LOS RUTTHERFORD - NATALIA RUTTHERFORD

Cuidar del pequeño Misha durante el resto de la tarde había resultado fácil, el niño era dulce y alegre a su alrededor, luego de ponerlo a dormir, Natalia lo observo durante unos minutos, era impresionante como las cosas podían cambiar en cuestión de segundos, ¿Quién pensaría que ahora ella se encontraba metida en ese asunto?

-          Disculpe señora – le dice una de las sirvientas tocando la puerta.

Natalia se levantó del lado del niño y fue hacia la puerta.

-          Lamento molestarla, pero el señor dejo dicho que debíamos conseguirle algo de ropa para su cambio – le dice mostrándole una muda de ropa perfectamente doblada.

-          Yo nunca les dije mi talla – le dice Natalia viendo que habían traído una ropa sin antes consultarle.

-          El señor nos la dijo – le dice la mujer - ¿quiere que busque otra talla? – le dice sumisa.

-          No, no, entréguemela, me la pondré – le dice de forma amable - ¿podría indicarme que habitación ocupare? – le dice a la mujer

-          Lo siento, pero el señor dijo que usted debía quedarse con el joven amo – le dice apenada

-          Entiendo – le dice, Mal nacido

-          ¿Necesita que le traiga algo más? –le dice la sirvienta.

-          No, muchas gracias – le dice con una sonrisa amable.

-          Que tenga buenas noches señora – le dice retirándose.

Natalia cerró la puerta y respiro profundo, mientras pensaba que debía soportar dicha situación durante un año entero, volteo a mirar al pequeño Misha quien seguía dormido profundamente, fue al vestidor que por suerte era lo suficientemente grande como para que pudiera cambiarse a comodidad.

Luego de cambiar su ropa notando que le quedaba a la perfección, “Loco y pervertido, excelente”, dijo en tono tedioso – salió del cambiador y el niño seguía dormido, plácidamente.

De forma delicada se acostó a su lado y este la abrazo, luego de quedarse unos minutos pensando, pudo conciliar el sueño.

Llegada la madrugada comenzó a sentir que la movían.

-          Mami, Mami – le dice Misha empujándola por los hombros

-          ¿Qué sucede? – le dice soñolienta

-          Quiero agua – le dice

-          Dios – dice suspirando, su cuerpo aún se encontraba adormecido

-          Mami, quiero agua – le vuelve a decir.

-          Ven, vamos a buscarla – le dice levantándose de la cama

-          Si – le dice levantándose alegremente de la cama

Salieron de la habitación, caminaron por el pasillo y bajaron las escaleras hacia la cocina, llegaron al refrigerador y le dio el agua al niño.

Al terminar de beberla le quito el vaso y lo coloco en el mesón, cansada caminaron de regreso hacia la habitación de Misha, en el camino llegando al pasillo se comenzaron a escuchar sonidos, parecían quejidos, algo que erizo la piel de Natalia, agudizo su oído y se pudo percatar que no se trataba de quejidos, sino más bien de gemidos de mujer que provenían del otro lado del pasillo.

Rápidamente tapo los oídos del niño y lo apresuro para llegar y entrar en su habitación.

-          Este tipo merece el premio al padre del año – dice luego haber entrado y cerrado la puerta de la habitación.

-          ¿Premio? – le dice Misha al escucharla

-          N… nada, no dije nada – le dice al niño, no era bueno hablar mal de su padre frente a él, después de todo no era saludable para su pequeña mente – vamos a dormir – le dice guiándolo hacia la cama.

Al cabo de uno segundo de haberlo arropado el niño se quedó dormido, como si nunca se hubiera despertado para molestarla a buscar agua.

La mañana llego con el teléfono de Natalia sonando a las seis en punto, cansada por la noche tan atropellada que tuvo, se levantó, busco su bolso y atendió la llamada.

-          Natalia, ¿Dónde demonios estas? – le dice Mikhail apenas contesto la llamada

-          Buenos días hermano, ¿La educación te la dieron en un basurero? – le dice al tono molesto con el que le hablaba el hombre.

-          El saludo fuera el apropiado si nuestro vuelo no fuera a salir en veinte minutos y tu aun no has llegado al aeropuerto – le dice molesto

Lo había olvidado, tenía que ir a un viaje con Mikhail para verificar un proyecto de inversión

-          Lo siento, creo que no podré ir – le dice suspirando – tuve un percance que me impidió presentarme – le dice mientras observa al niño dormido.

-          ¡¿Qué?! – le dice molesto – espero que la emergencia sea lo suficientemente grave como para que me dejaras plantado – le dice molesto

-          Si lo es – le responde en el mismo tono – solo hazlo tu solo por esta vez, prometo compensártelo – le dice con voz tediosa

-          Esperare por mi compensación y más te vale que sea bueno – le dice antes de colgar molesto.

Suspira y respira profundo antes de ir a arreglarse para salir hacia la oficina, para no despertar al pequeño tuvo que hacerlo de forma silenciosa.

Luego de estar lista salió de la habitación en silencio dejando al pequeño dormido, tratando de no hacer ruido al cerrar la puerta.

-          ¿Qué hace? – escucha a sus espaldas

Natalia volteo de un brinco, asustada por la repentina voz.

-          ¡Dios!, casi me mata de un susto – le dice recobrando el aliento y calmando sus latidos acelerados.

-          No creo ser horrible como para que se asuste – le dice sonriendo.

-          Mucho más de lo que cree – le dice entre dientes.

-          ¿Qué? – le dice al escucharla murmurar

-          Dije que solo intentaba cerrar la puerta con cuidado para no despertar al niño – le dice molesta.

-          Oh, así que por eso se veía tan concentrada en la puerta – le dice riendo – pensé que se había vuelto loca – le dice entre risas

-          ¿Quiere dejar de reír tan fuerte? – le dice en tono molesto y lo más bajo posible – su hijo se va a despertar – le dice

-          Bien, si le digo que no lo hare, ¿Qué hará? – le dice acercándose – ¿me besara para lograr callarme? – le dice mostrándole su sonrisa de hiena.

-          También podría darle una patada directamente en su entrepierna, creo que cumpliría la misma función – le dice viéndolo con furia.

-          Ja, ja, imagine que diría algo así – le dice apartándose – vamos para que desayune antes de irse – le dice caminando, luego voltea a mirar que Natalia no se movía de allí – le aseguro que no le hare nada, después de todo tenemos un acuerdo, así que no tiene de que temer – le dice fingiendo amabilidad

-          ¿Quién le teme? – le dice en tono serio caminando pasando al lado del hombre.