Mar, es la niña más hermosa de San Diego, inocente, dulce y soñadora, pero todo eso cambió, el día que un monstruo puso sus ojos en Ella, ultrajandola de la manera más cruel e inmoral, quitandole todo su valor y sus ganas de vivir.
Sin embargo, a pesar de estar entre las cenizas, con su vida destruida, Marysol encuentra en su interior la fuerza y valentía para escapar...
El camino no es fácil, salir del dolor tampoco lo es, pero con amor todo es posible...
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Mi cuerpo no resiste.
(Mar)
Llegando a la terminal, me doy cuenta de que el autobús que va a la capital, le falta 45 minutos para salir, y Yo no puedo esperar ese tiempo.
Pues cuando el Fuerte no me vea me buscara, el hombre del trasporte le podría decir, y es que aunque mucha gente no lo crea, las pandillas dominan algunos sectores a tal grado, que la gente obedece a los jefes pandilleros.
Por suerte, está por salir, otro autobús y aunque va a una ciudad cercana y yo tengo que transbordar, me subo sin pensarlo tanto, porque estar aquí, representa peligro.
A los 25 minutos llegué al pueblo vecino de San Diego, y allí inmediatamente me subí al bus que va a la capital.
Voy hasta el asiento final, allí saco mi móvil y mis audífonos, para escuchar música, abrazo muy fuerte mi mochila, cierro los ojos y por primera vez, desde hace muchos años puedo dormir con un poco de tranquilidad.
—¡¡Señorita, señorita!! ¿se encuentra bien?. —Es la vos de una mujer de unos 33 años mas o menos, piel trigueña pelo negro, liso y largo que va sentada a mi lado.
La mujer es muy bonita, pero sé le ve un poco triste
La mujer me ve con preocupación, es extraño, como alguien que no me conoce puede preocuparse, si ni mi propia familia jamas lo ha hecho.
Yo, estoy con la respiración tan acelerada, con mi cuerpo bañado en sudor y con el incontrolable temblor agobiándome.
Veo a la mujer y con un gesto de afirmación, le quiero decir que sí estoy bien, pero como puedo decir eso, si mi cuerpo dice otra cosa.
—No Señorita es evidente que usted no está bien, ¿viaja sola? —Me dice la mujer, que aparentemente muestra preocupación por mí.
—Si, voy a casa de mi Padre a la capital.— Le digo entre el fastidioso temblor de mi cuerpo.
—¿Usted también va a la capital?—Le digo, pues me parece amable la señora.
—Si, voy a buscar trabajo.—Veo como a la señora se le pusieron sus ojos llenos de lágrimas, las trata de disimular.
—Bueno espero que encuentres trabajo pronto.—Le digo.
—Llámame Doris, ¿tu como te llamas?—me dice y en un segundo pensé en decirle un nombre diferente.
— Soy Valentina Luna, me da gusto conocerte, Doris y espero que todo te salga bien.—le digo dándole un pequeña sonrisa.
—Gracias Valentina, me preocupé, cuando te vi temblar y sudar, pero veo que ya estás mejorando.—me dice viendo mis manos que aún se mueven sin poderlas controlar.
—Gracias por preocuparte, sabes es por qué soy drogadicta y llevo bastantes horas sin consumir y eso es lo que le pasa a mi cuerpo, cuando está pidiendo una dosis, mi cuerpo no resiste.— Le digo sinceramente.
A Ella parece que le sorprendió mi honestidad y sus ojos se quedan fijos a los míos y me dice.
—Debes dejarlas.—sus palabras denotan compasión.
—Lo sé, por eso es que me voy de mi pueblo, porque estoy decidida a cambiar mi vida, y no sé si lo lograré; pero al menos lo intentaré. —Le digo.
—Sabes, yo encontré a mi marido con otra mujer, en mi casa, en mi cama y cuando le reclame, me dijo que era porque soy una mujer seca, vacía, sin fruto y que Él estaba en su derecho de buscar otra mujer para tener hijos; yo nunca le pude dar un hijo, salí embarazada en dos ocasiones y mis bebes murieron en mi vientre, ahora despues de 18 años juntos, me corrió de la casa y no me dejo sacar nada, solo me tiro mi ropa a la calle, la recogí en esta bolsa de plástico y aquí voy.
No tengo a donde ir, mis Padres son religiosos y creen que lo que me sucede es por qué no voy a su congregación, así que no tengo su apoyo, lo único que pude hacer es ir con una amiga y pedirle un pequeño prestamo de dinero, con lo que pude pagar mi transporte.—Yo veo a la Mujer y le digo.
—Yo, no me llamo Valentina Luna, Me llamo Marisol Leal, y no voy a la casa de Papá, el no vive en la capital, aunque si voy para donde creo que está.
A la capital voy porque, pienso que alli podría buscar la manera de conseguir dinero, no sé como le haré, pero conseguiré el dinero que necesito para pagar un autobús, hacia el norte, despues seguire buscando la forma de sobrevivir hasta llegar a Estados Unidos, sé que es ilegal, sé que es peligroso, pero lo único que puedo perder es la vida y esta vida que yo he vivido hasta hoy, es peor que la muerte.—Le digo y ella se queda unos segundos callada.
—No, me llamo Doris, me llamo, Esperanza Lopez y si me dejas puedo ir contigo, así tienes compañía, es cierto es ilegal y puede ser muy peligroso, pero yo tampoco tengo algo, por lo que pueda quedarme, además juntas podríamos estar mejor.
Sonreímos y nos damos la mano, y seguimos conversando de nosotras el resto del camino, hasta oír al chófer decir, servido señores.
Nos bajamos y caminamos despacio, hasta encontrar un pequeño parque, con unos bellos árboles de flores rosadas, allí nos sentamos, y por varios minutos solo nos quedamos viendo pasar los carros y pensando que haremos para conseguir dinero...