Minji, una joven de la era moderna, luchó sola para alcanzar sus sueños, a menudo en un camino lleno de sacrificios y soledad. A los 33 años, un giro inesperado la lleva a perder su vida, solo para reencarnar en un mundo de novela romántica como Azusa, una niña que es el centro de amor y cuidado, de sus padres, algo que Minji nunca conoció. Ahora, rodeada de lo que siempre soñó, ¿será capaz de adaptarse a esta nueva vida o se dejará consumir por la trama que la rodea? Un futuro incierto se abre ante ella, y, con su peculiar forma de ser, Azusa podría reescribir la historia de una manera inesperada.
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Capítulo 22
Capítulo 22
Después de unos días de descanso, decidí alejarme un poco de todo. Dejé el restaurante a cargo de mis amigos y tomé un pequeño receso. Necesitaba escapar de la locura de la trama por un rato. Durante una semana, me mantuve fuera de todo lo que pudiera ponerme en el camino.
Pero el día de mi gran escapatoria llegó: ¡la librería del centro! Ese día se estrenaba el volumen cuatro de mi saga favorita. La autora me encantaba. La historia tiene de todo: amor, romance, intriga, drama, ¡es un completo espectáculo! Y cuanto más avanzaba, más me atrapaba. Así que pensé que no había mejor momento que ese para sumergirme en la historia.
Claro, no podía ir por ahí tan tranquila como si nada. Me disfracé bien. Capelina, pañuelo oscuro, cabello recogido, un vestido sencillo. Ah, y por supuesto, mis dos compañeros (quienes ahora parecían ser mi sombra) también se disfrazaron para acompañarme.
Cuando llegamos a la librería, había una fila enorme. No había forma de entrar sin hacer fila, pero lo peor de todo era que justo detrás de mí, se apareció él. El tipo con la capucha que me había chocado en el mercado nocturno la semana pasada. Y, para completar el cuadro, Evelin estaba ahí también, tan bella como siempre, pero con esa cara de no hay nada que me interese en este mundo.
No podía girarme ni hacer un movimiento raro. Eso sería sospechoso. Así que decidí mantener la mirada al frente, como si nada pasara. Al menos no me estaba mirando a mí... o eso creía.
De repente, escuché la voz de Evelin. —Larius, no tenías que acompañarme—, le dijo con su usual tono inexpresivo. —Esta novela me la recomendaron, pero hay tanta gente. Tal vez podamos venir otro día. —
Larius, el tipo raro, le respondió. —No te preocupes, si quieres, puedo hacer que el libro aparezca en tu mano—.
Evelin lo miró y le dijo, —No, eso sería injusto para los que están esperando—
Yo me moría de risa por dentro, porque, claro, eso es lo que hace una heroína: ser justa con los demás, ¡mientras yo solo quería mi libro!
Pero Larius, en un acto de total descaro, hizo aparecer el libro en su mano. Evelin lo miró confundida y dijo, —¿De dónde lo sacaste? —
El orgulloso contesto—pues de la tienda—
Ella en tono que parecía algo preocupado le dijo—Pero no lo hemos pagado... —
—Tranquila—, respondió él con una sonrisa, —No te preocupes por eso. —
—¡Tch, ladrón! — susurré, alzando los ojos al cielo. Qué descaro. Fue en ese momento cuando escuché una tos fuerte detrás de mí. ¿Será que alguien me escuchó? No me atreví a girarme. Simplemente seguí adelante, escuchando todo lo que ocurría a mí alrededor y agradeciendo que el libro ya estuviera en las manos de Evelin. Al menos así no tenía que preocuparme por ellos.
Pasaron horas y finalmente llegó mi turno para comprar. Pero cuando la librera me dijo que se habían agotado los libros, justo el último se lo llevo la chica que estaba antes que yo... ¡me morí de la rabia! ¡Todo había sido en vano!
Salí de la librería furiosa. —Maldito mago—, grité, —me robaste mi libro. —
Tomé mi sombrero y lo lancé al suelo, maldiciendo al cielo. —¡Mago de pacotillas! Si tan solo fuera valiente, te enfrentaría, pero no... Mejor me voy a casa a preparar algo rico y calmarme—, murmuré.
Esa noche, llegué a casa con la cara llena de frustración. Mi cabeza daba vueltas, así que decidí cocinar para liberar la ira. De todos modos, tengo que comer, me dije a mí misma mientras pensaba en lo mucho que necesitaba desahogarme.
Cociné con un poco de rabia, como si todo lo que estaba poniendo en la olla fuera culpa de ese mago. Cuando terminé y serví la comida, algo raro pasó. Todos los que probaron mi comida empezaron a discutir sin razón alguna. Mi padre, por ejemplo, comenzó a discutir sobre las cortinas de la sala porque no le gustaba el color, y mi madre, obviamente, se opuso porque era su color favorito. El resultado fue que mi padre va a tener que hacer las compras de ahora en más y dormir en el sofá esa noche para "admirar" las cortinas.
Mientras tanto, las dos doncellas que estaban en la cocina se pelearon porque una pensaba que la otra no hacía suficientes tareas. Todo fue un caos. Fue como si la comida hubiera desatado un pequeño torbellino de discusiones por todo el lugar.
Yo, completamente desconcertada, me quedé mirando el panorama. Al final, sugerí que se fueran a dormir para calmarse.
Subí a mi alcoba, cansada, y al llegar a mi cama, me encontré con una sorpresa. ¡El libro que no pude conseguir esa tarde estaba allí, sobre mi cama! Al principio no entendí nada, pero al ver la dedicatoria en la primera página, supe que era un regalo de mi madre. Ella sabía lo mucho que me gustaba esa saga.
Y lo más impresionante fue que la autora había escrito una dedicatoria especial para mí.
Sonreí de inmediato y abracé el libro. Ahora sí que puedo dormir tranquila, pensé. Al final, mi madre había logrado conseguirlo y, con todo, me sentí mucho mejor.
Al día siguiente, tenía que agradecerle a mi madre por este hermoso regalo... aunque en el fondo, me preguntaba si esa comida realmente había causado tanto caos o si era simplemente mala suerte. Pero eso ya era otro tema.