Viviana es la menor de tres hermanas, su vida da un giro inesperado cuando se ve obligada a tomar el lugar de su segunda hermana para casarse con un Despiadado multimillonario y así poder salvar la vida de toda su familia, tras el matrimonio forzado Ares Grey la hace vivir un infierno por venganza... Acompáña a Viviana en esta historia desafortunada.
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Un Juego Peligroso
POV VIVIANA.
Me reí por dentro mientras Ares me miraba con esa sonrisa desafiante. Pensé que iba a salirme con la mía, que iba a poder quedarme un poco más en la fiesta. Pero entonces, se levantó de la mesa y comenzó a hablar en voz alta, llamando la atención de todos. Me tomó la mano y me hizo levantar del asiento, sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo.
Mientras Ares agradecía a los invitados por venir a nuestra boda, yo no podía evitar sentirme un poco incómoda. Sabía que estaba siendo un poco rebelde, pero Ares parecía disfrutarlo. Cuando dijo que necesitábamos retirarnos a nuestra habitación, la multitud aplaudió y vitoreó, sentí mis mejillas arder.
Ares me miró con una sonrisa sugerente mientras se tomaba el vaso de un sorbo. Sabía que estaba ganando, que estaba tomando el control de la situación. Y yo, por alguna razón, no podía evitar sentirme atraída por él en ese momento. Me sentí como si estuviera siendo arrastrada hacia él, hacia lo que fuera que estuviera planeando.
Ares sujetó mi mano con fuerza, obligándome a caminar rapido. —Ares, espera, suéltame—, le dije, tratando de liberarme. —Llevo tacones, no puedo caminar a tu ritmo, me voy a caer—. Pero él no me soltó, simplemente me miró con esa sonrisa desafiante.
En ese momento, se volteó hacia mí y me quedé de pie, sin saber qué iba a hacer. Y entonces, sin previo aviso, me tomó en brazos.
—¿Qué haces, Ares?—, le dije, tratando de sonar indignada. —Bájame—.
—Recuerda que nos estaban viendo— dijo —Ademas es la tradición llevar a la novia en brazos hasta la habitación—.
Ares simplemente se rio y se volteó hacia la gente, que seguía aplaudiendo y vitoreando. Me obligué a dar una sonrisa forzada y dejé que Ares se saliera con la suya sintiéndome un poco incómoda y ridícula.
Llegamos a la habitación, Ares me bajó al suelo y cerró la puerta detrás de él, su mirada estaba fija en mí con un deseo intenso mientras se quitaba su chaqueta y la tiraba al suelo.
Me sentí un poco intimidada por la intensidad de su mirada, pero no iba a dejar que me dominara. —Ni lo pienses—, le dije, alzando mi dedo índice en un gesto de advertencia.
Mi voz era firme, pero mi corazón latía con anticipación.
—¿Qué no piense qué?— me dijo Ares, su voz era baja y sensual, mientras se acercaba a mí.
Retrocedí un paso, tratando de mantener la distancia, pero él siguió avanzando con su mirada fija en mí.
Entre más retrocedía, más se acercaba él, hasta que mi espalda chocó con la pared y no pude retroceder más. Ares se detuvo frente a mí, su rostro a pocos centímetros del mío, y pude sentir su aliento cálido en mi piel. Me sentí atrapada y sin escapatoria, y mi corazón latía con anticipación.
Ares colocó sus manos en la pared, a ambos lados de mi cabeza, y agachó su cabeza, su rostro estaba a pocos centímetros del mío, pude sentir su calor corporal irradiando hacia mí.
Me sentí como si estuviera rodeada por él, sin escapatoria. Su proximidad era abrumadora, y mi corazón latía con fuerza en mi pecho. Podía sentir su aliento erizando mi piel y mi cuerpo respondía con un estremecimiento involuntario.
Me miró con una sonrisa burlona, como si supiera que me tenía justo donde él quería. —No eres tan valiente ahora, ¿no?— dijo, y me sentí un poco irritada por su comentario, pero no pude evitar sentirme también un poco vulnerable atrapada como estaba entre él y la pared.
Traté de mantener la compostura, pero su mirada parecía ver más allá de mi fachada, directamente a mi interior. Me sentí expuesta, y no sabía cómo reaccionar.
Sonreí ligeramente y me incliné hacia arriba para tener mi rostro más cerca del suyo. —Tal vez no soy tan valiente como crees—dije, mi voz era baja y seductora.
—O tal vez soy más valiente de lo que imaginas— Mi mirada se encontró con la suya, y pude ver el desafío en sus ojos.
Me gustó el juego, y decidí seguir adelante. —¿Qué crees tú, Ares?—, le pregunté quitando un botón de su camisa. La tensión entre nosotros era palpable, y yo estaba disfrutando del juego del gato y el ratón.
Me incliné un poco más hacia adelante, mis labios rodaron los suyos por un momento. —Tal vez soy una mezcla de ambas cosas—, le dije con mi voz apenas audible.
—Valiente y temeraria, dependiendo de la situación—. Mi mirada se mantuvo fija en la suya mientras quitaba otro botón de su camisa.
Pude ver el interés y la curiosidad en sus ojos. —¿Y tú, Ares?—, le pregunté, —¿Qué crees que soy capaz de hacer?—La proximidad y la tensión entre nosotros era casi palpables, y yo estaba disfrutando del juego de la seducción.
Me acerqué aún más a él, le di un beso fugaz en su labio inferior mientras mi mirada seguía fija en la suya, el no decía nada pero pude ver el deseo y la anticipación en sus ojos.
—¿Crees que puedo sorprenderte?— le pregunté. Quitando su tercer botón y sentí la electricidad de su cuerpo.
Mi cuerpo estaba tan cerca del suyo que sabía que estaba a punto de cruzar una línea. ¿Qué pasaría si lo hacía? ¿Qué sentiría? La incertidumbre era emocionante.
Me acerqué a Ares y lo besé, mis labios tomaron los suyos con suavidad mientras que el tomo los míos como si su vida dependiera de ellos.
El beso fue intenso y apasionado, pude sentir la química entre nosotros. Me tomo de la cintura y me pegó a el mientras llevo su otra mano a la parte detrás de mi cabeza soltando mi cabello, este cae a la parte baja de mi espalda, y posa su mano en mi nuca mientras devora mis Labios, después de un momento que pareció eterno para mí me aparté de él tomando aire.
Sonrei burlonamente. —Tal vez no soy tan predecible como crees—, dije.
Me alejé de él, caminando hacia la puerta del baño con una sonrisa en mi rostro. —¿Qué pasa, Ares? ¿No me puedes seguir el ritmo?—, le dije por encima del hombro, mi voz estaba llena de diversión.
La mirada de Ares me siguió, y pude sentir su deseo y su interés. Sabía que había despertado algo en él, y estaba ansiosa por ver su reacción.
Me detuve en la puerta, volviéndome hacia él con una sonrisa enigmática. Mi mirada se encontró con la suya, y pude ver la tensión entre nosotros. Sabía que estaba jugando con fuego, pero no podía evitarlo.
Me di la vuelta y entre al baño dejando a Ares con la incertidumbre y el deseo.
Ares salió detrás de mí, su mirada estaba fija en mi espalda. Pude sentir su presencia, su calor, y su deseo. Me siguió con paso silencioso pero determinado.
De repente, me agarró del brazo y me giró hacia él. Su mirada era intensa, y su rostro estaba cerca del mío. —No juegues conmigo, Viviana— dijo, su voz era baja y ronca. —No sabes con quién estás jugando—.
Su agarre era firme, pero no doloroso. Me sentí atrapada, pero también excitada.
Reí suavemente y subi mi mirada para encontrarme con la suya. —Oh, creo que sí sé con quién estoy jugando—, dije —Estoy jugando contigo, Ares. Y creo que estás disfrutando del juego tanto como yo—.
Mi mirada se deslizó hacia su mano, que aún me agarraba del brazo. —¿O tal vez no?— le pregunté con desafío. Me sentí poderosa, sabiendo que tenía el control de la situación.
Ares me miró intensamente. Pude ver el deseo y la frustración en sus ojos, y sabía que estaba a punto de perder el control. De repente, Ares me atrajo hacia él y me besó con pasión, su boca estaba devorando la mía con intensidad. Me sentí abrumada por su deseo, pero también me entregué a él, sintiendo la química entre nosotros a punto de explotar.
Su beso fue como un fuego que me consumió, haciéndome sentir viva y deseada. Me sentí perdida en el momento, sin pensar en nada más que en el placer de su boca sobre la mía.
Pero justo cuando pensé que iba a perder el control, Ares se detuvo abruptamente dejándome sin aliento y confundida. Me miró intensamente, con su rostro a pocos centímetros del mío. —No te atrevas a jugar conmigo—, dijo —No sin consecuencias—.
Me reí suavemente, —¿Consecuencias?—repetí, con mi voz juguetona. —Eso suena mas como un desafío—.
Me acerqué un poco más a él, —¿Qué tipo de consecuencias tienes en mente, Ares?— le pregunté con curiosidad.
Ares me miró con su rostro serio. —No juegues con fuego, Viviana—dijo. —No si no estás dispuesta a quemarte, porque te aseguro que después te lamentaras—.
La puerta del baño se cerró detrás de el con un golpe seco y resonante, como un eco de la rabia y la frustración que bullían en mi interior. La madera vibró bajo mi mano, y el sonido retumbó en el silencio de la habitación.
Me quedé allí de pie, con la espalda apoyada en la puerta, intentando contener la tormenta de emociones que se desataba en mi interior.
La imagen de Ares saliendo del baño con indiferencia, sin siquiera dedicarme una mirada, me ardía en la mente como un hierro al rojo vivo, mi orgullo herido se rebelaba contra la idea de que él pudiera tratarme de esa manera. La rabia y la frustración se mezclaban en mi interior, creando una mezcla explosiva que amenazaba con desbordarse en cualquier momento....