El Regreso del Soberano

Rey salió tranquilamente del Hotel Pacífico, hacia las calles llenas de visitantes.

De vez en cuando, fruncía el ceño al sentir que, desde que salía del hotel, un aura tenue intentaba seguirlo. Sin embargo, no pensó que fuera una amenaza, pero en el fondo, también sentía curiosidad por saber quién lo había estado siguiendo.

Al llegar a un lugar un poco más tranquilo, Rey se puso de pie y dijo: "¡Salgan!".

Unos momentos después, una figura esbelta vestida con un minivestido combinado con medias negras ajustadas que envolvían sus esbeltas piernas, apareció y caminó contoneándose hacia donde estaba Rey.

"Saludos al Rey del Norte", dijo la hermosa mujer mientras inclinaba su cuerpo, revelando parte de sus dos bienes, blancos, lisos y firmes.

Rey apartó la mirada. Luego, con frialdad, preguntó: "Diosa de la Muerte. ¡¿Explica por qué me has estado siguiendo?!".

"Respondiendo a su pregunta, Rey del Norte. El príncipe me envió para transmitirle que el Emperador lo invita al palacio. Para ser más específicos, pueden hablarlo después de reunirse con el Emperador", respondió una de las dos Diosas de la Muerte. Su lenguaje corporal parecía respetuoso. Pero Rey sabía que esta Diosa de la Muerte intencionalmente quería ponerlo a prueba. Incluso, en su tono de voz, que sonaba muy respetuoso, había algo que parecía querer mostrar su superioridad.

Rey frunció el ceño. De repente, su silueta parpadeó, luego apareció instantáneamente frente a la chica.

La chica se sobresaltó al sentir un fuerte agarre en su cuello. "¡Habla! ¿Así es como el príncipe me envía un mensaje? ¿Es porque la guerra ha terminado, ya no se me respeta? Seguirme como un ladrón. Un castigo demasiado leve para mi estatus como el supremo comandante temido y apodado el Carnicero del Norte. ¿Estar demasiado tiempo en el palacio te hace sentir superior a mí? ¡¿Dime de qué lado estás?! ¡¿Del lado del príncipe o del príncipe heredero?!".

"Por favor, perdóneme, Rey del Norte. Por favor, no se enoje. Por supuesto que estoy de su lado. No se enoje, mi Señor", la mujer luchó por hablar, casi sin aliento, mientras le explicaba al joven comandante irascible. Tal vez por estar demasiado acostumbrado a estar en el campo de batalla, su carácter se formó de forma natural. La forma en que Rey respondía a las cosas era muy directa y sin rodeos.

Esta chica no era una chica común. Sin embargo, no pudo resistirse ni un poco cuando Rey se movió. Solo por esto, supo que la fuerza que poseía Rey era como el cielo y la corteza terrestre en comparación con la suya propia.

Lentamente, Rey aflojó el agarre de su mano. "¡No me espíes! Es un insulto para mí. ¿Crees que el título que tengo lo compré con mentiras y tonterías? El Carnicero del Norte no es un nombre vacío. No me pongas a prueba con trucos como este. ¡Cuida tu vida!".

¡Estruendo...!

Rey empujó a la chica hasta que cayó al suelo.

Para él, había muchos en el palacio que menospreciaban su existencia. Por lo tanto, de varias maneras querían probar hasta dónde llegaban sus habilidades. Era solo que, para Rey, una de estas Diosas de la Muerte no era más que una hormiga. Qué suerte la suya. Si esto hubiera sucedido hace tres meses, esta Diosa de la Muerte probablemente ya estaría muerta.

"Mi señor Rey del Norte. Perdone mi atrevimiento. Sin embargo, su identidad es muy sensible. No me atreví a transmitirle el mensaje del príncipe directamente. Después de todo, hay muchos agentes y espías del enemigo que son muy difíciles de eliminar en este imperio. La nación ganadora firmó un tratado de paz y un alto el fuego. Sin embargo, no necesito explicarlo, mi Señor seguramente sabe que las partes de la alianza de varios países aún no han desviado completamente su atención de Erosia. Por favor, disculpe mi atrevimiento de antes".

Al darse cuenta de que las palabras de la Diosa de la Muerte eran ciertas, Rey caminó hacia ella y le tendió la mano para ayudarla a levantarse.

"¿Te duele? Si te duele, ¿dónde te duele?", preguntó Rey después de levantar a la chica.

Este repentino cambio dejó atónita a la chica. Su enfado de antes casi le había hecho salirse el corazón del pecho. Ahora, ser tan amable y considerado casi derritió su corazón. En realidad, ¿qué clase de personalidad era esta?

"¿Por qué te quedas callada?", preguntó Rey al ver a la chica en silencio con la mirada perdida.

"Eh... no... no, mi Señor", la chica se quedó boquiabierta. Luego escondió su rostro, mirando hacia abajo.

"Dile al príncipe que iré a visitar el palacio dentro de tres días. ¡Puedes irte!", Rey agitó la mano como si estuviera ahuyentando a un mosquito. En realidad, quería partir antes para ver al Emperador. Pero dentro de dos días, ya tenía una cita con el Sr. Marlon para celebrar su primera reunión con todos los jefes de sucursal y algunos altos funcionarios de la empresa con el fin de presentarse como el nuevo propietario de la empresa. Él mismo no sabía cómo sería la reunión. Si todos podrían ser invitados a trabajar juntos o si solo serían parásitos que se aprovecharían de las ganancias de la empresa. Si realmente hubiera alguno así, no dudaría en deshacerse de ellos aunque la estabilidad de la empresa se viera afectada. ¿Para qué una empresa? Para él, era solo una fachada. De todos modos, no sería pobre aunque no trabajara en toda su vida. Además, tampoco tenía talento para los negocios. Para él, prefería llevar un lanzacohetes que sujetar un bolígrafo entre los dedos.

Sin querer ser ahuyentada de nuevo, la chica desapareció inmediatamente de la vista de Rey sin dejar rastro. En toda su vida, nunca más se atrevería a provocar la ira del Carnicero. De lo contrario, no sabría qué tipo de muerte le aguardaría. Aunque ella y su hermana eran herramientas para el príncipe que podían ser asesinadas en cualquier momento durante una misión, pero si aún podía evitarse, ¿quién querría morir como una rana?

"Ustedes, los del palacio. Viven demasiado cómodos. Me preocupa que no sean uno o dos los que se conviertan en lacayos del enemigo. Pobre Emperador y Príncipe, rodeados de traidores. Diosa de la Muerte. No sé de qué lado están ustedes. Pero una cosa es segura. Si están del lado opuesto al mío, no dudaré en enviarlas a la muerte", dijo para sí mismo. Luego se alejó del lugar como una persona diferente. Su aspecto inocente, su estilo torpe, podían engañar los ojos de alguien que no sabía que dentro de él había un tigre listo para atacar.

"Hmmm. Este estilo no está mal. Al menos puedo esconderme bien. De repente, echo de menos que me intimiden, me acosen, me insulten, me menosprecien. Jajaja. Qué demonios. Qué cosas se me ocurren. Pero parece interesante. Debería intentarlo. Al menos para añadir una nueva experiencia", Rey se rió solo como un loco. Se reía de sí mismo por tener una idea tan tonta. Pero, ¿qué más podía hacer? La identidad que tenía era demasiado sensible. Como protector del imperio, por supuesto, no solo era muy temido por sus oponentes, sino que tampoco eran pocos los que querían matarlo. Porque su muerte equivalía al colapso de Erosia. Hasta que surgió un nuevo término entre sus oponentes. Es decir, cuando el Emperador muriera, el país seguiría a salvo mientras el Carnicero del Norte siguiera vivo.