Alexander Sullivan nunca deja que las emociones nublen su juicio. Todo en su vida es medido y calculado… hasta que llega Valentina Reyes, su nueva asistente, quien, con su torpeza y su encanto natural, pone a prueba su paciencia y despierta en él un deseo que no puede ignorar.
Valentina necesita este trabajo para ayudar a su familia, pero su jefe es el hombre más intimidante y exigente que ha conocido. A pesar de eso, no puede evitar sentirse atraída por él. Lo que comienza como una relación estrictamente profesional se convierte en algo mucho más peligroso cuando la tensión entre ellos se desborda.
¿Podrá Valentina derretir el corazón de Alexander?
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Capítulo 7
Esa noche Val no pudo pegar ojo, el evento la había dejado con un sinfín de preguntas sin respuesta. El gesto de Alexander al ponerle su saco sobre los hombros había sido tan inesperado como desconcertante. Pero lo que más la inquietaba no era el gesto en sí, sino la mirada con la que la había acompañado, y lo que había despertado en ella.
Val no era romántica, ni creía en el amor. Eso culpa de sus relaciones pasadas y como le había roto el corazón. Después de un tiempo se cerró y no dejo entrar a ningún hombre y se centró en su familia y en progresar.
Si aunque sus planes siempre salían mal y por eso termino en ese trabajo junto al ogro.
Esa mañana se levantó con un sueño que la mataba, pero se arregló y se mentalizo que lo dela noche anterior no fue nada.
Cuando Valentina llegó a la oficina al esa mañana esperaba encontrar a un Alexander Sullivan típicamente serio, pero no contaba con que estuviera aún más frío y distante que de costumbre. Ella se pregunto mentalmente¿qué le pasa a este hombre? Pero no quiso pensar en ello.
-Buenos días, señor Sullivan.-dijo como todos los días desde que empezó a trabajar para él.
Alexander ni siquiera levantó la vista de sus documentos. No la sorprendió.
-Agenda.- dijo seco y con voz firme.
Valentina parpadeó ante su tono cortante, pero igual abrió su tableta.
-A las nueve tiene una reunión con el equipo financiero, a las once una visita al taller de confección, almuerzo con socios a la una y una llamada con Tokio a las cinco.- dijo todo de un tirón casi sin respirar, quería salir de ahí.
Alexander asintió con frialdad. No había rastro del hombre que la había mirado de forma diferente la noche anterior. Aunque Val trato de no pensar en ello.
-Eso es todo, puede retirarse.- volvió a usar el mismo tono seco.
Valentina apretó los labios, sintiéndose inexplicablemente molesta. ¿Qué demonios le pasaba? Ella estaba segura que no hizo nada malo, no tuvo tiempo desde que había llegado para cagarla.
Mientras organizaba documentos, ella no podía evitar pensar en la actitud del ogro.
-Primero me mira como si significara algo, y ahora ni siquiera me dirige la palabra.- susurro despacio pero necesitando escuchar sus propias palabras.
Justo en ese momento vio caminar por el pasillo rumbo a ella a Nicholas Sullivan con su característica sonrisa despreocupada.
-¡Valentina! ¿Cómo sobrevives a mi hermano?- mierda ni yo se como responder a eso, debo tener nervios de aceros penso ella.
-Hoy está peor que nunca.- dijo dando un fuerte suspiro
Nicholas arqueó una ceja y echó un vistazo a la oficina de su hermano. Val penso que dudaba en entrar hasta que el hablo.
-Eso es interesante.
-¿Por qué lo dices?- era obvio que no era interesante, era catastrofico para ella.
-Porque anoche, cuando pensaba que nadie lo veía, no te quitó la vista de encima.- dijo el sonriendo.
Valentina sintió su corazón dar un vuelco.
-¡Eso no es cierto!-era tan estupido negarlo aunque ella tenia que intentarlo.
Nicholas se encogió de hombros.
-Lo es. Pero claro, Alexander es Alexander. Si siente algo, lo enterrará hasta que explote.- Nick no se equivocaba conocia bien a su hermano.
Valentina rodó los ojos.
-Dudo que explote por mí- dijo y se dio cuenta que cometio un error- bueno no en ese sentido, si por mis errores, por mi torpeza o porque mas de una vez le derrame algo encima- ya callate val penso ella pero era tarde.
Nicholas se rió.
-¿Nunca paras de hablar?- le pregunto a Val.
-Solo pasa cuando me ponen incomoda, nerviosa o akgo por el estilo.
-Dale tiempo y me daras la razon. respondio el a la negativa de Val acerca de lo que sentia el ogro como ella suele llamarlo.
Y asi sin mas la dejos sola, pero no fue a saludar a su hermano. ¿Sera que vino a verme a mi? penso ella, aunque le resto importancia.
Al mediodía, un correo alarmante llegó a la oficina de Alexander. Un error en el pedido de telas para la nueva colección podía retrasar la producción. Val al leerlo corrio a la oficina del ogro, no sabia mucho del tema pero si sabia que era un pedido urgente porque asi se lo hizo saber él.
Alexander frunció el ceño y miró a Valentina.
-Contacta al proveedor y soluciónalo.- dijo sin mas.
Valentina tragó saliva.
-Oh, genial. Ahora me toca arreglar esto.-penso para sus adentros.
Salio de la oficina de su jefe y tomó el teléfono...llamó a la empresa proveedora. Treinta minutos de negociación después, logró que adelantaran la entrega. Su oreja estaba roja de sostener el telefono con el que hablaba y su cuello dolia horrible de la contractura que se le formo.
Cuando informó a Alexander, él la miró con atención.
-Nada mal, Reyes.- dijo casi con lo que parecia una leve sonrisa.
Valentina sintió una extraña satisfacción ante sus palabras. Al fin le daba el reconocimiento por algo que hacia y no la retaba.
-Gracias, señor Sullivan.- dijo ella y se notaba el asombro en su timbre de voz.
Al final del día, Valentina entró al despacho de Alexander para entregarle los últimos reportes. Al acercarse a su escritorio, tropezó con la alfombra y perdió el equilibrio.
-Joder no de nuevo- pensaba ella.
Pero antes de que pudiera caer, unas manos fuertes la sujetaron por la cintura.
-¡Otra vez, Reyes!- su tono parecia ¿divertido? quizas.
Cuando alzó la vista, se encontró con el rostro de Alexander demasiado cerca del suyo. Sus manos seguían en su cintura, sujeta con firmeza. Y un calor recorrio todo el cuerpo de Val.
Alexander no la soltó de inmediato.
Sus ojos descendieron involuntariamente a sus labios, y por un instante, Valentina pensó que iba a besarla. O eso es lo que su inconciente deseo.
Pero entonces, como si de pronto hubiera tomado conciencia de la situación, la soltó bruscamente y se alejó. Lo que hizo que ella perdiera sutilmente el equilibrio.
-Ten más cuidado -murmuró con la voz más neutral posible.
-Maldito cabrón- penso ella, pero asintió rápidamente y salió de la oficina con el corazón desbocado.
Val estaba enojada, lo que no sabia era si el enojo era con él o con ella por lo que le provoco.