Amor a domicilio, es una historia de romance que se centra en Lya, una chica pobre, pero trabajadora que tiene el sueño de superarse a sí misma. Para esto, ella toma cualquier trabajo para ahorrar dinero para la matrícula de la universidad donde ella quiere estudiar. También, está William un joven millonario egocéntrico que cree que todas las personas tienen un precio cuando están necesitadas. Accidentalmente, las vidas de estos dos se cruzan y viven una encrucijada hasta descubrir que son el uno para el otro.
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.VII
LYA CAMPOS
Me quité el cárdigan y lo puse en una bolsa. Ahora hay un pretexto tonto para verle la cara a ese idiota. Debería buscar otro lugar y otro trabajo para evitarlo al 100 por ciento, Pero firmé ese estúpido papel.
Me acosté. Mi cerebro me está traicionando, me puse a pensar en el engreído de William, me levanté y me a arreglar un poco el cuarto.
Me puse a buscar un nuevo empleo, ya que había renunciado a la pizzería y necesitaba más dinero, trabajar en la tienda medio tiempo no me ajustaba ni para pagar la renta del cuarto.
A la mañana siguiente fui a dejar mis documentos a varios lugares. Regresé al edificio. Iba a descansar un poco, antes de ir a la tienda.
Ahí en la azotea, frente a mi cuarto estaba William. Tenía un ramo de rosas en sus manos. En cuanto lo vi, me dio un poco de coraje.
WILLIAM VON BRAUN
Creo que empecé de la peor forma con Lya, la quise molestar un poco, y todo se salió de las manos. Yo sé que ella me detesta un montón. Me siento un poco confundido con respecto a lo que siento, no puedo decir a ciencia cierta si es amor o solo un capricho porque es la primera mujer que me rechaza, ella siempre está a la defensiva escapando de mí.
Voy a pedirle una disculpa. Compré un ramo de rosas en la floristería y subí a su cuarto. Dejé mi auto lejos del edificio, seguramente si lo ve, ella daría mil vueltas esperando que me vayas.
—¿Qué haces aquí? No tienes nada que hacer que andar acosándome.
— Quiero disculparme— me acerqué a ella y le entregué el ramo.
Ella me lo devolvió.
— No quiero tus rosas, ni tus disculpas. No quiero nada. Te agradezco que hayas cuidado de mí anoche, pero quiero que me dejes en paz. Tú me has humillado de la peor forma, me has tratado como si fuese lo peor por ser pobre. Tú crees que yo quiero verte la cara.
— Perdón por todo lo de antes. Quiero que empecemos de nuevo. Olvida todo lo que ha pasado entre nosotros.
Ella tenía su entrecejo fruncido. Podía sentir en sus palabras el desprecio. Ella me odia.
— Quiero que salgamos a caminar un rato.
— ¿Dónde tienes los oídos y el cerebro? Te estoy diciendo que quiere que te vayas y me dejes en paz. Te prometo que cuando pueda pagarte, lo haré.
— ¿Tanto me odias?
— No te odio, solo que no tolero a las personas como tú.
— ¿A las personas como yo? ¿Cómo soy?
— Engreída, altiva, egocéntrica, malvada. Y todos los sinónimos de esas palabras.
Sentí una punzada en mi pecho. Era un rechazo absoluto. Evidentemente, ella me odia y todo es mi culpa.
Le sonreí y le entregué el ramo en sus manos.
— Tienes toda la razón. Soy lo peor. Y sabes, ya no quiero que me pagues nada, ya no me debes nada. No te preocupes más, ya no me volveré a presentar a tus ojos. Perdóname por todas las estupideces que hice.
— Llévate tus rosas.
— Tíralas al cesto de la basura si no las quieres.
Caminé hasta mi auto, le di una patada a la llanta.
No sé que sentimientos estaban a flor de piel. Mi corazón y mi cerebro estaban disociados.
Entré al auto. Puse mis manos en el volante y mi cabeza sobre mis manos. Me sentía decepcionado, molesto, triste.
Mi madre llamó.
—¿Qué quieres madre?
— Ven a cenar está noche a la casa. Vienen los padres de Marisol a cenar con nosotros.
— Ja, tú crees que iré. No quiero casarme con esa putilla. Tú sabes que ella se ha acostado con todos. No esperes que llegue.
— Si no vienes, tus tarjetas, tus coches, tu departamento y tu universidad serán cancelados. Este matrimonio es un negocio para ambas familias. Tú serás el CEO de todo.
— No quiero casarme, que no lo entiendes.
—Bueno, ya sabes que pasa si no vienes. Te espero en la casa, hijo— mi mamá me colgó.
Y claro, yo soy lo peor del mundo. Yo sabía que esto iba a pasar algún día. Maldita sea, tenía que enamorarme ahora mismo. Creo que esto es lo mejor para Lya.
Salí del auto y regresé al cuarto de Lya. Golpeé la puerta varias veces. Ella abrió y entré a su cuarto. Cerré la puerta y la tomé a la fuerza y la besé. Ella me mordió.
— Estúpido. Estás loco.
— Si lo estoy. Tú me gustas mucho. Quería que lo supieras. Y antes de no volverte a ver, quería un beso de verdad de tus labios.— Me puse a llorar de la impotencia.
Ella me miró en silencio. Yo salí del cuarto sin decir más.
Llegué a mi auto y salí rumbo a mi departamento.
Me di una ducha de más de dos horas. Llegué a casa de mis padres.
— Sabía que vendrías. Ve y saluda a los que serán tus suegros— mi madre hablaba.
— Cambias mi felicidad por dinero. No es suficiente lo que ya tienen.
— Solo queremos asegurar tu futuro. Además, Marisol es una mujer hermosa.
— Sida ha de tener, ¿sabes con cuántos hombres ella se ha acostado?
—Tú también, te has acostado con varias chicas. No la juzgues. Él amor vendrá después.
Caminé hasta donde estaban los padres de Marisol y los saludé. Esa noche se quedó en promesa de compromiso.
— Este sábado, entonces celebraremos el compromiso entre mi hija y William.
Al terminar la cena, salí de la casa de mis padres sin despedirme.