Novela de fantasía que relata las discriminaciones, el renacer. Las intrigas por la supremacía del poder. El triunfo del bien sobre el mal. Pero, sobre todo, la aceptación de uno mismo. ¿Encontrará Irina, la felicidad en su segunda oportunidad de vida, con un Dragón? ¿La Diosa podrá salvar a la humanidad de los demoníacos Morlos?
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Capítulo 24
Al día siguiente, Irina esperaba a Gareth en el jardín:
-¿Podemos dar un paseo juntos?- le propone.
-Irina, me encantaría, pero me vine volando como Dragón, solo tengo lo que traigo puesto, aunque se me ha ofrecido ropa de cambio, prefiero tener la mía propia - se excusa avergonzado Gareth.
-Ja, ja, ja, ¡Eso es muy gracioso! ¡Entonces vamos de compras! Además, desde hace 2 años y medio solo he vestido de túnica en la Torre de Magos, me caerá bien alguien que vaya conmigo a renovar y modernizar mi vestuario. También he crecido y ya estoy más delgada, como ves todo me está quedando grande- lo tira de la mano y se van en un carruaje de compras a la ciudad.
Gareth complacido, se deja conducir, ninguna mujer antes lo había ayudado a escoger ropa.
-¿Te molesta si escogemos alguna ropa en pareja? Es para cuando estemos en Palacio, dentro de 1 mes. Mi madre ya escogió conmigo mi vestido de novia, lo están elaborando; pero, como Egor no se va a presentar... mejor vamos a buscarte un traje que convine con el mío, para cuando nos comprometamos como concubinos- dice con picardía, y una gran sonrisa, Irina.
-¿Cómo sabes que él no se presentará?- pregunta Gareth, recordando sus sueños repetitivos.
-Ya te dije, forma parte de mis premoniciones futuras- le guiña un ojo, se acerca y lo golopea con el hombro, Gareth solo se sonríe y no pierde la oportunidad para tomarle la mano.
-Sabes, me hubiera gustado mucho, que te hubieses comprometido conmigo y que ese matrimonio, fuese real y únicamente conmigo- le confiesa Gareth en un arranque de sinceridad. Irina lo observa sorprendida, pero le sonríe.
-Te confieso, que hace 3 años, cuando me iban a comprometer con Egor, yo le rogué a mis padres, que quería comprometerme contigo y no con él, yo tenía 15 años. En ese entonces, mis padres se lo propusieron al fallecido Emperador Pável, pero él se negó rotundamente, y me comprometió con Egor. Lo dejó escrito en edicto imperial, pero si Egor no se casa conmigo, entonces, el trono pasaría a tus manos- Irina, le cuenta los hechos del pasado reciente.
-¿De verdad? ¿Yo era tu primera opción? ¡Qué lástima! Bueno, era de esperarse, mi padre, nunca aceptaría de buen agrado verme casado- resppnde resignado Gareth, sin importarle mucho la mención del trono.
-Así es, pero aunque no pude cambiar el edicto imperial, sin embargo, obligué a Egor a hacer aquel contrato, que ya leíste. Tengo muchas ganas de que seas mi concubino...- ella traga saliva para luego continuar.
-Gareth, hay algo importante que no te he dicho aún, y es la verdadera razón de ese edicto matrimonial con Egor- lo mira con un semblante de seriedad, sentados frente a frente.
-Puedes confiar en mi, no te voy a traicionar, sea lo que sea que quieras confesar- responde él. Ella elabora un hechizo para evitar que sean escuchados por el cochero y los guardias que los siguen de cerca. Continúa hablando:
- Verás, mi aspecto cambió, bueno pues, porque yo tengo lo que se conoce como el "poder letal". Ese poder fue sellado cuando era una niña; ahora con la profecía del Apocalipsis, decidieron romper los sellos de contención que me hacía ver obesa. Esa es una de las razones de mi metamorfosis, por eso estuve 2 años y medio en la Torre de Magos, y también por eso, el Emperador Pável decidió que fuera la esposa de Egor y no la tuya, temía que con ese poder, pudieras apoderarte del trono- ella suelta un suspiro, aunque todavía no le cuenta que es la reencarnación de la Diosa.
-No te preocupes, no diré nada de eso, sé que es muy peligroso ese maná, y que hasta ahora no había nadie con ese tipo de magia, según lo que he leído. Y si el Emperador Pável, temía que podemos usarlo para obtener el trono. ¡Pues le daremos el gusto!... Pero, ¿hay algo más que quieras decir?- responde Gareth, entrelazando sus manos con los de ella.
-Esa era mi intención, quiero ayudarte a obtener el trono. Pero, debemos actuar con cautela. Sin embargo, durante estos tres años viviendo en el Palacio Imperial, planificaremos la mejor forma de actuar, primero, debemos ganarnos al Consejo de Ministros, detectaremos quiénes son los nobles mas influyentes, quienes están de parte de Egor, y quienes se les oponen, trataremos de ganarnos a esa gente, para que nos apoyen cuando llegue el momento. Pero, al mismo tiempo, tú debes mantener el control del ejército. Pasado un tiempo, esperaremos los eventos del Apocalipsis, (ya que será difícil impedir la profecía de los 1000 años). En medio del caos, y al poner de manifiesto la ineptitud de Egor, sin lugar a dudas, obtendremos el trono- él con seriedad, asiente a todo lo que ella estratégicamente, va planeando.
- Al pasar esos tres años del contrato, cuando finalmente pueda divorciarme de Egor, tal vez podamos seguir juntos, para ayudarte a dirigir el Imperio. Bueno, si así lo deseas ¿Te parece bien?- le pregunta con timidez Irina.
-¡Eso me haría muy feliz! Espero que eso pase en menos de tres años- responde él. El cochero, se detiene bruscamente y el fuerte movimiento de frenar los caballos, hace que ella aterrice en los brazos de Gareth, sentándose en sus piernas, se miran muy de cerca sus respiraciones se agitan, cuando van a besarse, son interrumpidos, con un grito:
- ¡Princesa hemos llegado a la calle Central, pueden bajar del carruaje! - anuncia el cochero.
Irina se separa nerviosa de Gareth, él le aprieta la mano; primero baja él y luego la ayuda a ella para que también baje. Dan la orden a los caballeros guardaespaldas, para que no los sigan tan de cerca, y sean más discretos. Ambos van caminando, mientras ella va tomada del brazo de Gareth.
Nadie en la calle los reconoce, Irina antes era obesa y Gareth no es de ese Reino. Los ven como una pareja de enamorados.
Cuando entran a la boutique, son recibidos con especial atención. Ella comienza a ver los vestidos, y trajes de hombre en bocetos de dibujos, solicitando les tomen las medidas para hacer un gran pedido, de trajes diario, de coctel, de fiesta, etc. Gareth no permite que nadie tome sus medidas, evita que lo toquen, las dicta porque se las conoce de memoria.
También solicitan varios trajes en pareja. Indican les manden el pedido al Palacio Real. Lo que deja sorprendida a la modista.
Pero no dice nada, aprendió a ser discreta, ya que recibe un buen pago por adelantado. Gareth insistió en pagarlo todo. Además, compraron trajes ya elaborados, para el uso diario.
Al salir de allí, Gareth la lleva a una joyería.
-Ven debemos escoger nuestros anillos de matrimonio, bueno de concubinato- se corrige rápidamente. Entran a la joyería más grande y majestuosa, donde son atendidos, llevándolos a un salón, sentados en una butaca, le ofrecen te, mientras solicitan los modelos de esas joyas.
- Queremos ver anillos de matrimonio- expresa Gareth, notablemente emocionado.
Traen varias cajas de terciopelo, con muchos modelos de anillos.
-Escoge el que más te guste- propone Gareth.
- ¡Este es muy lindo... Oh pero, este también, no, no, creo que este estará mejor! ¿Como se me ve? ¡Déjame ponerte este! ¿Qué tal? ¿Te gusta? Creo que este sería el más bonito ¡Se nos ve bien a los dos! ¿No crees?- se los pone, uno tras otro, como una niña en una juguetería, coloca la mano de ella junto a la de él. Gareth se ríe, divertido de que Irina disfrute probarse anillos con él. La mira, sin poder evitar la gran marea de calor que crece en su pecho, su corazón se regocija.
-¡Hicieron una excelente elección! Es el modelo "Emperador", es de la nueva colección. Seguro serán muy felices en su matrimonio, se les nota el amor entre ambos- ellos se miran, y se ríen, no sacan al empleado de sus suposiciones.
Cuando terninaron de escoger los anillos que mejor se les ve, Gareth paga para que los arreglen a sus medidas. Al salir, Él la invita a un restaurant. Ella acepta, comentándole:
-Gareth, no has permitido que pague nada, me da vergüenza aprovecharme de tu dinero, yo invito la comida-
-No te preocupes. Gasta todo lo que desees, es la primera vez que gasto mi dinero en una mujer, y me siento feliz de hacerlo contigo, no me vas a arruinar por esas pocas cosas que compramos. El hecho de que yo pueda sentir tus manos con las mías, es una experiencia tan gratificante, que no tiene precio- entrelaza sus dedos a los de ella, llevándolos a sus labios. Irina se ruboriza, y camina a su lado, sonriendo. Para ella, es la primera vez que se siente protagonista en una relación. ¡Y no niega que, se siente muy bien!
Ambos llegan hasta el restaurante, se sientan en la terraza; charlan amenamente de trivialidades, mientras beben te y se deleitan con algunas tartas, ella le comenta que ama los postres. A él no le gustan mucho los dulces, nunca se acostumbró a ellos.
-Entonces tendrás que acostumbrarte conmigo, a mi me encantan los postres, y mi fruta favorita es la cereza, no lo olvides- le sonría ella.
- Yo prefiero las manzanas- expresa él, con confianza. Poco a poco, se van conociendo, comparten gustos en algunas comidas, bebidas, lecturas y hobbies. Cuando se dan cuenta, el tiempo pasó muy rápido, está anocheciendo. Se apresuran a regresar al Palacio Real. El cochero esperaba pacientemente por ellos, muchos paquetes de las compras, ya estaban en el carruaje, otros serían enviados a su dirección. Irina le llevó al cochero y a los guardias, bebidas y comidas, tanto el cochero como los guardias, se sorprendieron por su amabilidad.
Gareth e Irina, se dieron una tregua para conocerse y actuar como ellos mismos por primera vez en sus vidas. Se iban acercando más y más, el amor surgía como el dulce velo del amanecer que los atrapaba día tras día; un sutil sentimiento, poco a poco, y sin proponérselo, fue embriagando sus corazones con la atracción mutua. Y aunque la finalidad de su alianza, era obtener el trono, no podían evitar caer en el dulce sentimiento del amor.