Después de haber sufrido a manos de su padre, Cyra cayó bajo los engaños del dios Daotan, lastimando a miles de inocentes, pero sobre todo, lastimando a las únicas personas que en verdad la amaban y que ella amaba, ahora el dios Kaayo le dio una nueva oportunidad, pero ¿Qué pasa si Cyra no puede dejar atrás su pasado?
Cyra se siente indigna de esa segunda oportunidad, pero nuevas personas en su vida le harán ver que la única manera de vencer a aquellos que le hicieron tanto daño es ser feliz.
Esta historia está relacionada con la tetralogía de los 4 Guerrero de los Elementos, la cual está compuesta por:
1. El Guerrero de la Tierra
2. La Guerrera del Aire
3. La Guerrera del Agua y
4. El Guerrero del Fuego
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Capítulo 7
Una semana paso desde que Cyra se encontró con aquel desconocido, y todo volvió a la normalidad, o al menos eso parecía en el exterior, puesto que las pesadillas de Cyra no habían hecho más que empeorar, algo que poco a poco comenzaba a reflejarse en su exterior, y es que entre sueños, Cyra comenzó a lastimarse a sí misma, y si bien eran coas pequeñas, la chica debía ser muy meticulosa a la hora de ocultarlos.
- La clase de hoy estuvo realmente difícil, y eso que solo llevamos una semana, no me imagino cómo será más adelante – le dice una de sus compañeras a Cyra, esta era un joven de cabello castaño y ojos verdes, de nombre Elena.
Elena era una joven risueña que había congeniado muy bien con Cyra, por lo que ambas chicas se habían vuelto un equipo en la universidad.
En estos momentos ambas iban de camino a la estación de autobuses para volver a sus casas, cuando un pitido las interrumpe, y al ver de dónde viene ese sonido, observan cómo una moto se detiene cerca de donde están.
- Es bueno volver a verla, su majestad – le dice aquel desconocido a Cyra.
- Lo mismo digo, bufón – le dice Cyra con una sonrisa.
- ¿A dónde te diriges? – le pregunta el desconocido.
- A mi casa.
- ¿Y no te puedes permitir dar un paseo antes? – le pregunta el hombre, mientras baja de su moto y del compartimento debajo del asiento saca un casco algo más pequeño al que él usa.
- Elena, nos vemos mañana, yo me iré con él – le dice Cyra mientras toma el casco.
- Bueno, en ese caso, nos vemos mañana.
Mientras Elena se aleja, Cyra saca su teléfono y con este se toma una foto al lado del hombre del cual aún no sabía su nombre.
- ¿Para qué fue eso? – le pregunta el joven, quien ve cómo la joven escribe en su celular.
- Para informarles a mis padres que estoy contigo, lo que me recuerda, nunca te pregunté tu nombre – le dice Cyra, quien aleja la vista de su teléfono, para posarla en el hombre frente a ella.
- Me llamo César, César Chimal, ¿y tú, su majestad? – le pregunta César a Cyra.
- Cyra, Cyra Chantli.
- Cyra, qué lindo nombre, bueno, ya que le avisaste a tus padres, ahora sube, te llevaré a un lugar excelente, sé que te gustará – le dice César, a lo que Cyra sube detrás de él y parten hacia el lugar elegido por César.
Viajaron por algunos minutos, cuando se detuvieron frente a un gimnasio muy grande.
- Ya llegamos – le dice César a Cyra y ambos bajan de la moto y entran al lugar, en donde son recibidos por un chico de una edad parecida a la de César, con un cabello rubio oscuro y los ojos de color dorado.
- César, qué sorpresa, es bueno verte por aquí, y ¿quién es esta hermosísima señorita? – le pregunta aquel hombre.
- André, ella es Cyra, la chica de la que te hablé la otra vez, te prometí que si la volvía a ver, te la presentaría, Cyra, él es mi mejor amigo, André.
- Vaya, así que tú eres la superguerrera, mi amigo me contó como le partiste la cara a dos idiotas, y yo dije a esa chica la debo de conocer, me alegra que mi amigo te haya encontrado, dime Cyra, ¿te gustaría precipitar en una pelea de exhibición, aquí mismo?, me gustaría verte en acción – le pide André.
Cyra lo medita un rato, ya que no sabe si es buena idea, pero la verdad necesita sacar sus emociones de alguna manera.
- Sí, me gustaría, pero ¿quién sería mi contrincante? – le pregunta la joven.
- César, él es el mejor, y si lo impresionaste a él, es porque eres buena, y ninguno a aquí podrá hacerte frente – le dice André, a lo que Cyra mira a César.
- ¿Estás de acuerdo? – le pregunta Cyra a César.
- Lo estoy si tú lo estás.
- En ese caso, hagámoslo – dice Cyra a lo que André prepara todo para la pelea.
La batalla fue intensa, todos en el lugar dejaron de lado lo que estaban haciendo para ver a la pareja pelear, Cyra demostró ser ágil y saber usar la fuerza de su oponente en su contra, por su parte César, demostró mucha habilidad y fuerza, el resultado, un empate, ya que ambos, agotados, optaron mejor por rendirse.
Una vez la pelea terminó, César y Cyra se ducharon allí mismo, y Cyra volvió a ponerse la ropa que llevaba puesta cuando llegó, ya que para el combate se le prestó algo más cómodo.
La verdad es que el combate había ayudado mucho a Cyra, y ahora se sentía mejor, más relajada.
- Wow, eso fue increíble, ustedes eran puro fuego, todos aquí nos quedamos con la boca abierta – les dice André, quien estaba muy emocionado por lo que había visto.
André alagó las habilidades de Cyra durante el resto del tiempo que estuvieron allí, y solo cuando el sol se ocultó, Cyra decidió que era el momento de volver a casa, a lo que César la llevó gustoso.
- Me divertí mucho, gracias por llevarme – le dijo Cyra a César, cuando este se detuvo frente a la casa de la muchacha, ya que la pastelería ya había cerrado para esa hora, por lo que esta vez César la llevó hasta su casa.
- Gracias a ti por venir, fue divertido, y cuando quieras ir de nuevo, solo llámame, que te llevaré allí, o si quieres salir a algún otro lado, también puedes llamarme, conozco muchos lugares – le dice César, mientras saca un pedazo de papel del bolsillo de su pantalón, junto a un bolígrafo, y anota su teléfono allí y se lo da a Cyra.
- Lo haré, nos vemos después – le dice Cyra y entra a su casa con una sonrisa en el rostro, César era como un bálsamo para ella, y estar a su lado la hacía sentir bien.