Siempre he pensado que el hombre que nace malo, nunca en su vida vuelve a recuperar la bondad de su corazón, nadie se hace malo porque quiere, la vida, la sociedad y el mundo te obligan.
Pero que haces si a tu vida llega una persona que no te teme y que cambia el rumbo de tus pensamientos.
Soy Jarek y necesito una madre para mi hijo, no importa lo que tenga que hacer para conseguirla.
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Capítulo 6: El diagnóstico
Mansión Ortega…
—Alma, le aseguro que lo último que haría en la vida es enamorarme de su hijo —responde Victoria, muy segura.
—Querida, no digas que de esta agua no beberé, porque a todos nos da sed—le responde la abuela con una sonrisa.
En ese momento sale Jarek del despacho, amabas guardan silencio mientras lo observan acercarse.
—Doctora, ¿qué es lo que tiene Jacob?—pregunta muy intrigado.
—Creo que es necesario que nos sentemos, no es algo fácil de explicar, pero es la razón por la cual los tratamientos anteriores no han surtido efecto en el niño —responde Victoria.
—Dime, Victoria, hay alguna posibilidad de salvar al niño — pregunta alma muy preocupada.
—Sí, Alma, aún estamos a tiempo, la enfermedad no ha avanzado mucho. Jacob padece de leucemia mielomonocítica juvenil, que es uno de los tipos de cáncer en la sangre más extraños que hay. Revisando que los estudios antes practicados estaban alejados de la realidad, me parece muy extraño que ignoraran el nivel de glóbulos blancos mostrados en los mismos— responde Victoria.
—¿Qué sospecha tiene, doctora, sea clara?—pregunta Jarek.
—Quiero saber quién le recomendaba los médicos que veían a su hijo, señor Ortega —pregunta Victoria con seriedad.
—Dalila— responde Alma.
—Es claro que a su hijo no buscaban sanarlo, querían matarlo. Esta, aunque es una enfermedad un poco difícil de detectar, es posible encontrarla mediante los estudios que pedí que le practicáramos —responde Victoria.
—No debiste confiar en tu madre, Jarek— dice alma muy nerviosa.
—No te preocupes, abuela, de eso me encargo después. Dime, doctora, que sigue pregunta Jarek seriamente.
—Mira Jarek, sé que no estás de acuerdo, pero necesitamos internar de inmediato al Jacob en el hospital, este no es un lugar adecuado para practicar la operación que necesita tu hijo, es un trasplante de células madres, tu abuela tu hermana y tú son los posibles donadores, déjame llevar a Jacob al hospital, por favor— dice Victoria seriamente.
—No, Victoria, es peligroso, entiende, tengo muchos enemigos —responde Jarek.
—Por favor, Jarek, reacciona: es la vida de tu hijo de la que estamos hablando, necesita un tratamiento urgente - le grita Victoria.
— Dije que no, no es no doctora, entiéndalo, si quiere que le construya un maldito hospital en esta casa, lo hago, pero el niño no sale de esta casa - dice Jarek encerrándose en su despacho.
—Jarek no seas terco, tu hijo se puede morir, no mates a mi bisnieto —le grita la abuela desesperada.
La decisión estaba tomada, y Jacob no saldría de la mansión. Lo que decía Jarek era cierto, sus enemigos estaban en acecho, no podía poner en riesgo a su familia, su cabeza entró en una completa contradicción, sabía que de no hacerlo perdería a su hijo, y tampoco podía dejarlo morir.
Días después…
Victoria decidió seguir haciéndose cargo del niño, ella sabía que el tiempo se agotaba. Jacob cada día estaba más pálido, tenían que prepararle batidos, ya que no podía masticar, sus articulaciones le dolían, y aunque intentaba con las quimioterapias, sabía que el cuerpo del niño no estaba respondiendo de forma satisfactoria.
—Hijo, por favor, reacciona el niño, que cada vez se debilita más, me duele verlo en esa cama y no jugando en el jardín como lo hacía antes —la súplica Alma a su nieto, quien se negaba a salir de su despacho.
—Abuela entiende, salir de aquí es una locura. Mira a la doctora, la está buscando la policía, ya hay una denuncia formal por desaparición, si llegamos con ella de inmediato vamos a ir a la cárcel —responde Jarek
—No si vamos de otra forma, mi amor —responde la abuela.
—¿De qué hablas, abuela, que quieres decir con de otra forma?—responde Jarek muy confundido.
—Tú eres muy inteligente para unas cosas, hijo, pero para otras eres un completo idiota, deja esto en mis manos —responde la abuela.
—Abuela, no hagas locuras, además Dalila también es un peligro y sabes que los enemigos de mi padre ofrecen mucho dinero por nuestras cabezas, no pongas el riesgo a la familia— le responde Jarek.
—No contradigas a tu abuela, las decisiones finales las tomo yo y ya tomé la mía — responde la abuela algo molesta.
—Abuela, dime, por lo menos, qué piensas hacer— dice Jarek dándose por vencido.
—Ya que Victoria y tú han jugado varias veces a ser “esposos”, ahora lo serán de verdad —dice la abuela abandonando el despacho.
Alma sabía que la decisión que estaba tomando era la correcta para su nieto. Sabía que el amor de Victoria era la solución para que Jarek cambiara de vida. Su hijo y ella serían ahora la razón para dejar todo el dolor atrás.
La edad ya le había dado la experiencia suficiente para darse cuenta cuando dos almas se habían encontrado para no separarse nunca, y para ella ese era el caso de Jarek y Victoria. Los ojos de ambos no ocultaban que el amor estaba creciendo en ellos.
Jarek se quedó aún más pensativo con las palabras de su abuela, sabía que ella de una manera u otra se enteraba de lo que sucedía dentro de su casa, y en este caso no había excepción.
La idea de casarse con Victoria en el fondo de su alma le producía una felicidad inexplicable, pero su cabeza, que era su peor consejera, le decía que el amor no era para él, que ninguna mujer lo haría completamente feliz.
La abuela empezó a organizar una boda rápida y sencilla. La respuesta de Victoria no le importaba, sabía que se haría su voluntad, siempre conseguía lo que quería.
La noche llegó y con ella el insomnio volvió a Jarek y a Victoria, ella preocupada por la situación del niño y él con la cabeza llena de miedos e inquietudes.
—Al parecer no soy la única que no puede dormir —dice Victoria, entrando al despacho de Jarek
—Casi nunca lo hago, estoy acostumbrado. ¿Qué hace despierta a esta hora, doctora?—pregunta fríamente.
—Su terquedad no me deja dormir - responde Victoria.
Jarek suspira…
—¿Para qué me secuestro si no me deja hacer mi trabajo? Yo sé lo que hago —dice Victoria al no recibir respuesta.
Jarek guardó silencio por unos minutos. Victoria no entendía de qué forma convencer a este hombre de hacer lo correcto por su niño, se estaba dando por vencida y decidida, se levantó de su asiento y abrió la puerta del despacho.
—¡Cásese conmigo, doctora! - dice Jarek
—¿Qué dices?—pregunta sorprendida.