– He vivido tantas vidas que me resultan absurdas las personas que matan por poder y avaricia, o aquellas que quieren ser jóvenes eternamente. De nada sirve vivir sin un propósito o amor verdadero.
— Soy Gustavo Chevalier, el emperador del vasto imperio Terra Nova, pero durante muchos años fui el paladin de mi hermano. Fui testigo de cómo amó a su ahora esposa con todo el corazón en sus diferentes facetas.
— Han pasado siglos, pero yo sigo añorando su olor, su dulzura, su reconfortante presencia y su preciosa sonrisa, que iluminaba mis días.
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Oh! Lo dices por experiencia propia
— Milady, su madre solo piensa en su bienestar, y el bienestar de una dama está en la posición económica de su marido — le dijo su doncella con calma mientras la ayudaba a vestirse.
— Mi madre solo piensa en venderme para tener una mejor posición. No la juzgo; mis abuelos hicieron lo mismo con ella, es lo único que conoce. Pero la diferencia es que mi padre sí la amaba; el sexto príncipe solo me ve como una obligación. Si ese matrimonio se lleva a cabo, yo sería la afectada al no tener el apoyo de mi esposo; sería vulnerable ante las concubinas — dijo Mónica mientras escogía su joyería.
— Su padre nunca hubiera permitido que el príncipe tuviera concubinas; usted sería la única esposa — protestó Berta, cepillando el cabello de su señorita.
— Berta, yo no estaría en el imperio, sino en otro reino donde las leyes son distintas. Además, hay muchos trucos que el príncipe podría utilizar para obtener lo que quiere. Sin contar que, si mi padre muere, mi hermano no me protegería en lo absoluto. Por eso, debo asegurar mi integridad antes que la de ellos. — Mónica terminó de alistarse y salió a hablar con su padre, pero antes de llegar al comedor, tuvo un pequeño intercambio de palabras con su cuñada.
— Me enteré de que perdiste tu compromiso. Qué pena, pero entre más edad tengas, más en desventaja estás —le dijo su cuñada con burla.
— ¡Oh! Lo dices por experiencia propia. No es un secreto que mi hermano está esperando la muerte de mi padre para traer una concubina a casa. Entiendo tu comentario; tú ya estás en desventaja —dijo Mónica, tapándose delicadamente la boca con su mano, pero dándole una última mirada de burla a su cuñada, para darse la vuelta y llegar a su objetivo del día: hablar con su padre para asegurar ese compromiso. Sentía que ese hombre era especial.
— Padre, ¿puedo tener una audiencia con usted en privado? —preguntó Mónica durante el desayuno, mientras se llevaba un pedazo de pescado a la boca, degustándolo sin importar el ceño fruncido de su hermano y la cara de disgusto de su cuñada.
—Al terminar de comer, acompáñame al despacho —dijo el duque, ignorando las miradas asesinas que había en el comedor.
Mónica terminó su comida con tranquilidad, ignorando a todos los presentes, hasta que llegó el momento de seguir a su padre. Al entrar al despacho, Mónica fue directa a lo que iba.
—Esta vez sí me casaré. Quiero acordar una cita con mi prometido para fijar la fecha de la boda —el duque estaba incrédulo; su hija nunca había tenido interés en ver a su ex prometido, pero no llevaba ni una semana comprometida con el emperador y ya lo quería conocer. Al parecer, Su Majestad había captado el interés de su desinteresada hija.
—¿A qué se debe tu repentino interés? —preguntó el duque con cierta sospecha.
— A que es mi nueva oportunidad para casarme. Confío en tu buen criterio; sé que no me lanzarías a las manos de cualquiera —dijo Mónica con seguridad. El Duque respiró con resignación; su hija era demasiado inteligente y, al parecer, quería estar bien alejada de su familia.
— Cuando llegue la ruptura de tu compromiso con el sexto príncipe, hablaré con él para acordar una cita.
— Padre, ¿y si el sexto príncipe no acepta la ruptura? O, peor aún, si llegamos a tener represalias por la ruptura —dijo Mónica, nerviosa. De ese príncipe se podía esperar cualquier cosa, y no quería que su nuevo compromiso peligrara.
— Eso no pasará. La ruptura de ese compromiso es un hecho. Si no acceden por las buenas, tu nuevo prometido tiene el suficiente poder para romper ese compromiso. No te preocupes por las represalias; ellos son los que están en riesgo, no nosotros —dijo el Duque con calma, lo que dejó a Mónica pensando. Ella creía que sería esposa de un noble común, no de alguien tan importante, capaz de doblegar a la familia real de Talismán.