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Florecer De Las Cenizas

Florecer De Las Cenizas

Status: En proceso
Genre:Autosuperación / Traiciones y engaños / Cambio de Imagen
Popularitas:4.5k
Nilai: 5
nombre de autor: Orne Murino

A veces perderlo todo es la única manera de encontrarse a uno mismo

NovelToon tiene autorización de Orne Murino para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 15: El filo de la oscuridad

El aire en la oficina era irrespirable. Martín mantenía los dedos apretados contra el cuello de Juliana, que luchaba cada vez con menos fuerza. Su rostro enrojecido se tornaba pálido, sus párpados pesados comenzaban a cerrarse. El mundo de ella se reducía a un zumbido lejano, al golpe acelerado de su corazón intentando resistir.

—¡Soltala! —gritó Mattia, avanzando con la furia en los ojos.

Alessandro no lo dudó: entre ambos se lanzaron sobre Martín. La fuerza de los dos italianos lo hizo retroceder unos pasos, pero en ese mismo instante Juliana se desplomó, su cuerpo cayendo como un muñeco sin fuerzas.

Martín quedó petrificado. Miró sus manos temblorosas y luego el cuerpo de Juliana en el suelo. La sangre se le congeló en las venas.

—¿Qué hice…? —murmuró, retrocediendo como si hubiera visto un fantasma.

—¡Juliana! —Cami se lanzó hacia ella, sosteniéndole la cabeza, con las lágrimas brotando de sus ojos—. ¡Respirá, por favor, respirá!

Mattia, arrodillado a un lado, buscaba signos de vida. Acercó su oído a la boca de Juliana y alcanzó a sentir un leve, apenas perceptible, soplo de aire.

—Está viva, pero necesita ayuda ya.

La desesperación se mezclaba con la adrenalina. Alessandro se interpuso entre Martín y el resto, sujetándolo del brazo cuando intentó acercarse.

—Ni lo sueñes —le gruñó Alessandro, apretando con fuerza—. Ya hiciste suficiente.

Martín forcejeó, pero estaba demasiado desorientado, con el peso de la culpa y el miedo carcomiéndolo. El sonido de pasos acelerados en el pasillo anunció la llegada de seguridad del edificio, seguida de dos oficiales de policía que habían sido alertados por los gritos y el llamado de emergencia de una secretaria.

—¡Alto ahí! —ordenó uno de los agentes al entrar, observando la escena.

Cami, con la voz quebrada, señaló con un dedo acusador a Martín.

—¡Él… él intentó matarla!

Los policías no dudaron. En cuestión de segundos, Martín fue reducido, esposado y llevado hacia la salida, mientras gritaba con un tono desesperado y desquiciado:

—¡Ella es mía! ¡Siempre va a ser mía!

Su voz se perdió entre el eco del pasillo, cada palabra sonando más hueca que la anterior.

Mattia levantó a Juliana en brazos, con un cuidado reverente, como si se tratara de lo más frágil y valioso del mundo. Ella seguía inconsciente, pero el calor tenue de su piel era suficiente para recordarle que aún había esperanza.

—Tenemos que llevarla al hospital ya —dijo Mattia, su mandíbula apretada con furia y miedo.

—Yo conduzco —respondió Alessandro, tomando las llaves del auto sin perder un segundo.

Salieron a toda prisa del edificio, Cami corriendo detrás con lágrimas en el rostro y el celular en la mano, llamando a la clínica más cercana para advertir que iban en camino con una víctima de intento de estrangulamiento.

El trayecto fue un torbellino. Dentro del auto, el silencio solo era interrumpido por las súplicas de Cami, que sujetaba la mano inerte de Juliana y repetía entre sollozos:

—Aguantá, Juli… aguantá, por favor…

Mattia, sentado con ella en el asiento trasero, no apartaba la mirada de su rostro. Con cada respiración débil de Juliana, una chispa de alivio lo mantenía en pie, pero también lo desgarraba la impotencia. Nunca antes había sentido una mezcla tan brutal de rabia y miedo.

En su mente, un solo pensamiento golpeaba con fuerza: no iba a permitir que le hicieran más daño. Nunca más.

Cuando llegaron al hospital, los médicos ya estaban preparados. Apenas cruzaron las puertas, un equipo la recibió con rapidez, colocándole oxígeno y trasladándola a una sala de emergencias.

Mattia quiso seguir, pero una enfermera lo detuvo en seco.

—Tiene que esperar afuera.

El italiano se quedó en el pasillo, con los puños apretados y el corazón hecho pedazos. A su lado, Cami se derrumbó en una silla, llorando desconsoladamente. Alessandro, con el ceño fruncido, les pasó una mano por los hombros, intentando transmitirles la calma que él mismo no sentía.

A lo lejos, las sirenas de la policía todavía resonaban, llevándose a Martín hacia un destino del que ya no podría escapar.

Pero en ese hospital, lo único que importaba era una sola cosa: que Juliana volviera a abrir los ojos.

1
Maritza Suarez
👍
Lorena Itriago
Martín no estaba preso? no entiendo porque está en su departamento?
Lorena Itriago
tengo una duda Micaela y Camila son la misma persona?
Edith Villamizar
Hola inicio de ésta historia 🌹
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