toda mi vida vivi una vida donde fui despresiada y sola pero ahora que e renacido en la hija de un duque disfrutaré esta segunda oportunidad como hija mimada del duque William valtorian
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capítulo 7 primera palabra de Astrix
El niño se acercó a la carriola de Astrix con una mirada fija, curiosa, casi posesiva. Sus ojos azules brillaban con una luz limpia que contrastaba con sus cachetes redondos. Tenía el cabello rubio, enrulado, con reflejos dorados, y vestía ropa fina, propia de alguien acostumbrado a ser mirado.
—Hola, Astrix Valtorian. Soy Daniel Lumeria —dijo con una sonrisa perfecta, entrenada.
[Bebé Astrix]
Demasiada luz… mis ojos prefieren la sombra tranquila de Anton.
¿Y por qué pienso tanto en ese niño…?
Ah, no. Cierto.
En mi vida pasada compré la edición especial del libro. Venía un dibujo de Anton adulto.
Si sobrevivo y me quedo con él, gano dos veces.
Concéntrate, Astrix. Bebé primero. Plan después.
—Na —balbuceó, girando el rostro hacia otro lado.
Daniel parpadeó, desconcertado.
—¿Qué pasa? ¿Me está rechazando tu hermanita? —preguntó, inflando un poco las mejillas mientras miraba a su padre.
Alexander soltó una risa baja y despeinó a Anton con confianza.
—Parece que no le caes bien a Astrix.
Bartolomeo observaba la escena con atención. No sonreía. Sus dedos se movían lentamente sobre el respaldo de la silla, marcando un ritmo silencioso, casi impaciente.
—Señora Elena —dijo al fin, con voz suave pero filosa—, usted que entiende de bebés… ¿qué le ocurre a la niña?
Elena tardó un segundo en reaccionar, como si hubiera estado en otro lugar.
—Perdón… Astrix es una bebé muy pequeña —respondió—. Cuando no quiere algo, lo demuestra. No finge.
[Bebé Astrix]
Exacto. Yo no finjo.
Sobrevivir no requiere sonrisas falsas.
Bartolomeo entrecerró los ojos. Por un instante, una sonrisa breve y torcida cruzó su rostro. No era amable. Era evaluadora.
La tarde avanzó, pero Daniel no se rendía. Se acercaba una y otra vez, mostrándome objetos, haciendo ruidos, intentando llamar mi atención.
—Mira, Astrix, un gatito —rió—. ¿Y esto? ¿Te gusta esto?
—Na, na —Astrix empujó el objeto con torpeza y comenzó a quejarse—. ¡Na!
Alexander se irguió de inmediato.
—Déjala en paz. ¿No ves que no quiere?
Daniel ladeó la cabeza, confundido.
—¿Por qué no quiere?
Anton, que había permanecido cerca, dio un paso al frente.
—Tal vez porque es niña —dijo—. Y a veces a las niñas no les gustan los niños.
No terminó la frase.
Una mano apartó a Anton con brusquedad.
—¿Quién te crees tú para tocar al príncipe? —dijo una mujer con voz dura.
[Bebé Astrix]
Mary.
Vieja bruja.
Nadie toca a Anton.
—Mírate —continuó ella—. Aléjate del príncipe. Si él quiere jugar con esa niña, lo hará.
Alexander tomó a Astrix en brazos, instintivamente.
—Nana —balbuceó—. Astrix no quiere. Es simple.
Mary rió con desdén y miró a Astrix como si fuera un objeto defectuoso.
—Por favor. Esa niña debería sentirse honrada de que el futuro rey le hable.
Bartolomeo observaba en silencio. Sus labios se curvaron apenas. Una sonrisa lenta, cruel, casi invisible.
—Además… —agregó Mary, girándose—. Ven, querida.
Una niña dio unos pasos al frente. Tenía dos años, el cabello castaño ondulado, un vestido delicado con pequeños brillos y una diminuta corona apoyada con naturalidad, como si siempre hubiera estado ahí.
Sophia Queen.
—Es mi sobrina —anunció Mary—. Acaba de perder a sus padres.
Los murmullos comenzaron de inmediato.
[Bebé Astrix]
¿…Sophia?
La protagonista.
Esto no pasó así en el libro.
Sophia se acercó despacio. No miraba a los adultos, sino a Astrix. Sus ojos no eran inocentes, pero tampoco crueles. Eran atentos. Como si estuviera aprendiendo algo.
—Hola —dijo con voz suave, inclinándose un poco—. Qué bonita eres.
Tomó la mano de Astrix con delicadeza. Demasiada delicadeza.
[Bebé Astrix]
Esa expresión…
Está midiendo.
De pronto, Sophia soltó la mano y dio un pequeño paso atrás.
—Ay… —murmuró, llevándose la mano al pecho—. ¿Por qué haces eso?
Sus ojos se llenaron de lágrimas. No gritó. No exageró. Solo lo suficiente.
El efecto fue inmediato.
—¿La empujó?
—Qué cruel…
—Una Valtorian…
[Bebé Astrix]
Claro.
El mundo ya decidió.
—¡Ella se empujó sola! —exclamó Anton, dando un paso al frente—. ¿No te da vergüenza molestar a una bebé?
Mary giró furiosa.
—¿Y tú quién eres para acusarla?
—Es mi hijo —dijo una voz grave.
El aire se congeló.
Un hombre alto, corpulento, cubierto con pieles y ropa de guerra avanzó con pasos firmes. Su presencia imponía silencio.
Ópera Thurder.
—Y nunca miente —continuó—. Si dice que lo vio, es porque ocurrió.
Bartolomeo sostuvo su mirada. Sonrió. Esta vez, sin disimulo.
—¿Insinúas que mi sobrina finge?
Ópera no dudó.
—Insinúo que el mundo cree lo que quiere creer.
Silencio.
Sophia bajó la mirada. No lloraba. Solo observaba el suelo… y sonreía apenas.
[Bebé Astrix]
Lo entiende.
Entiende que ya ganó.
Ópera tomó a Anton de la mano.
—Nos vamos.
Astrix comenzó a inquietarse.
[Bebé Astrix]
No.
No te vayas.
Sus manos se estiraron torpemente.
—A… An… Anton…
El sonido fue claro.
Demasiado claro.
Todo se detuvo.
—¿Dijo…?
—¿Su primera palabra?
William se puso de pie de golpe.
—¿Por qué mi hija dijo su nombre? —rugió—. ¿Por qué el nombre de un Thurder?
Ópera lo miró sin bajar la cabeza.
—Porque incluso un bebé reconoce quién es sincero.
Anton se inclinó apenas hacia Astrix.
—Gracias, bebé —susurró.
[Bebé Astrix]
Ahora sí…
empeze Pero creo que metí la pata.
puede que en su primera vida la hallan tratado mal sus padres pero en esta le dieron la bendición de un padre que la adora y ella solo se nuestra indiferente con el
lo que debería es aprovechar el amor que el le tiene
esa es mi humilde opinión