Lucía, luego de morir despierta en la última novela que leyó, pero lo más extraño de todo eso fue que despertó en el personaje que más odiaba...
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capítulo 23
En la noche el carruaje del marqués empezó a moverse y Dayana, quién se había dormido esperando a que el hombre se dignara a aparecer, se despertó, y esperando para hacer su movimiento. Disfruto de la calidad noche de otoño, mientras que veía el azul oscuro del cielo, recordaba su anterior vida y que lo que estaba a punto de hacer en esta no era muy diferente a lo que hacía antes de morir, ella era quien exterminada a un mal mayor para que miles no sufrieran a causa de su existencia, se preguntaba si ese en verdad era el propósito de su segunda oportunidad. Tal vez ese universo necesitaba un balance para que las cosas empezarán a cambiar, el evitar la guerra no iba a cambiar la vida de jóvenes como la esclava que la acababa de ayudar. Tal vez el estar en ese imperio podía darle más sentido a su vida, que el estar en Amatista huyendo de un príncipe baboso e intentando ganarse la confianza de un hombre que jamás iba a confiar en ella.
Mientras divagaba en sus pensamientos, el carruaje se detuvo y el marqués bajo de este tambaleándose, puesto que se encontraba más que borracho. Dayana al ver la poca seguridad que había en la mansión bajo del carruaje y dirigiéndose detrás del marqués ingreso junto con él por las grandes puertas. Al mirar a su alrededor pudo notar que el lugar no tenía muchos lujos, ni tampoco servidumbre, al estar familiarizada con la mansion de la familia Milton, ella sabía que los nobles de alto rango solían tener sirvientes a todas horas, y también solían presumir sus fortunas a través de lujosos jarrones y pinturas con exquisitos paisajes... en cambio, ese lugar parecía ser una casa abandonada, no había muebles casi y las paredes grises con cortinas negras daban la impresión de tristeza.
Cuando el marqués noto la presencia de alguien a sus espaldas fue demasiado tarde, puesto que Dayana ya tenía su daga puesta en el cuello del hombre y con voz algo temblorosa y borracha, este preguntó.
— ¿Quién demonios eres?
— Soy tu verdugo maldito bastardo, y esta noche he venido a saldar cuentas.
Sin que el marqués pudiera hacer nada, Dayana lo noqueo y arrastrándolo por los pasillos lo llevo a una habitación donde lo ato y amordazo.
Sabía que por la borrachera que tenía, el marqués iba a dormir por un buen rato. Es por esto que una vez que terminó, empezó a registrar la mansión para asegurarse de que no hubiese testigos de lo que esa noche haría. Mientras caminaba por los pasillos, pudo notar que muchas de las habitaciones tenían esposas en las cabeceras de las camas, al igual que cadenas y látigos, cada habitación era más siniestra que la otra.
De pronto llegó a la cocina y revisando los cuartos de servicio vio que estos se encontraban vacíos. La mansión parecía estar completamente vacía, no sabía qué era lo que estaba pasando, hasta qué... bajo al sótano y fue allí que lo entendió todo.
El sótano de la mansión se encontraba repleto de esclavos, mujeres, hombres, niños... había más de cincuenta personas encerradas en total, durmiendo en el piso y con harapos que a duras penas tapaban sus cuerpos. Cuando Dayana abrió las rejas del sótano, todos se mostraron temerosos de ella y sin querer asustarlos más dijo.
— He venido a ayudarlos...— Tanto hombres como mujeres miraron a la mujer con miedo al igual que con intriga, notar esto Dayana agregó — pero necesito de su ayuda, ¿cuántos soldados hay en total en la mansión? He contado cinco afuera, pero necesito saber si hay más.
Uno de los hombres que allí se encontraban, se acercó un poco y dijo.
– Señorita por favor... retírese, no pude estar aquí sin escoltas...
Dayana al ver que todos le tenían miedo habló nuevamente.
— No voy a hacerles daño, esta noche he venido a liberarlos.— Dayana abrió más la reja y volteándose para volver a subir dijo.— Son libres de irse, pero si se quedan prometo que voy a ayudarlos a todos a ser libres y vivir tranquilos por el resto de sus vidas.
Sin más Dayana se dirigió nuevamente hacia arriba y buscando a cada soldado que había en el marquesado, logró reducirlos y dejándolos inconsciente, atados y amordazados al igual que al marqués, llevo uno por uno de los hombres al patio trasero y luego llevo al marqués. Los soldados al ver en la posición que se encontraban empezaron a intentar desatarse, pero aunque lo intentaban no pudieron hacer mucho contra los nudos que Dayana les había hecho en sus cuerdas, pronto los esclavos fueron llegando al patio y al ver a todos los hombres, que alguna vez contribuyeron en su tormento, estaban reducidos a nada en el piso, miraron con gran odio a cada uno de ellos y Dayana llamando la atención de todos dijo.
— ¿Qué esperan? Pueden hacer con ellos lo que quieran...
Sin que pudiera terminar de hablar, tanto hombres como mujeres, se abalanzaron hacia ellos como una tundra enardecida. El marqués quien estaba consciente vio como sus esclavos mataban a sus soldados a golpes, y pronto al ver que este estaba mirando todo aterrorizado, intentaron ir contra él, pero Dayana al ver esto los detuvo diciendo.
— Esperen un momento, primero debe firmar unos papeles y en cuanto termine ustedes pueden encargarse de él. — Sin más la chica se levantó de su asiento, puesto que mientras esperaba a que todos llegarán se llevó una silla para esperar más cómoda. Y mientras caminaba hacia adentro le indicó a dos de los hombres que llevara al marqués nuevamente hacia adentro, ya que tenía que hablar con él en privado...
Al ingresar a la oficina del marqués, los esclavos tiraron al piso al hombre y Dayana con una sonrisa agregó.
— Caballeros por favor, seamos más civilizados...— Los esclavos miraron a Dayana y está indicándoles que salieran de la habitación, y una vez estuvieron solos dijo.— Muy bien, ahora como habrá notado marqués mis nuevos amigos están furiosos con usted y solo están haciendo lo que yo les ordeno solo por el hecho que los liberé de su prisión, pero no podré hacer mucho más por usted que darle a elegir una muerte rápida o una muerte a manos de ellos. Si elige la muerte rápida... Tendrá que hacerme un pequeño favor antes...— Sin más Dayana se acercó a él y retirando la mordaza de la boca del marqués dejo que este hablará.
— Maldita perra... ¿Quién eres?, vas a pagar por todo esto...
— Sí, sí... has fila, cuando mi momento llegue pagaré, pero no creo que pague más que usted... – Dayana volvió a caminar hacia el escritorio y revisando los cajones dijo.— ¿Ahora donde está su testamento?
El marqués miró enfurecido a la mujer, puesto que ella parecía estar segura de que esa noche moriría y gritando fuerte dijo.
— Auxilio... ayuda...
— Por favor no grite, no servirá de nada y tampoco tengo tanta paciencia como aparento.
Dayana siguió buscando hasta que encontró un cajón con varias carpetas de títulos y propiedades, al buscar un poco más encontró lo que buscaba, el testamento del marqués y al ver su selló en el escritorio colocó los papeles, pluma, tinta y por último él selló para que el marqués hiciera todo el trabajo.
Al ver que la chica estaba completamente loca, sonrió con sionismo y confesó.
— Yo no firmaré esos papeles...
Dayana se paró frente al hombre y calentando la punta de un abre cartas que había tomado de encima del escritorio dijo.
— Es su decisión, pero créame cuando le digo que tengo mucho tiempo y mil maneras diferentes de infligir dolor.— De pronto y sin que el marqués se lo esperará Dayana apoyo él abre cartas en la mejilla del hombre y mientras escuchaba sus gritos dijo.— Usted decide si copera o seguimos así hasta el amanecer...
Sin más la chica siguió lastimando al hombre hasta que en medio de la madrugada se dio por vencido, firmando sus papeles y colocándola como única heredera de todos sus vienés, Dayana por fin lo dejo en paz, pero pronto dejo ingresar a los esclavos que esperaban afuera para poder vengarse de ese hombre. El marqués recibió lo que se merecía y Dayana a ver que los esclavos por fin habían acabado con su venganza dijo.
— Muy bien, ahora hablaremos para dejar todo en claro. No tengo intenciones de seguir esclavizándolos, así que a partir de esta noche todos son libres y quien quiera irse es libre de hacerlo.
Los esclavos aún desconfiando de las palabras de Dayana, enviaron a su líder a hablar con ella.
— No queremos seguir siendo esclavos, pero si nos vamos de aquí nos casarán y esclavizaran nuevamente...
– Muy bien, Qué les parece esto... ustedes se quedan aquí, los libero y se convierten en mis sirvientes... les pagaré por su trabajo y su calidad de vida va a mejorar sustancialmente.
El hombre miró a la chica aún más desconfiado y preguntó.
— ¿Qué ganaría con todo esto?
Dayana sonrió y mirando a todos a los ojos dijo.
—Nuevos amigos, acabo de llegar a la capital y algo me dice que pronto necesitaré de su ayuda. Voy a reclamar las tierras y el título del marqués como míos e intentaré liberar a toda su gente. Alguien tiene que ponerle un alto a esos crueles nobles que esclavizan a su gente y esa planeo ser yo...
El esclavo volteó a ver a los demás y asintiendo dijo.
— Entonces nosotros vemos a apoyarla... por cierto ¿cómo deberemos llamarla?
– Mi nombre es Lucia, y a partir de este dia me conoceran en este imperio como la señorita William. Ahora llevemos los cuerpos al sótano por hoy los dejaremos allí, mañana nos deshacemos de ellos.
Luego de decir eso los hombres llevaron los cuerpos al sótano y ellos se quedaron en la sala para descansar. Dayana por su parte, siguió revisando todos los papeles que se encontraba en la oficina para ver si podía hallar un nuevo lugar a donde ir con todos los esclavos, ahora ellos se habían convertido en su responsabilidad y no planeaba dejarlos desamparados.
***
Dos semanas después.
En la capital de Arista todo mundo no hacía más que hablar de la trágica muerte del marqués William y como se había prendido fuego su mansión dejando un sin fin de muertos a su paso. Entre ellos los soldados del marqués, quienes intentaron salvarlo y algunos esclavos, quienes no pudieron salir a tiempo. Obviamente, este no era el único rumor que corrían por la capital, sino que también se hablaba de la aparición de la hija del marqués William, nadie sabía de su existencia y el que apareciera después de su muerte era algo que a muchos le llamaba su atención. Estos rumores habían llegado tan lejos que hasta los emperadores se enteraron de este hecho, y enviaron una carta a la mujer para qué se presentará ante ellos y validar su identificación. Muchos ponían en tela de juicio su legitimidad a reclamar las tierras, títulos y negocios del marqués y muchos otros solo tenían curiosidad de saber quién era la joven.
Por su parte, Dayana quien se encontraba en su nuevo hogar junto con algunos de sus hombres entrenando, vio venir a Tatiana la esclava que la había ayudado en la posada y luego de reclamar los títulos de propiedad del marqués, compro a la chica y como se lo prometió, la libero.
— Señorita Lucía... llego esta carta para usted.
Lucia dejo que sus hombres siguieran practicando con las espadas, ya que desde que se habían mudado a la capital, Lucía, comenzó a enseñarles a los ex esclavos a como defenderse y a utilizar la espada, tenía que prepararlos para que en caso de no poder evitar la guerra, ellos pudieran defender a sus familias y a ellos mismos.
Al voltear a ver de que carta estaba hablando la joven, la tomo en sus manos y al reconocer él selló de la familia imperial sonrió y agregó...
— Ya se estaba tardando. Veamos que dicen.
Y sin más se dirigió hacia adentro de la nueva mansión, puesto que la anterior tenía muy malos recuerdos para sus nuevos amigos y ella sabía el daño que un lugar podía causar en la mente de una persona con recuerdos traumáticos...
se q la historia ya esta escrita pero tengo un favorito ya
porque le cambio el nombre a Esteban?