El ranchero Carlos Paniagua se iba a quedar un poco tiempo en la ciudad.lo justo para conseguir algo de compañía femenina antes de regresar a casa
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capítulo 7
ni 20 minutos después de dejarle el vehículo al aparcacoche, se hallaba en la cama, perdido en la fantasía de Luisa, el cuerpo ágil e igualmente desnudo próximo al suyo.
despertó de pronto, con el cuerpo frío bajo una fina capa de sudor. al mismo tiempo que se sentía ardiente y frustrado. ni siquiera se había dado cuenta de que se había quedado dormido. despertando en la parte más intensa de la fantasía. palpitaba de necesidad.
sabía que necesitaba una acción drástica, por lo que se levantó de la cama y fue al cuarto de baño.
odiaba las duchas frías.
por otro lado Luisa se quedó a una ventana lateral apartando la cortina un centímetro o pocos más. pasándose la lengua por los labios, observó hasta que ya no pudo ver el coche.
podía saborearlo
soltó la cortina y se dijo que era ridículo. ese simple roce de la boca sobre la suya ha sido lo más alejado de un beso que alguna vez había experimentado. fue al cuarto de baño. por qué diablos pensaba que podía saborearlo?. volvió a probar, pasándose la la lengua por el labio inferior y gimió.
no era ridículo: realmente podía saborearlo, y el sabor le gustaba mucho, tragando saliva para aliviar la garganta súbitamente reseca comenzó a desvestirse.
acababa de lograr quitarse la blusa cuando sonó el teléfono.
Carlos? se quedó quieta, con el corazón desbocado. volvió a sonar. sin molestarse en mirar el número en la pantalla, alzó el auricular y respiró hondo para contener un temblor que adivinaba en su voz antes de decir.
_Hola.
_quién era? bramo Jeff.
se quedó helada
_no es asunto tuyo-ni siquiera le dio la satisfacción de pronunciar su nombre
_sí que lo es-expecto-eres mía y tú lo sabes.
_jamás he sido tuya-respondió con frialdad-y como bien sabe rompí contigo hace meses.
_estaba agitada y nerviosa-volvió a rugir-y...
_no-corto-. tú te mostrabas verbal y emocionalmente abusivo.. otra vez.
-no pienso rendirme, Luisa sé que me amas.
-en esa ocasión habló con suavidad-. te recuperaré.
_he sido paciente hasta ahora, Jeff-expuso sin rodeo-. si vuelves a molestarme, te denunciaré a la policía. y esta vez habló en serio.
_claro-aceptó con tono molesto-. lo dice en serio en cada ocasión. lo que me revela que en realidad no lo dice en serio.
respiró hondo en un intento por controlar su furia. se preguntó cómo había podido llegar a pensar que ese tonto intuoso podía ser atractivo. en ese momento le daba asco. él le daba asco.
_para ti solo tengo tres palabras, Jeff-comenzó .
_sí, lo sé_la interrumpió con suavidad-como ya te he dicho, me amas.
_vete al infierno_cortó.
se quedó temblando sin quitarle la vista al teléfono, como si pudiera atacarla. lo maldijo tres veces.
ya era suficiente. al día siguiente por la mañana vería un abogado para denunciarlo a las autoridades y obtener una orden de alejamiento.
aunque nunca antes lo había hecho por si se producía alguna emergencia en su familia, se sentía tan inquieta que desconectó la línea telefónica y apagó el teléfono móvil.
se tumbó en la cama durante un rato, incapaz de dormir. cuando al fin logró dormirse, se sumió en un sueño. no de Jeff ni de miedo. si no su cuerpo moviéndose sensualmente.
quería, necesitaba y anhelaba el contacto de Carlos, la sensación de esa boca tomando un control apasionado de la suya, de ese cuerpo duro poseyendo y adueñándose del suyo.
despertó inquieta, con palpitaciones en lo más profundo de su cuerpo y la respiración áspera y entrecortada. apartó los pies de la sabana de su cuerpo sudado. jamás había tenido un sueño tan real. tan intenso que había estado a punto de llevarla al borde del orgasmo.
despacio, su respiración recobró la normalidad y se sentó, contemplando la oscuridad de su dormitorio y con los sentidos y la mente aún dándole vueltas.
así como era cierto que hacía tiempo que no estaba con un hombre de forma, y no pensaba decir ese hombre ni siquiera mentalmente le parecía irreal que el sueño con un hombre al que acababa de conocer y sobre el que particularmente no sabía nada, pudiera afectarla hasta tal grado sus pensamientos fueron cediendo al sueño, que una vez más reclamó.
para su sorpresa, despertó renovada, aunque todavía un poco ansiosa
mientras se decía que Carlos era un hombre más, fue así al teléfono, conectó la línea a la clavija y marcó al número de Víctor.
lisa se mostró encantada de proporcionarle el número de un buen abogado, al igual que le había insistido en solicitar una orden de alejamiento desde el momento en que lo había echado de su apartamento.
minutos más tarde, tenía una cita para la mañana siguiente con el abogado que su amiga le había recomendado, un hombre mayor llamado Edward Pérez. se dijo que era un comienzo.