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La Otra Cara Del Placer [Duele Amar - II]

La Otra Cara Del Placer [Duele Amar - II]

Status: Terminada
Genre:Romance / Completas / Venganza / Mafia / Dominación / Autosuperación / Traiciones y engaños / Esclava / Sirvienta / Venderse para pagar una deuda / Amor-odio / Cambio de Imagen / Ascenso de clase social / Venganza de la protagonista
Popularitas:89.5k
Nilai: 4.9
nombre de autor: Zuly Torres

Un asesinato bastó para desmoronarlo todo. Las sombras del pasado los persiguen. ¿Cómo todo pudo cambiar en una noche?
Entre secretos oscuros y lealtades cuestionadas, se ven arrastrados hacia un juego mortal donde cada elección los adentra más en un laberinto de engaños y pasiones prohibidas. ¿Podrán resistir la atracción que los consume o sucumbirán ante las fuerzas que los separan?
¿Odio u obsesión?
¿Deseo o amor?
¿Venganza o atracción?
Todas las decisiones te llevan a rumbos completamente distintos.

NovelToon tiene autorización de Zuly Torres para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

7: ¿Y si jugamos un rato?

...DAPHNE...

Perdí la cuenta de las veces que me prometí no reunirme con él por mi salud mental, pero una vez más fui envuelta en otra de sus manipulaciones. Y aquí estoy, pisando un club con olor a alcohol, drogas y prostitutas. Aquí estamos, mirándonos a los ojos, como leyéndonos hasta los más íntimos pensamientos.

Activo el cronometro en el celular.

—¿Diez minutos te son suficientes para que me expliques tu nuevo plan sucio?

—Si te cité fue para hablar como los hermanos que somos, no por un tema en particular. Te extrañaba y me pareció correcto llamarte aprovechando que tu estimado Dusan está hospitalizado —sirve un coctel que me ofrece y que rechazo al toque—. ¿Sabes?, tienes muchas cosas en común con nuestra madre, eres su viva imagen; cuando hacía una travesura me miraba con ganas de asesinarme, como tú ahora.

—¿Por qué rompiste el trato de un día a otro? —voy al punto—. Insististe en que seduzca a Travis, no me rendiste razones ni me confiaste la finalidad de esa ridiculez, y cuando te aburriste de esperar me enviaste un mensaje de texto absurdo que me informaba el fin de un acuerdo. ¡¿Soy tu juguete?! —tiro el coctel en su cara. El impulso me pudo y no me arrepiento—. ¡Estoy harta de ti y de tus trucos! ¿Por qué simplemente no te largas del país con el dinero que ganas de tus puercas apuestas?

—¿De qué manera quieres que te haga entender que no te voy a dejar otra vez? —actúa normal, cuando en el fondo muere de ganas por gritarme.

—Vives en una burbuja constante que no me sorprendería que llegues a creerte ese chiste.

—Soy un hombre de palabra y cumpliré con la promesa que le hice a mi madre antes de morir: iré contigo a donde quiera que vayas, sin importar los riesgos.

Su cinismo me induce una sensación de náuseas y repulsión constante. Literalmente me ha restregado mil veces en la cara que soy un objeto sexual con el que puede beneficiarse a su antojo. ¿Qué trama ahora con ese papel de hermano perfecto? ¿Qué busca de mí?

—Mira, en estos instantes estoy asociado con un hombre poderoso que me dará una recompensa si hago un excelente trabajo; es una suma de dinero que no podría tocar en mi vida con un empleo normal, una vez lo tenga en mis manos te ofreceré una vida sin perturbadores recuerdos, el pasado quedará como una simple pesadilla.

Oírlo hablar así de entusiasmado hace que discuta conmigo misma si debo considerarlo alguien sincero o no. Creerle es imposible, nunca ha mostrado un acto de amor por mí. Él es egoísta, manipulador, mentiroso… ¿por qué ahora tendría que creerle?

—¿Quién es el hombre con el que estás asociado? ¿Otra vez te involucraste en un negocio chueco en el que me quieres hacer partícipe? ¿Qué tipo de trabajo estás haciendo y qué tan relevante es como para que te ofrezcan tanto dinero? —inquiero inquieta.

Se reclina en la silla con una cara de “no me conviene responder”. Ojeo el cronometro que marca los diez minutos que establecí. Me incorporo lista para marcharme y solo entonces siento su mano aferrarse a mi muñeca.

—Estoy trabajando para nuestro padre.

Decepcionarme de él es lo habitual, pero esto fue el golpe bajo que me faltaba para caer en cuenta que este maldito egoísta no es ni será jamás un buen hermano.

—¡Ese desgraciado no es mi padre, como tú tampoco mi hermano, hijo de puta!

—Hablemos —me obstaculiza el paso con su presencia e intenta calmar mi enojo con una tonta caricia en el rostro que esquivo a toda costa—. No te tomará más de cinco minutos prestar oídos a lo que diré, lo juro.

—¡¿Todavía tienes el descaro de mirarme a los ojos cuando estás trabajando para el malnacido que destrozó mi infancia?! ¡¿Con el que me marcó con una vida de prostitución siendo una niña con ilusiones?! —las lágrimas que retuve en años de tortura las derramo ahora. Qué imbécil. El nudo en mi garganta es un obstáculo al querer vocalizar una palabra, no ingresa suficiente aire a mis pulmones; mi cuerpo no es resistente a este tipo de noticias—. Tú… ¿qué ganas con convertir mi vida en un infierno?

Ni siquiera puse resistencia cuando me aplanó en la silla. En cuclillas agarró mis manos, suplicando que lo oyera.

—Dawson sabrá de lo que soy capaz cuando le ponen un dedo encima a lo que amo, lo que te hizo no quedará impune. Recuerda estas palabras: “Llegará el día en el que veremos juntos a Dawson Lancaster agonizar y padecer una muerte lenta, violenta y dolorosa con la que disfrutaremos verlo llorar lágrimas de sangre”, es una promesa.

—Se te hizo costumbre mentir —libero una risa cargada de resentimiento—. Te es fácil montar la culpa en el resto sin hacerte responsable de lo que aportaste, pero lo entiendo, eso es justo lo que un cobarde hace.

Con un sentimiento de asco palpable, aparté de encima las manos de él con determinación. Cada roce, cada contacto con su piel, enciende una llama de recuerdos desagradables que me consumen viva.

—Elimina mi número de tu celular para que no vuelvas a llamarme. No me des el tedio de venir a verte por favor. Céntrate en tus asuntos. Y si de casualidad nos encontramos en algún lugar, haz como si fuéramos dos desconocidos.

Sin despedirme me marcho del ruidoso club.

Salí de la mansión sola, sin escoltas y sin un auto que me transportara, para prevenir problemas con Dusan; prácticamente me escapé, y creo que fue una mala idea el haber venido a una zona comúnmente concurrida por hombres con intenciones cuestionables, peor si es pasada las doce de la noche.

Creo que debí pedirle a Nolan que me acompañara por lo menos a tomar un taxi, después de todo es mi hermano y no estaba mal pedirle un favor.

Por pensar en idioteces tardé en reaccionar cuando un par de tipos vestidos de negro me sujetaron de los brazos con el fin de enviarme al interior de un carro, y cuando lo hicieron comprendí que eran ordenes de Travis, quien me acompaña en los asientos traseros y me examina de pies a cabeza.

—Vamos a la mansión de Dusan —le pide al conductor que enseguida toma un rumbo.

Espera, ¿él estaba esperando por mí fuera de ese club para llevarme a casa? Es decir, estoy agradecida que me sacara de ahí sana y salva, pero ¿por qué estaba ahí?

—¿Se te perdió algo en mi cara? —se queja por mi penetrante mirada en sus ojos.

—¿Qué estás haciendo?

—Estoy llevándote a casa.

—Eso lo sé. Quiero decir, ¿estabas espiándome o cómo sabías que estaba ahí? ¿Dusan te envió?

—No soy tu niñero ni alguien que obedece a otros para ir a recogerte, no me confundas. Hago esto para darle tiempo a Nolan de volver a mi casa para que continúe aparentando ser un leal trabajador —tuerce una sonrisa que se interpreta como la de alguien que domina su rabia—. ¿Quieres decirme por qué te encontraste con Nolan en el club?

¿Conoce a Nolan? ¿Por qué ese idiota tendría que ir a casa de Travis? Esto me huele a que el imbécil ese me metió en otro problema que recién sé que existe.

—¿Nolan? No conozco a ningún Nolan.

—En un principio consideré que era un amigo o quizás un noviecillo por el ambiente que noté entre los dos, pero por tu indiferencia para con él creo que tienen un pasado secreto que te lamentas de haber vivido.

—Haz que detengan el auto aquí, me bajaré.

—Aún no llegamos a tu destino.

—Puedo caminar.

—¿Por qué evitas mis inquietudes acerca de tu conexión con Nolan?

—A ti que te importa con quien me junto.

—Exactamente, no me importa, pero sí es de mi importancia conocer quién está trabajando para mí.

¿A eso se refería Nolan cuando me habló de hacer un trabajo para Dawson? ¡Lo mataré en cuanto lo vea! Por culpa de ese bastardo estoy en aprietos y sin instrucciones sobre qué responderle a Travis, ¡a Travis!

Confundida lo observo quitarse la prenda que traía encima de su camisa blanca y me la tira literalmente en la cara.

—Póntela, estás temblando de frío.

Si supiera que no es de frío, sino de nervios.

—Suelta la lengua y no me hagas repetir otra vez qué relación tienes con Nolan.

—Es… un amigo.

—Dudaste de tu respuesta.

—¡Porque estoy nerviosa! No es normal que de repente me subas a tu auto y me interrogues por alguien que apenas he visto un par de veces.

—¿Entonces consideras amigo a alguien que viste dos veces?

—No lo dije tan literal. Ahora respóndeme: ¿A qué se debe tu curiosidad por Nolan?

—No es de tu incumbencia. Pero hazme un favor, no le platiques a tu “amigo” que estuve haciéndote este tipo de preguntas.

¿Favor? Tiene que ser una condición trascendental para que le pida un favor a la chica que despreció y trató mal. La vida de Nolan me vale un carajo, lo que Travis se traiga contra él no es asunto mío, por lo tanto, de mi boca no saldrá nada.

—¿Cuánto falta para llegar?

—Aún queda mucho, ¿por qué? ¿Te incomoda estar en el mismo carro con tu “primo”? —sonríe con la vista en la ventana—. Descuida, no te pondré un dedo encima. No toco a mujeres sin su consentimiento.

Le creo, de no ser por mi insistencia esa noche, nunca habría ocurrido nada entre nosotros.

—Dusan tiene una imagen diferente de ti en su cabeza, un concepto distinto referente a tu pasado en comparación a lo que yo pienso de ti —articula a la ligera, volviendo a centrarse en mí—. ¿Le mentiste a Dusan cuando expusiste haber sido obligada a prostituirte por años?

—¿Por qué mencionas eso de repente? —su imprudencia me malhumora.

—Bueno… Esa noche en Venecia te me ofreciste, prácticamente me rogaste que me acostara contigo, aun cuando te rechacé por ser una muchachita de 17 años.

Era obvio que mencionaría ese momento vergonzoso en cualquier instante. ¿En estos casos es mejor mentir o decir la verdad? Mi temor es que continúe con una mala impresión de mí… y no sé por qué.

—Desde muy niña me enviaron a un prostíbulo, me dediqué a aprender el funcionamiento de esa clase de lugares espantosos y con el pasar del tiempo me adapté a esa vida, no me quedaba de otra. En mi etapa de adolescencia las cosas cambiaron radicalmente, pasé de espectadora a protagonista —los recuerdos asquerosos van llegando de a poco, son una tortura—. Era la más joven del sitio, como también la más solicitada por los viejos verdes que ofrecían miles por el morbo de follarse a una chica de apenas 15 años.

—¿Y cómo fue que paraste en ese lugar? —enciende un cigarrillo.

La plática iba bien hasta esa última pregunta. Otra vez no sé qué responder, no me sentiría a gusta contándole que el ambicioso de mi hermano negoció mi cuerpo con un hijo de puta, entregándome en bandeja de plata a la prostitución. Estoy obligada a evadir esa pregunta y en su lugar aclarar el misterio del porqué le rogué para que se acostara conmigo esa dichosa noche.

—Se podía decir que era una prostituta con privilegios, no me acostaba con hombres como tal, solo era utilizada para tener sexo oral con los clientes, por eso me consideraban una mina de oro virgen. Reservaron mi virginidad porque ya había un comprador que estaba dispuesto a pagar diez millones por mí en cuanto cumpliera dieciocho, el único requisito era que no me acostara con nadie hasta que llegara la fecha estimada, nunca supe de quién se trataba, pero por mi experiencia sospeché que era un viejo. Y ahí es cuando entras tú; esa noche me metí a esa habitación, suplantando a otra chica, con el fin de perder mi virginidad con alguien. Si me acosté contigo fue para echarle abajo la mierda esa de trato que mantenía mi jefe, y no sabes cómo lo disfruté. Después de eso me golpearon hasta el cansancio, pero nada me quita la satisfacción de ver perdidos esos diez millones —sonrío.

Giro para verlo, pero sus ojos ya estaban en mí. ¿Aún tiene dudas tras escuchar mi verdad?

—Como sea, yo te ofrecí mi ayuda y te negaste, ¿lo recuerdas? Tu libertad estaba en tus narices, pero elegiste una pésima opción.

—¿Dices que te arrepientes de acostarte conmigo o por qué te pareció una “pésima opción”? —apoyo mi codo en la cabecera del asiento y mi cabeza en una mano, voy acomodándome hasta ver sus ojos con una mirada que va más allá de la curiosidad.

En esta ocasión la vergüenza quedará de lado.

—No soy de los que se arrepienten de algo que se gozó en su momento. De las buenas y malas experiencias se aprende, ¿no?

¿Qué me quiso decir?

—Llegamos —anuncia el chofer.

Y aquí es donde tengo que despedirme.

—Esa noche fuiste muy rudo conmigo, aun cuando te supliqué que tuvieras un poco de empatía por mi situación… —comento con un pie fuera del auto—, pero el hecho de que te preocuparas por mi circunstancia fue lo que me hizo crear cierto afecto por un desconocido en ese entonces. Gracias, y gracias también por traerme a casa.

—¿Cuál “gracias”? Este favor te lo cobraré algún día.

Asiento cerrando la puerta del carro.

Aun viéndolo partir de la misma manera que llegó, siento los latidos de mi corazón en aumento. Ese hombre me puso mal con solo cruzar un par de palabras. Creo que ahora estoy aliviada por aclarar los malentendidos con él.

Él…

Entre sonrisas y suspiros huelo el aroma de su saco, tan adictivo… No debería hacer esto fuera de casa, delante de los hombres de Dusan, ¡lo sé!

Fingiendo normalidad saludo a los empleados y con el corazón estallando en el pecho del miedo consigo pisar mi habitación sin haber pasado por interrogatorios de nadie.

Tengo que ser cuidadosa por si hay un segundo encuentro. Y ya que pienso en eso, devolver el saco es un buen pretexto para verlo otra vez. ¡Un momento! ¡¿Qué estupideces son esas?! Mientras más medito, más ridículo parece, ¿por qué querría verlo?

Tú sabes porqué, Daphne.

Me tumbo en la cama con los ojos cerrados.

—¿Travis… me gusta?

...TRAVIS...

Días después…

Si estuviera dentro de mis posibilidades borrar de mi memoria la conversación de aquel día, no dudaría en desaparecerla de mi cabeza. Han pasado tres días desde que la venda se me cayó de los ojos y supe de la relación que Andrew sostenía con Dawson. Es la primera vez que me siento un cobarde por no ser capaz de encarar a mi hermano. Perdí la cuenta de las veces que examiné la situación y no hallé razones para sus decisiones. ¡¿Tratos con el asesino de nuestro padre?!

Con cada golpe al saco de boxeo, descargo una furia incontenible, liberando toda la frustración y la impotencia que me consumen. Cada impacto es una expresión física de la ira y el dolor que llevan mucho tiempo ardiendo en mi interior. En ese estado de agitación interna, siento el impulso de desquitarme con cualquier cosa que se cruce en mi camino, como si la rabia y la desesperación buscaran una salida desesperada.

¿Desde hace cuánto Andrew y Dawson estuvieron en contacto y qué tanto hicieron juntos?

¿Cuáles son los motivos que arrastraron a Andrew a traicionar la familia así?

¡¿Cómo puede tener el cinismo de engañar a cualquiera con un papel distinto a la realidad?!

Muchas preguntas y ninguna respuesta.

La decepción circula en mis venas. La herida sigue sangrando y el ardor es insoportable, lo peor es que me siento atado de manos, no sé cómo darle un fin a esto. Las punzadas en mi pecho siguen latentes. No alivio este dolor ni desahogándome con un saco de boxeo por horas continuas.

—¡Mierda! —doy el golpe final.

—Luces como alguien a quien le han roto el corazón —oigo a Jessa hablarme desde la puerta.

—¿Qué haces aquí? —pregunto cortante, pasando a su lado para salir de la sala de entrenamiento.

—¿Soy adoptada?, es lo único que se me ocurre para justificar tu actitud irritante para conmigo —me sigue por las escaleras—. ¿Quién te hizo tanto daño para que tengas esa cara? Pareces un zombi, ¿has padecido insomnio estas últimas noches?

—Probablemente.

Paso a la habitación donde me he quedado a dormir para evitar a Rahab, y ahora que lo pienso, también son tres días sin encontrármela, ¿cómo he podido con tanto? La noticia de la muerte de su padre sí que le afectó, no ha salido de la habitación ni porque le permití andar por la casa.

—Te ves exhausto, no es saludable que fuerces tu cuerpo a un duro entrenamiento —masajea mis hombros—. Arlo me dijo que has estado así por días seguidos, ¿qué tienes?

—No es tu problema.

—Tú eres mi problema. ¿Por qué no expresas un poco tus sentimientos con tu hermana? No me gusta verte en ese estado.

—Di a qué viniste y luego lárgate —retiro sus manos—. Si es para ver cómo se encuentra Rahab, sabes dónde está ella.

—En parte… La última vez que la vi no nos fue posible conversar por el insolente empleado que la vigila todo el tiempo, y bueno, también porque me olvidé de ella cuando vi a Andrew luego de años —sonríe, ahora apoyando su mentón en mi hombro—. Oye, ¿y si nos reunimos los cuatro?

—¿Los cuatro?

—Sí. Andrew, Melody, tú y yo; los cuatro, una pequeña reunión entre hermanos donde la pasaremos de maravilla para recordar viejos tiempos en familia. Me ofrezco a citar a los otros dos para ver qué opinan, luego buscaré en internet un salón para reservar una cena…

—Haz lo que te dé la gana, pero a mí no me involucres en esas estupideces —destapo una botella de licor que llevo directo a mi boca—. Cuando te vayas cierra la puerta por favor.

Al toque rompe la cercanía.

—Como quieras —su voz animada pasó drásticamente a sonar apagada.

¿Fui un poco rudo? Ella tan sensible y yo tan bruto. Odio esa parte de mí en la que me desquito con los demás cada que algo no va bien.

—Hey —levanto su mentón con la intención de que me vea a los ojos, pero la muy resabiada conserva su vista en el suelo—, habla con Andrew y Melody sobre la idea esa y convéncelos, cuando tengas sus respuestas me buscas y nos ponemos de acuerdo en elegir un lugar, ¿sí? —propongo y ella asiente.

—Señor —Arlo se asoma en la puerta tras dar un par de golpes—, disculpará mi imprudencia, pero hay algo que tiene que ver.

Sí, definitivamente posee importancia si obligó al penoso de Arlo a venir cuando Jessa está presente.

Lo seguí a donde sus pasos debían paralizarse: en el depósito dividido para amontonar grandes cantidades de dinero como también para torturar a basuras si se presenta el caso.

—Volvemos a encontrarnos —me relamo los labios del deleite, creo que pocas veces me emociono así, y es que es una sensación de euforia que surge automáticamente cuando estoy a nada de dejarme llevar por mis instintos—. ¿Qué tal, Kamilla?

La perra está atada de pies y manos a una silla. Moretones marcan su tersa piel clara. Gotas de sangre descienden de sus fosas nasales y de sus labios partidos. Sí, me molesta que le hayan hecho esto… sin mí.

—¿Cómo dieron con ella?

—Los tipos que usted contrató para hallarla la capturaron fuera de un casino —explica Arlo—, entonces la trajeron esta mañana. No quería usar la violencia en ella sin sus órdenes, pero en vista a que sostenía un comportamiento impulsivo me vi en la urgencia de darle una lección.

—Excelente trabajo —palmeo su espalda.

Uno de los tres hombres que están detrás de ella me pasa un hacha. Me gusta ver que han ido reconociendo mis herramientas favoritas de trabajo.

—¿Está afilado? —me refiero al hacha.

—Sí, señor.

—Perfecto —no conseguí dar ni un paso hacia ella por su llanto desesperado que me sacó la inspiración a fuerzas.

—¡No te me acerques! —grita alterada, haciendo movimientos inútiles de manos para zafarse de las cuerdas.

El sudor emanando de su cuerpo, las venas marcadas en sus muñecas, las lágrimas escurriéndose en sus mejillas, los chillidos y gritos desenfrenados, ¿vienen de una persona aterrorizada? Pero si saben cómo soy ¿por qué toman el coraje para traicionarme? ¿Haciendo un espectáculo como este quiere darme lástima? Es asqueroso pensar que tiene en mente conmoverme con lágrimas falsas.

Arrastro una silla y la coloco delante de la de ella, y como todo un maldito que disfruta ver el terror en sus ojos dirijo mi torso en el respaldar de la silla, observándola a los ojos hasta estudiar su más retorcido pensamiento, meneando el hacha de lado a lado.

—¿Y si jugamos un rato?

—No lo hagas… —balbucea.

—Si tardas más de diez segundos en contestar mis preguntas te corto un dedo, solo uno, no es como si vayas a morir por quedar con solo nueve dedos, a menos que te mantengas obstinada y quieras terminar sin dos brazos y dos piernas —acaricio su cabello, sintiendo los temblores que arropan su cuerpo—. ¿A quiénes me vendiste?

—Perdón… —y la mula vuelve a balbucear.

—Respuesta incorrecta —suspiro—. Aún te quedan siete segundos, linda. Vamos, tu puedes.

—Si hablo matarán a mi hermano…

—Cinco… cuatro…

—¡Ponte en mi lugar, te lo suplico!

—Tres… dos…

—¡Tú también tienes hermanos y darías todo por ellos!

Abandono la silla.

Que conste que le di una oportunidad para soltar la verdad, no quiero que me acuse luego de ser cruel.

—Le diferencia entre nosotros es que yo te tendí la mano cuando eras una miserable drogadicta, te ofrecí trabajo y un techo, mientras que tú me traicionaste sin considerar la opción de platicarme sobre los chantajes que recibías. ¿Nunca confiaste en mí, Kamilla? —con paciencia calculo mi puntería con el hacha—. Tú no conoces de lealtad, así que jamás repitas que me ponga en tus zapatos, no seas igualada.

Un lamento de horror fue lo último que dejó escapar antes de verme tentado por la adrenalina y el resentimiento que me arrastraron a levantar la afilada herramienta con el fin de desprender un dedo de su mano. Es extraño, no soy hombre de fallar en punterías, pero en esta ocasión su dedo índice salió lesionado por un diminuto y notorio corte cuando se suponía que solo tenía que dirigirme a su pulgar. Tampoco es que me importe haber fallado, por cómo va es claro que terminará sin extremidades.

—¡Maldición! —disgustado trato de limpiar la sangre que salpicó en mi camisa, ¡justo tenía que ser blanca!, lo peor es que es de mis favoritas.

Ya estoy de malgenio. Escucharla gemir como una puta no es un tranquilizante, eh. Odio las personas débiles que no aguantan nada y que a través de lágrimas intentan dar lástima, son unos fracasados que no aportan nada al resto.

—Ya no más —murmura tumbada en el suelo, aún amarrada en la silla—. Me duele…

Por cada súplica ensancho una sonrisa. No es mi cumpleaños, pero ha sido de los mejores regalos este año. Su cabello está sucio por una pequeña cantidad de sangre que se esparció en el piso. Su piel se tornó pálida, y aunque mantenga sus ojos abiertos, luce igual que una muerta. Estaba en lo cierto cuando destaqué lo débil que es. Qué pereza lidiar con gente que no soporta una insignificante broma.

—¿Quieres seguir con el juego, linda? —no es como si su respuesta tuviera valor, pero llevo mi caballerosidad por delante—. Ahora tengo muchas dudas. Los dos años que trabajaste para mí te confié información que compartiste con otros, me pusiste en una posición difícil, no lo negaré, temía por mi libertad y que la ley me condenara a años de prisión; fue una buena jugada, lastimosamente no llegó a más que falsas especulaciones que yo mismo me encargué de eliminar. ¿Quiénes te convencieron para perjudicarme? Solicito detalles.

—Fueron ellos… Los Lancaster.

—¿Los Lancaster?

Asiente, asustada, temblando sin motivo.

—¿Hablas de Dawson Lancaster y su hija?

—Su hija no tiene nada que ver, ella no sabe sobre esto. Eres un hombre con una infinidad de traumados anhelando tu derrota; Dawson y su hermano Conrad están tras tu cabeza.

A estas alturas vengo a saber de la existencia de otro miembro de la familia Lancaster que pretende verme muerto. Interesante. Sabré yo porqué diablos ese tal Conrad quiere destruirme.

—Continúa.

—Dawson está vivo.

Una noticia basta para estremecerme. ¿Impresionado? Para nada, estaba preparado para esta noticia apenas perdí el rastro de los sicarios que contraté para asesinarlo, solo quedaba confirmarlo.

—¿Te sorprendí, Travis?

—Eso es periódico de ayer. No me has revelado nada útil, di algo nuevo y solo entonces consideraré perdonarte.

En su pequeño cerebro almacena algo más, lo intuyo. Teme más exponer verdades que perder otro dedo. Lo piensa demasiado para mi gusto antes de volver a hablar:

—En el lugar que te reuniste con Dawson no estaban solo los dos, Andrew estaba ahí. Gracias a la participación de Andrew tus hombres no consiguieron matar a Dawson. Tu hermano engañó a los tipos dando una falsa orden que decía venir de ti, y en el proceso de convencimiento llegaron los refuerzos de Dawson y asesinaron a los demás. Desde entonces Andrew oculta a Dawson en algún lugar de la ciudad. ¿Sabes?, siento que de todo lo que te he dicho no me has creído la parte en la que participa tu hermano…

—Te creo —el dolor se asentó en mi voz—. ¿Qué me puedes decir de Nolan? ¿Lo conoces? ¿Sabías que en estos instantes está dentro de la mansión por petición de Andrew?

—Nolan… cómo no conocerlo… —tensó su mandíbula—. Ese tipo fue enviado por Andrew para encomendarme el trabajo de investigar la ubicación donde partiría tu merca, en ese entonces me negué, por eso el malnacido de Nolan usó a mi hermano para amenazarme.

¿Era necesario volver a mencionar su sombría historia? Ya me duele la cabeza de oírla lamentarse.

Tomo la navaja oculta en mi pantalón para cortar las cuerdas que atan sus manos y pies. Menos mal me ha tomado de buen humor. De cuclillas me sitúo en el suelo y sujeto su rostro entre mis manos.

—¿Y qué me dices de Rahab, la hija de Dawson? ¿Conoces lo que Andrew y Dawson planean hacer con ella?

El miedo vuelve a manifestarse en su rostro. Tampoco es tan bruta como para abrir la boca y exponer la vida de su hermano sin tener la certeza de salir con vida. Qué triste.

—Vamos, Kamilla, has dicho la mayoría de lo que ansiaba escuchar, no te eches ahora para atrás. Si te portas bien, yo me portaré mil veces mejor.

—Protege a mi hermano, por favor… —descansa su cabeza en mi hombro—. Andrew vendrá por ella a la medianoche, tienen todo calculado, irrumpirán en la mansión cuando todos duerman.

Eso no me lo veía venir. ¿A la medianoche? No estoy preparado para esto, ni siquiera cuento con un plan para evitar que alejen a la demente de Rahab de mí. Además, ¿por qué Andrew le mintió a esa mujer sobre su padre que desgraciadamente aún vive? Eso no importa. Debo pensar fríamente cómo actuar.

Me incorporo para ver de arriba a la tipa desmayarse. Ahora sí está inservible para dar más detalles.

—Si está muerta, trasládenla a un lugar lejos de aquí donde no pueda ser encontrada. Y si está viva…, hagan traer a un grupo de doctores para que la atiendan —indico, y ahora asiento los ojos en Arlo para darle un nuevo trabajo—: Tráeme al hermano de Kamilla sano y salvo, puedes llevar a otros hombres contigo por si se presenta un problema.

—¿En serio la ayudará después de su traición?

—¿Tú, cuestionando mis decisiones, Arlo?

—No, señor. Es que…

—Resérvate las opiniones, Arlo. No interfieras en lo que hago y obedece sin protestar.

—Sí, señor.

Doy unas últimas indicaciones antes de marcharme y encaminarme al auto. La casa me estresa y no es el ideal lugar para pensar con profundidad en lo que se viene. Tengo el fugaz presentimiento de que después del plan que armaron Andrew y Dawson volveré a vivir un poco de acción, eso es perfecto.

1
rosi
todo un Enzo en desmayarse por esas noticias
rosi
que le pasó a Andrew el no era así el era de lo más relax cuando se volvió contra su familia y por que ese odio hacia Travis y Jane donde está ? sus hijos se van a matar y ella no enterada 😔
Lorena Davila
muy bueno
rosi
que paso por que se separaron tanto los hermanos Andrew traicionó a su hermano ?
Katherine De Velasquez Pino
jessa ya me estás cayendo mejor yo también soy ♏ y mi esposo ♍
rosi
a mí también me daba como mala espina pero bueno verdes que sucede
Andrea Barrionuevo
dios no no no lo acepto pq matarlos a ellos que no fueron malos y dejar vivos a travis Andrew o Nolan ninguno de estos 3 valía la pena uno es peor que el otro.
Andrea Barrionuevo
Por favor es un asco de tipo Andrew.
Este tendría que haber muerto en lugar de Carlos
Andrea Barrionuevo
Nooo pq justo Carlos tenia que morir
era lo mejor de todo esos
tenias al resto para matar Andrew Travis Nolan y sigue el resto pero no justo mato a Carlos
Andrea Barrionuevo
Por favor no se kmo puede ser tan tonta y perdonarle lo que hizo.
No hay perdón ni nada de lo que haga para tapar lo que hizo sin su consentimiento.
No estamos hablando de algo tan simple sino de que manipulo todo a su favor y le practico un aborto y quiere tapar todo kn decir yo te amo sos mi vida.
Pero no ninguna de estas parejas están bien mentalmente mejor dicho nadie de todos los personajes pq hacen todo mal y están kmo si eso fuera correcto.
Andrea Barrionuevo
pregunta pq tiene que experimentar lo mismo 2 veces y la respuesta es por tonta por no salir kn guardaespaldas.
es tan tonta y confiada que termina siempre en problemas.
Andrea Barrionuevo
por lo que voy leyendo todos son unos enfermos no hay uno que valga la pena
Pero el peor de todos es Andrew
Andrea Barrionuevo
puede ser tan tonta esta mujer después de lo que le hizo y dijo Andrew piensa que va a cambiar su forma de pensar.
tendría que tener más caracter
Andrea Barrionuevo
Pobre tiene a sus enemigos bajo su mismo techo.
Al final no hay uno que le sea fiel todavia
Monica R Briseño
Muy buena esta novela, he leído cada historia de tus personajes, me hicieron reír mucho con cada cosa.
Gracias pur cada novela las disfrute mucho.
Felicidades!!!
Excelentes cada una de tus historias.
Rossana Dorante
excelente trabajo, me hizo llorar en varias ocasiones
Esther Peraza Valdez
Excelente
Karina Jaime
hermosa novela. me hiso llorar el capitulo final!!
Karina Jaime
se pasan, una familia de locos. jajs
Karina Jaime
se pasa ese travis, es la segunda vez q se desmaya cuando se entero del embarazo!
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