Una Blanca Nieves Trasvistiéndose en la Guerra
En el sombrío y misterioso reino de Eldoria, una joven llamada Lucía lucha por sobrevivir en las calles sucias y oscuras. Con su cabello negro como la noche, piel pálida como la nieve y ojos grises como un lobo, Lucía ha aprendido a valerse por sí misma desde que sus padres la abandonaron antes de morir.
El día de su decimoquinto cumpleaños, el reino se ve sacudido por una guerra entre los siete príncipes sucesores del trono, cada uno con una personalidad única y distintiva. Los príncipes, conocidos como Grím, Jovial, Sabio, Tímido, Bromista, Soñador e Hipocondríaco, luchan por reclamar su derecho a gobernar Eldoria.
Ante la noticia de que todos los hombres deben alistarse para la guerra, Lucía ve una oportunidad para cambiar su destino. Decidida a escapar de la miseria, se corta el cabello y se disfraza de hombre, adoptando el nombre de Lucio. Con una blusa café y un pantalón viejo amarillo, se presenta en el campamento de reclutamiento
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capítulo 18
Capítulo 18: El Entrenamiento
Al día siguiente, el anciano Urelet despertó a Lucía y le dijo:
—Desde hoy, te voy a entrenar, jovencita. Hoy te ayudaré a controlar el poder del viento y a hacer un contrato con un hada de tierra. También te enseñaré a controlar tus sentidos y tus movimientos con el arco y las dagas. Te entrenaré en muchas armas, jovencita.
Lucía, preocupada, preguntó:
—¿Y si me encuentra el cazador?
El viejo se rió y respondió:
—¿Cómo crees que he estado viviendo en este gran bosque sin ser encontrado? —Lucía, curiosa, preguntó—: ¿Por qué está tan apartado?
El viejo le dio un golpecito con su bastón y dijo:
—Claro que también es porque tengo una barrera que no permite que otros entren. Además, el Árbol Madre me encargó que te entrenara si algún día me topaba contigo, jovencita.
Así comenzó el entrenamiento. Durante seis meses, Urelet enseñó a Lucía a dominar sus poderes y habilidades. Mientras tanto, el cazador, al ver que no la encontraba, fue a ver a la reina y le contó todo lo sucedido.
—¿Cómo puedes ser tan incompetente? —dijo la reina, furiosa.
El cazador, desesperado, pidió otra oportunidad:
—Por favor, dame otra oportunidad.
La reina, tras pensarlo, respondió:
—Te daré otra oportunidad, pero esta vez te enviaré con los dos hermanos cíclopes mitad humanos. Son mis criaturas más preciadas.
Más tarde, en el bosque, Lucía ya estaba entrenada en muchas armas y en el campo mágico. Urelet decidió que en los siguientes seis meses le enseñaría a utilizar el camuflaje y el sentido asesino para defenderse. También le enseñaría a hacer contratos con las demás hadas: Fiora, Aqua y Lumia. Además, le enseñaría a usar los elementos para que le fueran más útiles.
Con el aire, Urelet le enseñó a volar. Lucía pasó días enteros practicando, sintiendo el viento en su rostro y aprendiendo a controlar sus movimientos en el aire. Con el agua, Urelet le enseñó muchos artes, desde la manipulación de corrientes hasta la creación de barreras protectoras. También le enseñó artes de defensa propia, utilizando el agua como escudo y arma.
Urelet insistió en la importancia de la meditación. Cada mañana, Lucía se sentaba en silencio, concentrándose en su respiración y en el flujo de energía a su alrededor. Aprendió a controlar todos los elementos, sintiendo cómo se conectaban con su ser interior.
—La meditación es clave para controlar tus poderes —le decía Urelet—. Sin una mente clara, no podrás dominar los elementos.
Al final de su entrenamiento, Urelet le enseñó a juntar todos los elementos para que le fueran más útiles. Lucía aprendió a combinar el aire y el fuego para crear ráfagas ardientes, o el agua y la tierra para formar muros impenetrables. También hizo un contrato con un pequeño faerir, un espíritu de la naturaleza que le otorgó habilidades adicionales.
Los días de entrenamiento fueron duros. Hubo momentos en que Lucía se sintió abrumada y agotada, pero Urelet siempre estaba allí para apoyarla y motivarla. Pasaron por días difíciles, donde cada lección parecía un desafío insuperable, y días fáciles, donde todo fluía con naturalidad.
Lucía se convirtió en una semi maestra de la espada espiritual, dominando técnicas que pocos podían igualar. Su habilidad con el arco y las dagas también mejoró significativamente, y su control sobre los elementos la hacía una oponente formidable.