikko asintió, la posibilidad de un nuevo destino infundiendo un renovado sentido de propósito en su corazón. "Nos dirigiremos hacia allí. Pero debemos estar preparados para cualquier cosa."
Con la decisión tomada, el grupo comenzó a planear su siguiente movimiento. Las tensiones disminuyeron gradualmente mientras trabajaban juntos, cada uno aportando sus habilidades y conocimientos. Las heridas emocionales aún eran profundas, pero el deseo de sobrevivir y proteger a los suyos les dio la fuerza necesaria para seguir adelante.
Esa noche, mientras se preparaban para partir al amanecer, Nikko se quedó mirando el cielo estrellado. Pensó en aquellos que habían perdido y en los sacrificios realizados. Sabía que nunca podría olvidar, pero también comprendía que el verdadero precio de la supervivencia era seguir adelante, encontrando esperanza incluso en los momentos más oscuros.
A la mañana siguiente, el grupo se levantó antes del amanecer, empacando rápidamente sus pertenencias y asegurándose de no dejar rastro. La promesa de un santuario en las montañas les dio una nueva energía, una razón para seguir adelante a pesar de los desafíos que sabían que encontrarían en el camino.
El sendero era arduo y empinado, pero cada uno de ellos estaba decidido a avanzar. Conforme se adentraban en el espeso bosque, las conversaciones se tornaban esporádicas, cada miembro del grupo sumido en sus propios pensamientos y recuerdos.
Nikko caminaba al frente, liderando con pasos firmes. Sus pensamientos volvían constantemente a los sacrificios hechos hasta ese momento. Recordaba a su madre, quien les había enseñado a sobrevivir en la naturaleza, y a su padre, cuya sabiduría y fortaleza habían sido faros en los tiempos de mayor oscuridad. Se preguntaba si ellos estarían orgullosos de lo que él y Nikki habían logrado hasta ahora.
Una vez que llegaron a un claro, decidieron descansar. Kaito se acercó a Nikko, sus ojos reflejando la sinceridad de su arrepentimiento. "Nikko," dijo, con voz quebrada, "no sé si podré perdonarme por lo que hice, pero quiero que sepas que haré todo lo posible para demostrarte que puedo ser alguien en quien confiar."
Nikko asintió, colocando una mano en el hombro de Kaito. "Lo sé, Kaito. El pasado no podemos cambiarlo, pero sí podemos decidir cómo avanzamos. Ahora más que nunca, necesitamos mantenernos unidos."
Mientras los demás tomaban un breve descanso, Aya y Akira se apartaron del grupo, caminando hacia un pequeño arroyo cercano. Aya, que solía ser la más reservada, finalmente habló. "Akira, he visto cómo miras a Nikko. Sé que sientes algo por él."
Akira, sorprendido por la franqueza de Aya, la miró con ojos inseguros. "No sé qué hacer con lo que siento, Aya. En este mundo lleno de caos, parece que no hay espacio para algo así."
Aya sonrió suavemente. "El amor siempre encuentra un camino, incluso en los momentos más oscuros. No tengas miedo de seguir a tu corazón. Nikko necesita saber que no está solo, que alguien lo apoya y lo comprende."
Las palabras de Aya resonaron en Akira, dándole una nueva perspectiva. Mientras regresaban al campamento, decidió que, cuando llegara el momento adecuado, compartiría sus sentimientos con Nikko.
Con el descanso terminado, el grupo retomó su marcha, enfrentando los desafíos del terreno y las amenazas del entorno con una renovada determinación. Cada paso que daban les acercaba más a las montañas y, con suerte, al santuario que les prometía una nueva esperanza.
A medida que avanzaban, la unidad entre ellos se fortalecía. Las confesiones, los perdones y las promesas hechas habían empezado a curar las heridas abiertas. Y aunque sabían que el viaje sería largo y lleno de peligros, estaban dispuestos a enfrentarlo juntos, con el corazón decidido a pagar el precio de la supervivencia.