Aurora Parisi es una joven de 20 años, recién egresada de la universidad a su corta edad, estudio negocios y administración, es dulce, amable y muy correcta, ella es hija adoptiva de los Parisi.
Perla Parisi tiene 20 años y es la hermana de Aurora, es egoísta, caprichosa, manipuladora y odia a su hermana, le ha hecho la vida imposible y le ha quitado todo lo que puede.
Aurora siempre se ha negado en trabajar en el negocio familiar, en la mafia, pues, es muy correcta, a pesar de todo adora a su hermana, pero todo cambia cuando Perla se queda con el prometido de Aurora, allí es cuando ella se olvida de sus principios y aceptara la propuesta de su abuelo entrando a un mundo oscuro donde lo conocerá a él y se dejara llevar por la pasión y lo prohibido.
Él, Massimo Caruso un Mafioso cruel, frío, despiadado, sexy y ajeno, hará que la dulce Aurora caiga en la red de lo prohibido.
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Idiota de a ratos.
Aurora.
Los días pasaron y las chicas venían a diario cuando se enteraron botaron a sus conquistas, solo querían estar cuidándome, pero los llamé para que se las llevarán.
— Aló tú debes ser Adriano Santini cierto, necesito que tú y tu amigo vengan por mis amigas y se las lleven.— dije y en veinte minutos los tenía tocando a mi puerta y eso que dijeron que venían en tres horas, Gia estaba en el sofá cambiándome la venda de la herida, cuando Alanna abrió la puerta, ¡mierda! Pensé.
Alanna quiso evitar que entrarán, pero un idiota empujo la puerta sí, ese era Massimo y Gia me lanzó un cobertor encima, pero fue inútil, ya se había dado cuenta.
— Bueno, chicas se pueden ir, yo iré a dormir.— digo y las chicas se molestan.
— Por qué los llamaste Aurora tenemos que estar aquí.— dice Alanna molesta.
— No, ya tienen varios días y deben salir, así que adiós y ustedes idiotas me las cuidan, miren que sé usar un arma.— digo y ellos levantan las manos en son de paz sonriendo.
— Deja al menos que termine, pueden salir por favor._ dijo Gia molesta.
— No, yo me encargo.— dijo Massimo y ellas me miraron buscando aprobación y asentí.
Mis amigas salieron y él se cruzó de brazos mirándome atentamente.
— Bueno, siéntate ya vengo — dije y me levanté con la colcha para terminar de curar mi herida, pero la jalo y vio la herida.
— qué mierda te paso allí._
— Nada que quieres.— Le dije de manera fría, pero el teléfono sonó y el idiota lo tomo de la mesa, lo contestó, lo puso en altavoz y la voz de mi abuelo se dejó escuchar.
— fanculo (Carajo) la mia bambina Cómo es eso que te dispararon el día de tu nombramiento y no me dijiste nada, maledizione (Maldición) para que mierda mandé a Leonardo contigo si no te iba a cuidar y aparte hoy es que me entero.—
Decía mi nonno molesto.
— Nonno, no pasa nada, Leonardo estaba encargándose de los otros, no fue su culpa, él me trajo y se quedó conmigo a cuidarme, además yo le dije que no te preocupara.— digo y Massimo abre mucho sus ojos sorprendido
— El desgraciado estaba con su novia y tú allá sola no es justo, dónde estas te mandaré a la mejor clínica de todas.— dijo iracundo.
— Abuelo, él se quedó dos días conmigo y su novia casi lo deja, no es su responsabilidad, es mi amigo, no mi niñera, deja a leo en paz y ya estoy mejor, las chicas han estado al pendiente de mí.— dije y él se tranquilizó y dijo que no le ocultara nada más y colgó.
Me curé y él me ayudó, pero me veía serio hasta que en la habitación por fin hablo.
_ Por qué no me dijiste nada cuando vine, dejaste que pensara otra cosa.— dijo algo molesto y subí los hombros.
— Tú jamás preguntaste y yo no te debo explicaciones.— Dije en su mismo tono.
— ok me quedaré contigo desde ahora.— dijo firme.
— Cómo quieras.— Le dije y lo miré, estaba vestido con un jeans y una camiseta gris, se veía hermoso.
— Ven, hoy quiero estar contigo — Dijo y se devoró mis labios y me dejó sin palabras tenerlo cerca, era mi cura y mi enfermedad también.
— te duele mucho.— pregunto y negué con mi cabeza.
— que hacías en el auto con tu ex.— pregunto y pienso, si era él después de todo.
— me llevo para hablar y me besó.— le dije sin importancia, se veía su molestia.
— Y que hiciste tú—
— lo abofeteé próxima pregunta detective.— digo irónica
— odio verte con ese maldito idiota o con cualquier otro._ dice y me besa demandante.
— pisa tierra, soy tu amante, no tu mujer — digo y me le subo encima.
— te equivocas, eres mía y solo mía.— beso su cuello y saco su camisa, entonces con cuidado me gira y me abraza.
— hoy no, habrá tiempo después, tu herida.— dice junto a mi oído
—Cuál herida estoy bien.— le digo besándolo de nuevo.
— no hay discusión, ahora descansa, me quedaré contigo hasta que estés bien.— dice y lo miro extrañada.
— si no vamos a tener sexo no le veo el sentido, no es eso lo que hacen los amantes— digo y niega.
— lo que dije fue cruel y dejé que la ira hablara, me gustas y te quiero para mí.— dice y me derrite, pero piso tierra de nuevo.
— tienes esposa y yo me tengo que casar y como Leonardo tiene novia mi nonno quiere que sea tu cuñado y así se unirán dos grandes mafias.— dije y su cara se tornó roja, sus facciones dulces se desaparecieron, estaba molesto.
— debes decir que no.— dice y me río.
— no seas cínico, tus celos sobran, estás casado y yo merezco a alguien que me ame y este para mí.— digo y niega.
— ese hombre no es él, soy yo y no te casarás.—
— Sueño con vestirme de blanco y llevar un anillo en mi dedo.— Dije y él hizo silencio y solo me abrazó, la bipolaridad de este sujeto me tenía loca.
Los siguientes cuatro días él salía a trabajar y regresaba a medio día, se podía, me atendía y no nos faltaban los besos cualquiera que nos viese podía decir que éramos una feliz pareja de novios pero la realidad era otra.
— Massimo ya me siento bien, lo mejor es que regrese al trabajo, además leo me dijo que la gente de la Foggia está alterada por su cargamento cuando ataquen quiero estar allí.— digo y niega.
— No, mia Regina, aún no, cuando ese pase estaremos listos ahora recupérate.— dice y lo beso he caído ante los encantos de este idiota, eso me hace otra idiota más lo sé pero me enloquece tenerlo cerca.
Su teléfono suena y es su flamante esposa.
—Aló si dime qué sucede.— Dice y yo lo observo atentamente. Cómo estaba en su regazo, escucho su voz también.
— Mi amor ya vas a regresar de viaje, te extraño.— dice y me incomodo.
— No sé cuando regrese pero quiero verte, necesito hablar contigo.— dice y eso me molesta.
— Yo también muero por hablar contigo y besarte hacer el amor, vuelve pronto sí.— Dice ella, volteó los ojos y me levanto pero me detiene tomando mi brazo.
— Cuando regrese te aviso ahora me tengo ir.— dice y ella le dice que lo ama. Él corta y volteo mi mirada hacia otro lugar, la incomodidad me invade, no digo nada, actúo normal, el problema es que mi cara tiene subtítulos y es algo que nunca he podido controlar
— Hey, no te moleste sí.— dice acariciando mi mejilla.
— No lo estoy o yo he dicho algo.— le digo acerca su cara, aúnas a la mía.
— Mia regina no estés celosa, aunque te ves más hermosa así.—
Dice y volteo los ojos.
—No estoy celosa, ¿por qué lo estaría? Yo soy tu amante —
— No repitas eso, desde hoy serás mi novia — dice y me besa.
— ¿Qué dices? ¿Novia? Tú ya tienes esposa Massimo.
— Pero no tengo novia.— Dice y le doy en el brazo y él se ríe y me besa.
— Ven, ahora vamos a revisar esa herida.— Massimo reviso mi herida y ya estaba muy bien, habían pasado dos semanas y yo quería comenzar a trabajar aparte a mi querida perla le tenía algo preparado.
— Massimo debes dejar tus celos, yo soy tu aman...— dije, pero interrumpió.
— Novia y la mía regina.— dice y me abraza.
— Bueno, eso, pero debes dejar de hacerlo, tengo algo en mente, perla debe pagar lo que me hizo y usaré a Leonel para eso.— digo y se pone serio.
— No me gusta ese plan mejor, la dejamos sin un peso, le desfiguramos el rostro, la mandamos lejos y ya — dice y niego riendo.
— Pero así no me vengará de él, si lo seduzco y hago que la humille delante de todos será un dos por uno.— Digo y me besa con demencia.
—No, yo lo torturo como quieras si quieres hasta se lo cortamos pero no te quiero ni con él no con nadie.— Dijo Y me besó.
Creo que él me contagia su locura por qué a veces lo odio y de momentos lo vuelvo a adorar.