El Romance Prohibido Del Emperador

—Abi, deja de ser tan dura conmigo, me tienes a tus pies, preciosa, como te hago entender que estoy loco por tenerte, no solo yo estoy loco por ti, mi lobo también lo está, ese olor a frutos rojos me hace la boca aguas, no me iré de aquí sin antes saber que tú y tu cuerpo no sienten nada por mi— dice mientras se restriega en ella, para que ella sienta su deseo.

Al sentir aquello, el cuerpo de Abigaíl se calentó como una olla, y su ropa interior estaba mojada.

Aquello no pasó desapercibido por Romeo, y sabe lo que significa: ella tiene deseo por él, al igual que él por ella. Él hasta podía oler el delicioso olor de su excitación.

Abigaíl aunque se sienta de ese modo, no va a caer ante ese sinvergüenza, y por eso usó toda su fuerza para librarse de él.

Cuando se liberó de sus fuertes brazos, se paró frente a él para hablar.

—Vete Romeo, antes de que te odie de la misma manera que te ame, sal de aquí y no regrese nunca— dice ella perdiendo la poca paciencia que le queda.

Ante tales palabras, Romeo pensó que lo mejor era irse y por el momento no insistir, ya que si hace eso, por lo enojada que está su bella, él es quien va a perder. Por eso, con toda la calma del mundo, dice.

—Bien, muñeca, me iré, por el día de hoy te dejaré ir, pero veamos cuánto te dura ese autocontrol que tienes, los dioses nos hicieron pareja destinada, y como ya teníamos un vínculo sentimental, no sé que pasará contigo cuando llegue tú celos, yo por mi parte, te estaré esperando en mi palacio, de ahí no me moveré, recuerda algo preciosa, puedes correr, pero no esconderte— dice el tranquilo.

—Para acostarme contigo, prefiero morir en el celo, ya vete de aquí, que no lo soporto más estar a tu lado— dice ella, y él sale de allí tranquilo, pues es cuestión de tiempo para que ella caiga de buena voluntad en sus brazos.

Abigaíl por su parte, cuando vio que el hombre se fue, cayó en el suelo y se puso a llorar, ya que todos esos sentimientos de la antigua Abigaíl, la están agobiando, se siente al límite de la desesperación, puesto que no desea ser amante de nadie.

Ella no entiende como Abigaíl se dejó usar así, o quizá la entiende, pues aquel hombre, si no fuera un descarado y desvergonzado, fuera el mejor de los amantes.

Impotente, ella se levanta del suelo, y se va a su closet, y toma vestidos al azar.

Su padre quien vio salir a Romeo de la mansión, fue a ver cómo estaba su hija, y la encontró llorando en su habitación, mientras lanzaba vestidos en la cama.

Ella al ver llegar a su padre fue y lo abrazó.

― Papá, quiero irme de este lugar, no quiero ser amante de ese hombre desvergonzado, llévame de aquí —dice ella llorando.

 —Papá te ayudará, deja todo en mis manos. Hoy mismo te vas de aquí a una casa que tengo en el campo en el imperio de Tamarina, no tienes que salir de esta casa para hacerlo, ya que seguro ese hombre te mandó a vigilar con sus fieles perros —dice él con enojo.

Abigaíl recuerda lo último que habló con Romeo y por eso le dice a su padre.

— Padre, ¿cómo puedo frenar el celo?—dijo ella alejándose un poco para hablar con su padre.

—Existe una pócima mágica para aplacar los síntomas del celo, ¿pero, por qué vas a entrar en celos, si tú no tienes pareja destinada? Esa poción debe de ser tomada cuando el celo da inicio; cuándo aquello pase, tu cuerpo te avisará— dice él.

—Papá, Romeo es mi pareja destinada, no quiero caer en sus garras, no quiero ir al palacio como amante— dice ella afligida, pues si se vuelve pareja de Romeo, va a tener que ir al palacio y ser una mujer más de su harén, y ella ni muerta hará eso.

—Ese bastardo infeliz, ¿cómo se atreve a llevarse a mí dos hijas, cómo es posible algo así? Los dioses se equivocaron en darte una pareja tan promiscua como esa—dice el furioso.

—No sé qué pasó, pero no quiero estar con él, padre llévame de aquí cuánto antes— dice ella y su padre lo entiende perfectamente, y por esa razón sale de la habitación a buscar sirvientes para que ayuden a su hija con su equipaje, ya que ese mismo día la sacará de la mansión, sin que nadie la vea salir.

La forma es usando ese artefacto mágico para hacer portales que compró en una subasta. Para hacer eso, solo se necesita saber a dónde se quiere ir, y eso es suficiente.

La casa está alejada de este imperio, está en el imperio vecino, el imperio de Tamarina.

Él también buscará una poción mágica para ayudar a su hija con su celo, para que no la hagas caer en las garras de ese desvergonzado.

Unas horas más tarde, el duque ya tenía todo listo para su hija, tenía unas cuantas pócimas mágicas para tomarla cuando el celo de inicio, y también le dio dinero, en caso de que necesite comprar algo.

Para lograr eso con el artefacto mágico.

El duque salió de la mansión sin ser visto, ya que Romeo para prevenir que Abigaíl saliera sin que él supiera, mandó a vigilar la mansión Lombardi, y por todo el imperio, él tiene guardias que le avisarán si la ven ir a algún lado.

Por eso, desde dentro de la casa el duque con el artefacto mágico realizó un portal mágico, con dirección en la tienda de un conocido de él, uno que vende productos de la herbolaria.

***

Cuándo llegó la hora de despedir a su hija, sin hacer ruido algunos, él en compañía de su mujer despiden a su hija, y tras llorar un poco por su partida, la mandan a esa casa de campo en el imperio de Tamarina, y le piden que no salga de allí, bajo ningunas circunstancias que se le presente, ya que no saben si Romeo tiene gente también en ese imperio.

Ella lo entiende y por eso juró por sí misma permanecer en la casa de campo.

Cuando cruzó el portal mágico, era de noche en Tamarina. Ella miró por última vez a sus padres, los cuales le deseaban suerte, luego de eso el portal se cerró detrás de ellas.

No muy lejos de ahí, se ve una linda casa de campo, la cual está iluminada por todas partes. Ella, cuando llegó a la puerta tocó dicha puerta, y al poco tiempo está se abre y de ella sale una linda dama como de edad de 40 años, y la mujer tiene el uniforme de mucama de la casa Lombardi.

La señora reconoció a Abigaíl y, tras saludarla como se debe, la invitó a entrar, para así mostrarle la casa.

La casa por dentro era aún más linda, y aunque no era muy grande, era perfecta para estar tranquila. Ella también sentía un calor familiar en ella. Se nota lo bien cuidada que estaba la casa.

El recorrido terminó en la habitación de Abigaíl, quien cuando llegó a dicha habitación, pidió permiso para estar sola y organizar sus cosas a su estilo, pues aún no se familiariza con la señora, la cual lleva por nombre Lina.

________ Nota.

Hola, ¿qué tal están? Espero que esta semana sea una semana llena de muchas bendiciones.

Cómo ven, Romeo no la tendrá fácil.

(El que quiera azul celeste, que le cueste).

Sin más que decirles, nos vemos el miércoles si Dios quiere.