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Me Enamoré De Mi Enemigo

Me Enamoré De Mi Enemigo

Status: En proceso
Genre:Escuela / Romance / Amor prohibido / Amor a primera vista / Amor-odio
Popularitas:4.2k
Nilai: 5
nombre de autor: Nyra Dark

A sus 19 años, arina de lucas parece ser una estudiante común: bonita, callada y aplicada. Trabaja en la cafetería de su abuelo y aparenta ser una joven más de preparatoria. Pero bajo esa máscara se esconde la futura heredera de un poderoso imperio criminal. Entrenada en artes marciales, fría cuando debe serlo y con un corazón marcado por el rechazo de sus propios padres, dirige en secreto a los hombres de su abuelo, el único que la valora.

Del otro lado está ethan moretti, de 21 años. Inteligente, atractivo, respetuoso y aparentemente un estudiante modelo. Sin embargo, también arrastra un legado: pertenece a otra familia mafiosa rival, dirigida por su abuelo, que pretende heredarle el trono del poder. A diferencia de la chica, sus padres sí conocen la verdad, aunque intentan disimularlo bajo la máscara de ejecutivos ejemplares.

Lo que ninguno sospecha es que sus vidas están unidas por un destino retorcido: enemigos en la sombra, pero vecinos en la vida real.

NovelToon tiene autorización de Nyra Dark para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

capitulo 23

El silencio de la madrugada se adueñó del apartamento. La lluvia afuera marcaba un compás lento contra los ventanales, y entre ese sonido y el calor de Ethan abrazándola, Ariana terminó por rendirse al sueño.

Al día siguiente…

La luz tenue de la mañana entraba por las cortinas medio abiertas. Ariana abrió los ojos lentamente, confundida al sentir un peso cálido sobre su cintura. Cuando bajó la mirada, sus mejillas se encendieron: el brazo de Ethan estaba enredado en ella, sujetándola con firmeza, como si incluso dormido se negara a soltarla.

Su respiración era tranquila, profunda, y su rostro, relajado, parecía el de alguien que jamás había roto un corazón ni empuñado un arma. Ariana se quedó observándolo, incapaz de apartar la vista. El recuerdo de la noche anterior le golpeó la mente: los besos, los roces, sus palabras… y el hecho de que él había parado.

—Idiota… —murmuró apenas audible, pero sus labios se curvaron en una sonrisa pequeña, casi involuntaria.

Con cuidado, intentó moverse para levantarse, pero en cuanto lo hizo, Ethan abrió los ojos. Esa mirada fría y calculadora apareció de golpe, aunque en el fondo había un brillo diferente, uno que ella apenas podía descifrar.

—¿Adónde crees que vas tan temprano? —dijo con voz grave, aún ronca por el sueño.

Ariana se levantó de la cama y giró el rostro. Ethan estaba recostado, sin camisa, con el cabello desordenado y la mirada fija en ella. Tragó saliva sin querer.

Ariana se congeló, con el corazón acelerado.

—A mi apartamento… no pienso quedarme aquí.

Ethan se incorporó lentamente, dejando al descubierto su torso desnudo, y ella desvió la vista de inmediato, maldiciéndose por reaccionar así. Él notó su incomodidad y sonrió con esa seguridad arrogante que tanto la sacaba de quicio.

—Te guste o no, anoche dormiste en mis brazos. Eso ya no lo puedes borrar.

—¡Eso fue porque yo… estaba borracha! —replicó, cruzándose de brazos.

Ethan se levantó despacio, caminando hacia ella. La intensidad en sus ojos la hizo retroceder hasta chocar con la pared. Bajó la cabeza, lo suficiente para que sus labios quedaran a centímetros de los suyos.

—El alcohol puede justificar tus palabras, Ariana… —susurró con voz firme— pero no tus miradas, ni la forma en la que tus manos me buscaron. Eso fue real.

Ella apretó los labios, negándose a responder. Su corazón golpeaba con fuerza, pero no le daría el gusto de admitirlo.

—Eres insoportable… —dijo finalmente.

Ethan no dudó un segundo. La tomó del rostro con una mano firme y la besó. No fue suave ni tierno: fue intenso, exigente, como si quisiera demostrarle que, pese a sus palabras, ella le pertenecía en ese instante.

Ariana intentó resistirse, pero sus dedos terminaron aferrándose a los músculos de su pecho desnudo, como si contradijeran sus palabras.

—Ethan se alejó unos centímetros de ella, Dilo otra vez… —murmuró con voz baja y peligrosa— dime que soy insoportable, pero mírame a los ojos cuando lo hagas.

Ariana respiraba agitada, temblando por la mezcla de ira y deseo.

—Eres… insoportable.

Él sonrió de lado, como si hubiera ganado una batalla que solo él entendía.

—Y aún así… me besaste de vuelta.

—¡No lo hice! —gritó ella, furiosa.

Un silencio denso los envolvió. Ariana lo empujó suavemente, escapando de su cercanía, y caminó hacia la puerta. Antes de salir, volteó a verlo.

—No creas que esto significa algo.

Él la observó con una sonrisa divertida, recargado en la pared, confiado, y lanzó una de esas frases que la perseguirían el resto del día:

—Signifique lo que signifique, tarde o temprano, siempre terminas volviendo a mí.

Ariana salió del apartamento de golpe, con el corazón en llamas, odiándolo… odiándose aún más por desear volver a sentir sus labios.

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En el salón privado de la mansión Moretti, los dos viejos se acomodaban en sillones de cuero. La lluvia golpeaba los ventanales, y el humo de los habanos llenaba la habitación.

Don Moretti rompió el silencio con una carcajada seca.

—¿Viste lo de anoche? Si siguen con ese fuego entre ellos, Alessandro… pronto nos darán un nieto. Un Moretti de Lucas. —saboreó las palabras como si fueran vino caro—. Tiene un sonido perfecto, ¿no lo crees?

Alessandro de Lucas entrecerró los ojos, con una sonrisa peligrosa.

—Sería el golpe maestro. Dos apellidos enfrentados por décadas, unidos en un mismo linaje. Y lo mejor… ellos mismos ni siquiera sospechan que ya los tenemos en la palma de la mano.

—Exacto. —asintió Moretti, levantando la copa—. Lo gracioso es que creen que deciden por sí solos, cuando cada paso ya lo tenemos calculado.

Alessandro soltó una carcajada grave.

—Tu nieto tiene la sangre de un depredador: no se detiene hasta reclamar lo que cree suyo. Y la mía… la mía tiene la astucia suficiente para convertir cualquier debilidad en un arma.

—Un depredador y una estratega. —añadió Moretti, golpeando suavemente la mesa con los nudillos—. Juntos… serán imparables.

—Y aunque intenten negarlo, aunque juren odiarse… —Alessandro se inclinó hacia adelante, sus ojos brillando con ambición— los vamos a empujar hasta que no puedan escapar el uno del otro.

—Sí. —rió Don Vittorio Moretti.

Los dos levantaron sus copas y brindaron con un mismo pensamiento oscuro.

—Al final —dijo Moretti—, no será cuestión de si se aman o se odian. Lo único que importará… es que serán nuestros.

Las risas graves de ambos ancianos llenaron la sala, sellando un pacto silencioso que pronto caería sobre Ariana y Ethan.

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El siguiente lunes , la escuela estaba más ruidosa de lo habitual. Los rumores aún flotaban en el aire después de la fiesta, pero Ariana caminaba con la cabeza en alto. Había decidido no mostrar debilidad, aunque por dentro todavía sentía el peso de la traición de Jhonar y las palabras de Ethan que la habían marcado.

Camila y Valentina corrieron a su lado apenas la vieron en el pasillo.

—Ari… —empezó Valentina, con expresión de culpa— si hubiéramos sabido lo que Jhonar te iba a hacer, jamás te habríamos arrastrado a esa fiesta.

—Sí, amiga —agregó Camila—. Lo lamentamos mucho. No merecías pasar por algo así.

Ariana suspiró, apretando sus libros contra el pecho.

—No se preocupen. Lo que pasó, pasó. Y créanme, aprendí mi lección.

En ese momento, el pasillo se volvió más silencioso: Ethan acababa de cruzar, caminando con ese porte imponente que atraía todas las miradas. Aunque parecía ignorar a todos, sus ojos se detuvieron en Ariana por un instante. No fue la mirada fría de siempre: había un destello diferente, una chispa de algo que ella no supo descifrar.

Valentina lo notó enseguida y le dio un codazo juguetón.

—Oye… ¿qué fue esa mirada?

Camila, con picardía, añadió:

—No nos mientas, Ari. Te vimos salir con Moretti esa noche bajo la lluvia… ¿pasó algo entre ustedes?

Ariana se quedó helada.

—¡¿Qué?! No, claro que no.

Pero Valentina insistió, bajando un poco la voz.

—Pues si no lo sabías… Ethan le rompió la cara a Jhonar. Y fue por ti. Se estaba burlando de ti y Moretti no lo dejó pasar.

El corazón de Ariana se aceleró, y apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando Jhonar apareció al fondo del pasillo. Tenía la mejilla aún morada y un vendaje en la ceja. Caminaba con pasos lentos y un aire de falsa culpa.

—Ariana… —dijo en tono suave, casi suplicante— yo quería disculparme por lo que pasó en la fiesta. Todo lo que dije fue por culpa del alcohol. Ethan me obligó, me presionó a decir esas cosas horribles de ti…

Un murmullo recorrió el pasillo. Todos miraban la escena como si fuera un espectáculo. Ariana lo escuchó, pero sus palabras solo hicieron que la rabia que llevaba dentro explotara.

¡Paf!

Levantó el puño y lo golpeó con fuerza en la cara. El impacto fue seco, y Jhonar cayó de costado al suelo, privado por unos segundos.

Las amigas de Ariana se taparon la boca de la sorpresa.

—¡Ariana!

Ella lo miró desde arriba, con el rostro encendido.

—No te me vuelvas a acercar. Ahora solo me das asco. Y si tienes cuentas pendientes, arréglatelas con Ethan.

Entonces, se escuchó un aplauso lento y cargado de ironía que heló a todos.

—Bien hecho, Ariana —dijo Ethan mientras avanzaba entre los estudiantes con esa calma peligrosa que lo caracterizaba—. Así se habla.

Se detuvo frente a ella, inclinó apenas la cabeza y, con descaro, le guiñó un ojo.

Ariana sintió cómo sus mejillas ardían al instante. El corazón le golpeaba el pecho con fuerza. Dio media vuelta apresurada y se alejó con sus amigas, que no podían contener las risas nerviosas.

—¡Dios, Ari! —exclamó Valentina entre carcajadas—, te pusiste roja como un tomate.

—Cállense… —murmuró Ariana, llevándose la mano al rostro para ocultar su rubor, mientras trataba de mantener la compostura.

Ethan, detrás, la siguió con la mirada, una sonrisa apenas perceptible en los labios. Para él, el juego apenas comenzaba.

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El timbre sonó anunciando el inicio de la clase de literatura. Ariana entró al salón con paso firme, fingiendo indiferencia mientras buscaba un lugar junto a sus amigas. Ethan, como siempre, ya estaba sentado con su grupo, apoyado contra la silla con esa calma arrogante que a ella la irritaba y, al mismo tiempo, la descolocaba.

El profesor, un hombre mayor con gafas gruesas y una sonrisa cansada, dejó sus papeles sobre el escritorio.

—Clase, hoy empezaremos un nuevo proyecto —anunció con voz solemne—. Tendrán que trabajar en parejas para representar una escena clásica del teatro universal.

Un murmullo recorrió el salón, todos emocionados o aterrados ante la idea. El profesor levantó un libro gastado y agregó:

—Será de Romeo y Julieta.

Ariana rodó los ojos. Justo lo que me faltaba… romance fingido.

El profesor empezó a leer la lista de parejas. Cada nombre arrancaba suspiros, quejas o risas de los alumnos. Ariana cruzaba los dedos en silencio, rogando que no dijera lo que intuía.

—Y finalmente… Ariana y Ethan.

El aula entera explotó en murmullos y risitas cómplices. Algunos se voltearon a mirarlos como si presenciaran el inicio de un drama jugoso. Ariana se quedó inmóvil, apretando la mandíbula. Ethan, en cambio, sonrió con esa maldita expresión suya, mitad burla, mitad desafío.

—Silencio —dijo el profesor—. Ariana y Ethan representarán la escena del balcón.

Ariana sintió un escalofrío recorrerle la espalda.

—¿La escena del balcón? —repitió incrédula.

—Exacto. Una de las más icónicas de la obra —contestó el profesor con entusiasmo—. Y quiero que sea convincente, así que espero pasión en la actuación.

Las amigas de Ariana la miraron con ojos brillantes, mientras uno de los amigos de Ethan le dio un codazo y susurró algo que provocó una carcajada en el grupo.

Ethan se levantó con parsimonia y caminó hasta el lugar de Ariana, inclinándose apenas hacia ella.

—Parece que el destino tiene sentido del humor —murmuró, solo para que ella lo oyera.

Ariana levantó la barbilla, intentando sonar fría.

—No te hagas ilusiones, Moretti. Yo actúo, no me enamoro.

Él arqueó una ceja, con esa sonrisa peligrosa que tanto la desconcertaba.

—Ya veremos, Julieta.

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El murmullo no se apagaba. Jhonar, que estaba sentado unas filas más atrás, frunció el ceño. Se inclinó hacia adelante con una mirada oscura fija en Ariana y luego en Ethan. Sus amigos lo notaron de inmediato.

—Hermano, ¿ya viste? —dijo uno con media sonrisa—. Te la ganó el destino.

—Eso no es destino —respondió Jhonar en seco—. Es una mala jugada, y todo por mi maldita boca.

Mientras tanto, las amigas de Ariana intentaban contener las risitas.

—¡Ari, eso es una señal! —susurró una emocionada—. ¿Romeo y Julieta? ¿Con Ethan? ¡El universo habla!

—El universo está maldito —bufó Ariana, cerrando su cuaderno de golpe.

El profesor golpeó las manos para pedir silencio.

—Muy bien, cada pareja empezará a preparar su diálogo. Tienen que ensayar aquí mismo, no quiero excusas de que no pudieron encontrarse.

Ethan, todavía de pie junto a Ariana, tomó el libro de literatura que había dejado el maestro sobre su mesa. Se lo extendió con un gesto teatral.

—¿Empezamos, Julieta?

Ella lo fulminó con la mirada, pero tomó el libro con firmeza.

—Deja de disfrutar esto, Moretti.

Se pusieron de pie frente a todos. El salón entero guardó silencio expectante, más interesados en verlos a ellos que en ensayar sus propias escenas. El profesor asintió satisfecho.

—Adelante, lean.

Ariana respiró hondo y comenzó:

—“¿Por qué eres tú, Romeo? Niega a tu padre y rehúsa tu nombre…”

Ethan dio un paso hacia ella, bajando la voz con una intensidad que heló la sangre de Ariana.

—“Llámame solo amor, y seré nuevo bautizado. Desde ahora nunca más seré Romeo.”

Hubo un “oooooh” colectivo en el salón. Ariana sintió que se le encendían las mejillas, pero no por el guion, sino por la forma en que Ethan la miraba, como si esas palabras fueran suyas y no de Shakespeare.

Ella apretó el libro contra el pecho, manteniendo la compostura.

—“¿Y cómo has venido hasta aquí? Las murallas del huerto son altas, y si te descubren, te matarán.”

Ethan dio otro paso, tan cerca que Ariana sintió la vibración de su voz.

—“Con las alas ligeras del amor salté las tapias; no hay muro de piedra que me detenga.”

El salón entero contenía la respiración. Las amigas de Ariana se miraban con los ojos brillantes; Jhonar, en cambio, apretaba los puños bajo el pupitre.

El profesor, encantado, exclamó:

—¡Excelente! Exactamente esa pasión quiero. Sigan ensayando, la próxima semana lo presentarán ante toda la clase.

Ethan bajó un poco la voz y se inclinó, sin importarle que otros los observaran.

—¿Ves, Ariana? Parece que naciste para ser mi Julieta.

Ella sonrió sarcástica, aunque por dentro su corazón iba a mil.

—Solo recuerda, Romeo, que al final mueres.

Él rió bajo, disfrutando cada palabra.

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Continuará...

1
Violette💜
Hermoso
Briana
❤️❤️❤️
Briana
😳🫣🫢
felipe_oquendo
10/10
Yaquelin Yaqui
me encanta esta re bueno ☺️
Leonardo Martinez
listo
Leonardo Martinez
bn
Leonardo Martinez
me encanta
Briana
♥️
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