Dicen que la historia la escriben los vencedores.
Que los héroes son solo villanos que supieron contar mejor su versión.
Yo no crecí con cuentos de hadas.
Crecí con sus sombras.
Mi nombre es Hope Michelson.
Soy la hija de una loba alfa y del híbrido más temido del mundo.
Llevo en la sangre la magia de los brujos, la furia de los licántropos y la sed eterna de los vampiros.
Mi linaje está marcado por la tragedia, la traición… y el poder.
Durante siglos, mi familia fue temida por todos.
Hasta que fueron malditos, encerrados en un sueño del que solo yo puedo liberarlos.
Pero para hacerlo, debo encontrar al Doppelgänger.
Y tomar su sangre.
Esta es mi historia.
La historia de una heredera sin reino,
de una hija sin padre,
de una bestia con corazón humano.
Mi historia… y la de un linaje maldito.
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capítulo 7
—¿El diablo en persona? —repitió Stefan, su voz temblando entre la incredulidad y el miedo. Miró a Maxim, que se acercaba con una confianza inquietante, sus ojos brillando con un destello de diversión.
—Oh, sí —respondió Maxim, con una sonrisa que no alcanzaba a sus ojos—. La hija del Híbrido, la única sobreviviente de su familia. ¿No es fascinante? No es más que una pobre huérfana...
—No tienes idea de lo que hablas —dije, sintiendo cómo la tensión crecía en el aire. La presencia de los vampiros a nuestro alrededor era opresiva, y sabía que no podíamos subestimar a Maxim ni a su grupo.
—¿Y tú? —preguntó él, acercándose un poco más—. ¿Qué harás ahora? ¿Te atreverás a enfrentarte a mí y a mis seguidores? Sabes que no puedes confiar en tu poder, especialmente ahora que tienes algo que proteger. —La mirada de Maxim se dirigió hacia Stefan, y cubriéndolo con mi cuerpo respondí, manteniendo la mirada fija en él—. No me subestimes.
Stefan se movió un poco más cerca de mí, su respiración se aceleraba. Podía sentir su miedo, así que sin dilatar más esto, pregunté:
—¿Qué quieren? —tratando de mantener la calma en mi voz.
—Lo que todos quieren, querida Híbrida —dijo Maxim, extendiendo los brazos como si estuviera presentando un espectáculo—. El poder. La piedra de luna es solo el comienzo. Con ella, podrías ser la clave para liberar a tu familia, pero también la que nos permita caminar de día. Es una pena que tú seas solo una y nosotros seamos diez.
Enfurecida por sus palabras, sonreí siniestra y agregué:
—Tienes razón... es una pena que no hayan traído refuerzos... —Sin más, aprovechando que la luna llena estaba en lo más alto, dejé salir al lobo que llevaba dentro de mí y me transformé frente a los ojos de todos.
Tanto Maxim como todos los que nos rodeaban quedaron más que sorprendidos ante esto, ya que nadie sabía que además de mi padre, otro híbrido existiera.
Mi aspecto era intimidante; a diferencia de otros hombres lobo, mi forma animal era mucho más grande. Mis garras y dientes, enormes, podían matar con una sola mordida a los vampiros. Maxim, al ver esto, dejó de lado su arrogancia y susurró casi inaudible:
—Imposible... ¿Qué esperan? ¡Maten al híbrido y tráiganme al Doppelgänger!
La atmósfera se volvió tensa, y el aire se cargó de una energía palpable. Los vampiros, que antes se mostraban seguros y arrogantes, ahora dudaban. La transformación fue rápida y poderosa, y sentí cómo la magia de la luna llena pulsaba a través de mí, dándome una fuerza desconocida.
—¡No se detengan! —gritó Maxim, intentando recuperar el control—. ¡Acaben con ella!
Los vampiros comenzaron a moverse, pero en lugar de sentir miedo, una oleada de confianza me invadió. Sabía que tenía la ventaja. Con un salto ágil, me lancé hacia el grupo más cercano, mis garras brillando bajo la luz lunar.
El primer vampiro que intentó atacarme fue derribado con rapidez. Con un movimiento ágil, lo lancé al suelo, sintiendo la satisfacción de la victoria mientras mis garras se hundían en su carne. El grito de dolor resonó, y el pánico se extendió.
Los ojos de Stefan reflejaban miedo y admiración. Sabía que veía una parte de mí que había mantenido oculta, pero nuestras vidas estaban en juego y no permitiría que intentaran humillar a un Michelson. Tenía un honor y un nombre que defender.
—¡No dejen que se acerque al Doppelgänger! —ordenó Maxim, pero su voz sonaba desesperada.
Los vampiros comenzaron a rodearme, pero la luna llena iluminaba el campo de batalla, y sentí la energía lunar resonar en mí. Con un rugido poderoso, me lancé hacia otro vampiro, derribándolo con una zancada.
Maxim retrocedió, su arrogancia desaparecía ante la realidad.
—¡Retírense! —gritó, pero sus seguidores estaban demasiado ocupados intentando sobrevivir.
Uno de ellos, más audaz, intentó atacarme por la espalda, pero giré rápido, lo enfrenté y derribé con una zancada.
Al quedar cerca de Stefan, lo miré esperando que entendiera mis intenciones y, enseñándole mi lomo, le indiqué que subiera. Era difícil comunicarme en forma de lobo, pues solo los de mi especie entendían mis pensamientos, pero Stefan comprendió que no le haría daño y se trepó en mi espalda. Dejamos atrás el campo de batalla y nos alejamos...