Tras sacrificarlo todo para preservar la vida de su hija, se ve obligada a ocultar su supervivencia para enfrentarse a una de las mayores batallas de su existencia: la lucha contra un ejército de no muertos que ansían la muerte de su propia hija.
Decidida a obtener la victoria, Genevieve se embarca en una peligrosa misión para recuperar la corona de su abuelo, el último rey de los tritones, arrebatada por el hombre que la mantuvo prisionera y la sometió durante años. En su odisea, se cruza nuevamente con el padre de su hijo por nacer, cuya muerte lo dejó desolado.
¿Logrará Genevieve reclamar la corona perdida y garantizar la seguridad de su familia frente a las fuerzas de la oscuridad?
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CAPÍTULO 11
—¡Quiero luchar!—gritó abriendo la pesada puerta—¡QUIERO VIVIR!
Una vez entró, se quedó sin aire varios segundos, mientras sentía como su corazón estaba por salirse de su pecho. Yuna, quien creía que ya se había dado por vencida, la observó con una sonrisa discreta. Chasqueando sus dedos, Yuna provocó que varias runas del tiempo se materializaran en el aire, haciendo que la casi inexistente área de entrenamiento volviera a la gloria de antaño.
—Dígame, princesa—le dijo—¿sabe usted porque el pueblo de los tritones y sirenas son seres tan únicos?
—Porque nacimos del agua—respondió recuperando su aliento—al ser seres del agua, nuestra conexión espiritual es más profunda que la de otros seres vivos, por eso tenemos prohibido matar.
—No obstante, al usted regresar de la muerte, se ha liberado de aquella regla—volvió a hablar Yuna.
—Debo matar al emperador—tragó duro, provocando dolor en su garganta—¿cierto?
—Así es—confirmó la no muerta—princesa, usted no es la única que ha sufrido a manos del emperador...el ejército de los no muertos son las almas de todas sus víctimas, quienes desean no solo matarlo a él, sino también a toda su descendencia.
—Incluyendo mi hija mayor—habló nerviosa.
—Sin embargo, si una renacida como usted—le señaló—lograra asesinar al mayor de los monstruos y recuperara la corona del pueblo de los tritones...
—Los no muertos me seguirían—supuso Genevieve.
—¡Exacto!—confirmó Yuna con un aplauso—pero para reclamar el trono de su abuelo, deberá primero recuperar la corona de este. De allí nace su misión: luchar contra el emperador, recuperar la corona del último rey tritón y hacer que los no muertos la obedezcan.
Genevieve asintió, entendiendo con resignación las palabras de la enviada del dios de la muerte. Si bien estaba agradecida con la segunda oportunidad que le habían dado, sintió en el fondo de su corazón una ira indescriptible contra la deidad, puesto que le había quitado más de lo que la misma vida le había arrebatado.
—¿Cómo puedo?—preguntó palpándose el vientre—¿si de verdad me quieren como reina, cómo puedo hacerlo antes de ser peor que una tonta andante?
—Eso dependerá de usted y su determinación por superar los obstáculos que se le vienen—respondió con seguridad—¿Quién dijo que el camino hacia el trono sería sencillo?
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Fue así que Yuna comenzó el entrenamiento con Genevieve, provocando que el cozo de entrenamiento entrara en un bache espacio-temporal, el tiempo pasaría de manera más rápida allí que en el exterior. Asegurándole a la princesa caída que el entrenamiento, si bien era doloroso, no afectaría al bebé en su vientre, Genevieve aceptó.
—¿Qué ocurre?—preguntó Yuna—¿Tan pronto se quebró su deseo de vivir? Y eso que solo es una manifestación de un soldado imperial de primer rango.
La princesa caída, con la nariz rota y observando como uno de sus dientes estaban en el suelo, se encontraba recuperando el aliento en el piso, mientras un soldado imperial se encontraba en estado de reposo. Si bien aquel soldado era solo una manifestación de un soldado real, tenía el mismo poder que uno y estaba siendo difícil de derrotar para ella.
—Me niego—dijo escupiendo sangre—¡Me niego a rendirme!
Materializando unas nudilleras de diamante, intentó golpear al soldado; sin embargo, este la esquivó varias veces con una velocidad sorpréndete y en un descuido la pateó con fuerza en su estómago. Genevieve, quien se había cubierto con los dos brazos para evitar el golpe, salió disparada contra la pared contraria, haciendo que el impacto destrozara varios ladrillos.
Con una sonrisa leve, Yuna observó como Genevieve se levantó y aun cuando tenía el cuerpo semi agachado debido al dolor, había logrado mantener la materialización de sus dos armas en ambas manos. Aquello tranquilizó un poco a la no muerta, ya que la princesa caída estaba empezando a ganar resistencia.
—¿Eso es todo?—preguntó sonriendo, mostrando sus dientes manchados de sangre.
Como si de un perro se tratara, el soldado respondió a su provocación intentando golpearla de nuevo; sin embargo, Genevieve, quien comenzaba a entender alguno de los patrones del soldado, golpeó dos de sus articulaciones haciendo que este temblara un poco y, aumentando su velocidad, se colocó detrás del hombre, partiéndole el cuello y haciendo que se esfumara enseguida.
—Aunque ha pasado un mes desde que comenzó a entrenar—dijo Yuna—ha entendido rápido la lección, ¿o me equivoco?
—si un perro vence en fuerza al gato—le respondió limpiándose la sangre de su nariz—el gato debe ser más astuto y resistente.
—Así es—confirmó serie Yuna—si desea matar al emperador, deberá entender que hay enemigos fuertes esperándola; sin embargo, estar un paso adelante de ellos será crucial para su venganza.
Genevieve asintió ante las palabras de Yuna, segundos antes de desmayarse debido al cansancio que tenía y al dolor en todo su cuerpo. Ya había perdido la cuenta de las veces que había perdido la consciencia desde que inició su entrenamiento con Yuna; sin embargo, una vez se despertara, volvería a entrenar de manera inmediata, aun si su cuerpo no quisiera.