Gabriel Patel y Xavier Hudson son como hermanos desde siempre y cuando ambos hicieron una familia quisieron que sus hijos siguieran la misma línea.
Pero quizás esa no era una muy buena idea.
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Ocho
La semana que siguió fue de locos, el jefe no salía del piso en el que se encontraban algunos de los departamentos de la empresa, entre ellos el de economía en el que trabajaba Leicy, coqueteaba con todas sin pudor alguno, pero no se acercó ni una vez a la peliroja.
Ella lo vio ir cada día a conversar con esta o con aquella, recostado en los escritorios de las otras secretarias sonriendo con ellas o hablándoles al oído, hasta lo vio agachado delante de Elsa poniendo una tobillera en su pie derecho y la mujer colgarse de su cuello agradeciendo el regalo, pero para su lugar no hubo ni una mirada.
Y a esa semana la siguió la siguiente más o menos igual, la peliroja lo miraba a lo lejos mientras él la evitaba, hasta que de un día para otro desapareció de allí dejándola con un sentimiento de vacío, Gabriel Patel había regresado y Xavier ya no tuvo que seguir en la empresa haciendo su papel de presidente para ayudar a su amigo.
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- Papá, ¿Para ti sería algo importante que la mujer que yo escoja no tenga dinero?
Xavier y Henry hablaban sentados en la sala, hacía días que el hombre veía a su hijo triste y como perdido pero no le había preguntado que le sucedía, él solo esperaba que tuviera deseos de hablar y al parecer al fin se había decidido.
- ¿Tú nunca te preguntaste el porqué mi madre tenía prohibido venir a esta casa?
El joven levantó la vista de sus manos y lo miró, aquella fue una pregunta que en realidad nunca se hizo, ni siquiera pensó nunca en ello.
Su abuela paterna había muerto cuando él tenía ocho años y como le dijo su padre jamas la había visto pisar la casa en la que ellos vivían.
- No, sí recuerdo que siempre nos encontrábamos en restaurantes o salones, y que mi abuelo si venía a vernos , pero ella no.
- La razón era que tu madre fue mucama de la mansión Hudson desde que tenia diecisiete años y yo veintiuno, y desde que la vi me enamore de ella y mi padre me apoyó, pero mi madre no, e hizo un sinfín de locuras para separarnos, incluso estando tu madre embarazada de ti.- el hombre siguió mirando a su hijo a los ojos- Aquí la pregunta es la misma que me hizo mi padre a mi cuando le hablé de mi amor.¿Te importa a ti que ella no tenga dinero?
- No, por supuesto que no, pero ella me ve como un riquillo sinvergüenza y no le interesa escuchar lo que siento por ella.
El hombre sonrió y movió la cabeza de un lado a otro.
- ¿Y tú no habrás hecho algo para que ella crea eso?
- He hecho de todo para que ella me vea así.- le confesó con una sonrisa triste- Pero igual cuando intento ser de otra forma no me cree.
- Esos son los riesgos de ser como eres, cuando quieres que te tomen en serio te toca luchar el doble.
Xavier puso la cabeza en el respaldar de el sofá y respiró cerrando los ojos, ya ni luchar podía, al estar fuera de la empresa Patel todo se le volvió más difícil.
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Un mes hacía ya que Gabriel había regresado de Italia y vivía su feliz historia de amor junto a Mariana y Renato mientras que Xavier se arrastraba por la vida extrañando a su demonio rojo y ella no estaba muy distinta.
- Hola mamá.
Era viernes en la noche y como cada día Leicy llamaba a sus padres para hablar un rato con ellos.
- Hola mi pequeña. - le contestó la mujer con el pelo rojo también.
- ¿Y papá?- le preguntó.
- Salió un poco con los amigos y me alegro que llamaras ahora, necesito hablarte y que él no esté presente.- la preocupación se notaba en la voz de la mujer.
- ¿Que sucede mamá?- le preguntó la chica asustada.
- Tu padre no está muy bien, tose mucho y no quiere dejar de trabajar aunque se lo he pedido un millón de veces y le he dado cientos de razones, fuimos a la consulta de tu primo y nos aconsejó que fuéramos a Londres a ver a un amigo de él que es neumólogo pero tampoco quería que te dijéramos, dice que para no molestarte, que tú eres joven y que estarás ocupada y todas esas cosas que se le meten en la cabeza.- la mujer habló rápidamente, como si temiera que no le alcanzara el tiempo para contarle a su hija antes de que el hombre regresara.
- Mamá ustedes no me molestan y si llegan a venir a Londres y no se quedan aquí conmigo puedes estar segura de que me enfado, dime cuando vendrán.
- Pasado mañana no, el domingo siguiente, el doctor nos atenderá el lunes después a primera hora, y ya no podemos seguir hablando de eso, tu padre regresó. - le dijo hablando bajo al escuchar la puerta de la casa cerrarse.
- Está bien mamá, lo saludo un momento y después cuando cuelgue le hablas para que vengan conmigo, no voy a perdonarlos si se van a un hotel, y cuando lleguen ya me encargo yo de halar sus orejas.
En ese momento las dos mujeres cambiaron de tema de conversación y siguieron en la llamada ahora con el padre incluido y al terminar Leicy cayó vencida sobre la cama.
Sus padres vendrían y ella no tenía la tobillera que tanto esfuerzo les había costado comprar y que con tanto amor le habían regalado.¿Qué iba a decirles, que la perdió como mismo perdió su virginidad en una cama de hotel con su jefe?
Y para poner un renglón más su padre estaba enfermo, el trabajo de toda su vida en la mina al parecer le pasaba factura y ella ni enterada.
Volvió a tomar el teléfono y vio la hora, seis y cuarenta y cinco de la tarde y entonces buscó un contacto que tenía agendado como "Niñato" y lo marcó.
- ¿Leicy?- escuchó la voz de hombre que parecía asombrado.
- Xavier, necesito verte, ven esta noche a mi casa y trae mi tobillera, haré lo que quieres.
- No, creo que no mi pequeño demonio, la cosa no es así de esa forma, ponte guapa que a las ocho y treinta paso por ti.
- Xavier- intentó hablar y a el hombre se le antojó que ella se escuchaba triste.
- Leicy por favor, no quiero discutir- le dijo con una voz dulce y si la tuviera delante la habría acariciado- En un rato paso por ti, ponte más hermosa si se puede y espérame que en menos de lo que piensas estaré allí y no te preocupes, sé perfectamente donde es.
me quedo sin palabras
excelente la novela
un ejemplo para las mujeres
saber que pueden reconstruirse siempre. solo es querer hacerlo y tener amor propio
cada quien en su lugar
felicitaciones a la autora