Anastasia es una joven de 17 años que reside con sus padres, David Blanco y Carmela Cruz, así como con su hermana de 18 años, Ana. A pesar de haber sido criadas en un ambiente similar, la relación entre las hermanas no es del todo armoniosa: Ana es aficionada a las fiestas y suele ser bastante contestona, mientras que Anastasia prefiere dedicar su tiempo a los estudios y no es muy propensa a salir. David, su padre, es el propietario de una de las empresas más destacadas de la ciudad.
Un día, mientras David se encontraba en su oficina, recibió una visita inesperada: Ernesto Contreras.
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capítulo 22. anastasia desesperada
Ana: Sí, es cierto, estuvimos juntos tres veces, jajaja, lo sabía.
Anastasia interrumpe y dice: Si eso es cierto, entonces eres tú quien desea tener lo que yo tengo, porque ese día tú sabías que nosotros estábamos saliendo, ¿no acaso veníamos llegando? ¿Por qué afirmas que quiero quedarme con todo lo que tienes? Eso es una falsedad, Ana. ¿Por qué haces esto? Soy tu hermana.
Ana: Desde el día en que él llegó aquí, sentí atracción por él, al igual que tú.
Anastasia interrumpe nuevamente.
Estás equivocada, yo estoy interesada en él desde la preparatoria, Ana. Yo me enamoré primero, no tú.
Ana interrumpe: Pobre niña, eso no es lo que importa en este momento. Lo relevante es que ambas estamos en una relación con el mismo hombre.
Anastasia responde: No, eso no es cierto, Ana. Ahora, por favor, sal de mi habitación. En ese instante, Anastasia empuja a Ana hacia afuera, y ambas comienzan a gritar. Sus padres se acercan para averiguar qué está ocurriendo y las encuentran en medio de la discusión. David pregunta: ¿Qué está sucediendo entre ustedes dos? Mientras Carmela observa la escena.
Ana sugiere a Anastasia que pregunte a su hija predilecta qué está ocurriendo. Anastasia, visiblemente molesta, le responde que se calle, ya que no cree en lo que le dice.
Carmela, levantando la voz, interrumpe y exige que se aclare la situación de inmediato, recordándole a Anastasia que acaba de llegar de un viaje y debería estar descansando.
Anastasia responde: “Debería, mamá, pero Ana vino a mi habitación buscando conflictos”.
Ana replica: “Solo te dije la verdad; tú simplemente no quieres aceptarla”.
David, buscando poner orden, dice: “Por favor, hagan silencio. Ana, ahora mismo explícame a qué verdad te refieres”.
Anastasia la mira y Ana, sonriendo, dice: Simplemente quise abrirle los ojos, papá. Le mencioné que Ernesto no es un hombre adecuado para ella. Sabes cómo es mamá con Ernesto.
Anastasia la interrumpe: No continúes, Ana, eso no es cierto.
Ana responde: Tuve una relación con Ernesto hace unos días.
Anastasia replica: No es verdad, Ana. Basta, no sigas con eso.
Carmela se acerca a Ana, le toma del brazo y pregunta: ¿Qué acabas de decir?.
Ana responde: Acabo de mencionar que hace unos días tuve una relación con Ernesto, mamá.
Carmela intervino, cuestionando a Ana: ¿Tan tranquila lo dices, Ana? ¿Acaso no pensaste en tu hermana? ¿Por qué no hablaste antes?
Ana respondió: Mamá, traté de decírselo, pero Anastasia no me escuchaba.
Anastasia replicó: Eso es mentira, Ana. ¿Por qué me haces esto? Solo me pediste que le preguntara con quién ha estado; nunca mencionaste que eras tú. Dime por qué.
Ana respondió: Quería que él lo hiciera.
En ese momento, David se acercó a Ana y le propinó una cachetada, exclamando: ¿Cómo es posible? No te hemos educado de esa manera.
Ana: ¿Por qué me castigas, papá? Yo fui la primera en estar con él; Anastasia se interpuso y arruinó nuestra relación. ¿No es ella la culpable?
Anastasia, llorando, salió corriendo.
Carmela: Debiste decírselo a Ana. ¿Por qué permitir que ella se fuera de viaje con él?
David salió a buscarla, pero cuando ella salió, tomó un taxi. Él comenzó a llamarla por teléfono, pero ella no tenía su teléfono consigo; estaba en pijama.
Carmela: Debiste informarle que eras tú.
Ana: Mamá, intenté hacerlo, pero no supe cómo decírselo. También hablé con Ernesto, y me comentó que no la dejaría. Supuestamente está enamorado de ella, pero me dijo lo mismo a mí, lo cual es falso.
David regresó a casa y Carmela pregunta por Anastasia. Él responde que no lo sabe, que no logró alcanzarla.
Carmela: No puede ser, ¿dónde estará ahora?
David: Llamaré al hotel. Si la ven, necesito que me lo informen.
Ana: Papá, te juro que intenté decírselo, pero no supe cómo.
David: Ahora solo necesitamos averiguar dónde está tu hermana. Mañana buscaré a Ernesto y a sus padres.
Ana se sorprendió al escuchar esto y preguntó: ¿Por qué harás eso, papá?
David: ¿Acaso no comprendes la gravedad de este asunto? Ernesto se ha burlado de mis dos hijas, y esto no quedará sin respuesta.
Ana: Papá, ¿qué planeas hacer?
David: Ve a tu habitación, yo me encargaré de esto.
Ana se asustó; sabía que su padre tenía un gran poder.
Ella no deseaba perjudicar a esa familia, su intención siempre fue causar sufrimiento a su hermana, y ahora, ¿qué hará?
Anastasia llegó al hotel, tomó la llave y se dirigió a su habitación. La recepcionista informó a David, quien, junto a su esposa, ya estaba tranquilo; sabían que su hija se encontraba en el hotel y que deseaba estar sola. Mañana la buscarían.
Anastasia se dejó caer sobre la cama y comenzó a llorar, incapaz de asimilar lo que estaba sucediendo. Sin un teléfono móvil a su disposición, tomó el teléfono de la habitación y llamó a Ernesto.
Eran aproximadamente las 11 de la noche cuando ella decidió hacer varios intentos. Anastasia necesitaba que él le dijera la verdad. Ernesto se encontraba dormido. Mientras tanto, Anastasia, abrumada por la angustia, no pudo evitar llorar. Finalmente, tomó la decisión de cambiarse y salir a buscarlo; no podía esperar hasta mañana para conocer toda la verdad.
Bajó y tomó un taxi, ya que en el hotel había servicio de taxis las 24 horas del día. Al llegar a la casa de los padres de Ernesto, comenzó a tocar el timbre de manera insistente, llena de desesperación.