Ana vive una vida monótona y sin sabor. ¿Estará dispuesta a dejarse llevar por la tentación?
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SORPRESA
Al llegar a casa veo una hermosa mesa preparada para dos, con velas, flores y un aroma exquisito que llega desde la cocina.
__ ¿Gonzalo?__ pregunto sorprendida. Pareciera que alguien extraño se ha colado en mi casa, pero en ese caso no preparía una velada romántica.
Gonzalo se asoma desde la cocina con el delantal puesto y las manos embadurnadas.
__¡Querida! No pensé que llegarías tan pronto.__Se acerca, me da un ligero beso y continúa__ Ve a ducharte y cambiarte. Esto va a demorar un poco más.
__¡Qué linda sorpresa! ¿Necesitas ayuda?
__Oh, no, no. Hazme caso y ve a ducharte que esto lo tengo bajo control.__ Me guiña un ojo y desaparece en la cocina.
¿Acaso estoy soñando? Esto es algo totalmente fuera de lo normal. Gonzalo jamás cocina, es más jamás había preparado una cena romántica, jamás. ¿Qué le pasa?
Con todos estos pensamientos camino a la habitación, dejo mis cosas, me desnudo y me meto en la ducha. No dejo de pensar en Gabriel, en sus besos, su voz y su mirada. Comienzo a acariciar mi cuerpo, desde el cuello, imaginando que son sus manos, su boca... bajo lentamente hasta llegar a mis senos, mis pezones se han erizado y los masajeo imaginado que es su lengua la que hace el trabajo. Una de mis manos continúa el viaje por mi vientre, hasta que encuentro mi vulva, la lubricación nada tiene que ver con el agua tibia que cae en mi cuerpo, es la humedad del deseo, de las ansias de estar con él. Masajeo mi clítoris suavemente con una mano mientras la otra sigue jugando con mi pezón. Me respaldo en la pared, mi cuerpo ha tomado ritmo y necesito estabilidad para no caer. El movimiento se hace cada vez más intenso, en mi mente es un hombre el que me está llevando al clímax, en mis oídos solo suenan sus palabras, su dulzura. Intensifico aún más la presión sobre mi clítoris porque sé que estoy cerca, muy cerca de la dulce explosión. En ese instante de puro placer, donde dejo ir todo mi ser, ahogo el gemido que nace de mis entrañas, lo único que puedo ver son dos ojos negros, oscuros, profundos que me conducen a la tentación. Aturdida y saciada termino de ducharme.
Cuando vuelvo al comedor, como si nada hubiera pasado, Gonzalo ya está en la mesa. A penas me ve venir se levanta y me hace un gesto con la mano para indicarme el lugar, corre mi silla para que pueda sentarme y luego rodea la mesa para quedar frente a mí.
__Es muy hermoso lo que has preparado__ digo sin poder mirarlo directo, todavía siento que puede leerme como a un libro.
__Pasar la noche solo ayer hizo que me diera cuenta de lo mucho que te necesito y de lo descuidada que te tengo últimamente. Esto es solo un pequeño gesto para demostrarte cuánto te amo.
El nudo en la garganta no me permite hablar y mis ojos se llenan de lágrimas. Nunca había hecho nada igual, para él eran boberías de chiquillos pensar en el amor romántico. Todo debía ser calculado y práctico. Por lo tanto, que haya hecho todo esto significa un gran esfuerzo de su parte y va contra todos sus principios. No sé que decir, me siento horrible. Él pensando en demostrarme amor y yo acabo de masturbarme en la ducha pensando en otro hombre, con quien ya pacté un encuentro íntimo. Soy la peor persona del mundo.
__ Mi amor, no llores por favor. ¿Hay algo que no te guste? ¿Es demasiado meloso para tí?
__No, no, está bien __ digo entre sollozos__ Es todo perfecto, tú, la cena, la mesa, las velas... todo.__ Limpio mi nariz__ Es magnífico. Muchas gracias, cariño.
__ No pensé que iba a hacerte llorar. Solo quería sorprenderte.
Trato de controlarme y poner una sonrisa en mi rostro. Se merece mi admiración por tanto esfuerzo.
__Son lágrimas de alegría, realmente me sorprendiste, esto es maravilloso.
__Espero entonces que disfrutes de la velada.
La noche continúa según lo tiene planeado, cenamos, conversamos, hacemos una pequeña sobremesa en donde se levanta para poner música, me invita a bailar, sabe que adoro esa canción. Estar cerca suyo, el contacto de nuestros cuerpos me recuerda porqué estamos casados, es mi refugio, mi seguridad. Puede que no sea divertido ni alegre todo el tiempo, pero sé que pase lo que pase él estará a mi lado. Me pego más para que no note que vuelvo a llorar.
Debo olvidarme de Gabriel, no puede ser que haya considerado engañar a mi marido con un desconocido. No, no lo consideré, lo hice, engañé a Gonzalo desde el momento que, aún sin conocerlo, soñé con él la primera vez.
No va a volver a pasar. No debo si quiera pensar en él. Debo cuidar y proteger al hombre que me ha brindado tantos años de apoyo, de amor.
Me sacudo de la mente cualquier idea sobre Gabriel y me propongo disfrutar de la velada romántica que mi esposo ha preparado para mí.
Luego del postre llega el momento de pasar al living, solo me he sentado dos veces en el gran sofá que lo encabeza desde que lo compramos, Gonzalo es quien más provecho le saca al volver del trabajo.
Con mucho cuidado y delicadeza Gonzalo comienza a besarme. Me recuerda a cuando éramos jóvenes y nos iniciamos en el sexo. Sigue siendo exactamente igual para empezar. A sus besos se le suman sus manos que comienzan a recorrer mi cuerpo. Me gusta que me toque, me gusta que siga siendo un poco inexperto en cuanto a lo que quiero, me gusta que se arriesgue a hacer el amor en otro rincón de la casa que no sea la habitación. Eso es nuevo. Parece que la noche está llena de sorpresas.
De repente, sin sacarnos la ropa por completo, comienza a bajar con su boca hasta mi vientre, se detiene un momento para dar suaves toques con su lengua y luego busca mi clítoris. Otra cosa nueva más, jamás me ha dado sexo oral, siempre que he tenido orgasmos con él lo ha hecho con sus manos. Me dejo llevar por esa sensación nueva para mí, realmente es mucho mejor que con la mano. Lo disfruto, siento que mi cuerpo entero responde a ello. Alcanzo rápidamente el clímax, me sorprende nuevamente que en una noche haya tenido dos orgasmos. Cuando termino, pienso que es mi turno de devolverle tantas atenciones y juego un poco con él, lo desvisto un poco más, lo beso por todos lados y también incursiono en el sexo oral. Pocas veces lo hice y siempre le gustó, según él, aunque yo estoy segura que lo hago fatal. Cuando siente que se está por venir me saca de ese lugar y me pone en la posición del perrito, inmediatamente se introduce en mí y comienza a moverse, gimo de placer, es todo nuevas sensaciones, no sabía que en esa posición se siente más apretado y más profundo. Mientras entra y sale de mí, busca nuevamente mi vulva con su mano y comienza a masajearla con energía. En pocos segundos ambos hemos perdido el control. Acabamos en un sinfín de gemidos y sudor, medio vestidos, en el sofá.
__Eso fue fantástico__ digo aún jadeante.
Él sonríe y me besa.
__Merecemos descubrirnos nuevamente.
Esa frase me deja pensando y tiene toda la razón. Lo merecemos, nos lo debemos.
Sin preocuparnos de la limpieza de la cocina caminamos juntos a la habitación, estamos exhaustos.
Mañana comienza el fin de semana por lo que no debemos levantarnos temprano. El mejor plan, hasta ahora, es dormir.
Pero como la mente es caprichosa y no se une al disfrute del corazón, antes de cerrar mis ojos veo un par de ojos negros que me miran con deseo: Gabriel.