Aria y Devon son tan diferentes en su vida diaria, pero lo que no saben es que sus deseos son similares, sus fantasías una gota de agua.
Y ahora que Aria tiene a Devon en sus manos, él tiene dos opciones:
1. Denunciarla y alejarse de ella.
2.Dejarse llevar y ver qué sucede.
Y si somos sinceros la segunda opción lo tienta demasiado, sobretodo después de que ella despierta su lado más oscuro y perverso.
Por lo que ahora después de que algo más allá del deseo hizo click entre ellos, ¿Estará dispuesta Aria a aceptar todo de Devon, incluyendo a según él, "su monstruo"? ¿Quién iba a decir que un frío empresario, pudiera ser tan ardiente?
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Capítulo 7: ¡Maldita Combinación!
...~Devon~...
¿Dónde estuvo metida ella todo este tiempo?
Es lo que me pregunto mientras la observo tocarse, la necesidad me quema pero aguanto como un condenado. Las esposas que puso para asegurar mis muñecas deben de ser de muy mala calidad ya que momentos después, de mucho tironear sé que puedo soltarme cuando quiera.
La pregunta es, ¿quiero que lo sepa? ¿Quiero soltarme e irme sin saber que más tiene preparado para mí esta hermosa y apasionada mujer?
La he estudiado atentamente, no es una sicópata que me secuestro porque sí, todo lo contrario, siento que soy algo más para ella. No creo que ande por la vida secuestrando hombres y diciéndoles todas esas cosas que me ha dicho a mí, ¿o sí?
¿Y si no soy al único que ha secuestrado?
Por algún extraño motivo me hierve la sangre de solo pensarlo, me dan ganas de matar a golpes al otro que la toco antes que yo, maldición, ¿qué mierda me pasa? no quiero nada de esto... aunque deseo...
Frunzo mi seño confundido, y mi frialdad decae un poco. No, no hay más hombres, no hay nadie más... Solo yo.
Me repito aquello muchas veces, que me hace sentir algo desconocido, el deseo de poseerla y hacerla mía para siempre me invaden.
Oh cariño, ahora la que corre peligro eres tú. Has tentado al monstruo que ronda dentro de mí, quien en estos momentos solo quiere verte rendida a mis pies.
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Cuando salí de la oficina al mediodía, y entre a ese bar solo quería desahogarme, y nunca imagine que rechazar a tantas mujeres me traería directo a la trampa de esta diabla con cara de ángel.
Nunca la había visto en mi vida, hasta el momento de encontrarnos en el estacionamiento del edificio en el que vivo. Su voz dulce llamó mi atención a pesar de mi estado de embriaguez, sus ojos me cautivaron, no niego que estaba un poco despechado al ser rechazado por alguien a quien creí que sería algo más para mí.
Y demonios, ahí estaba esta mujer vestida con tanta ropa para nada sexy, pero que por alguna razón algo invisible tiro de mí hacia ella. Algo irónico si pienso en la poca ropa que llevaban las mujeres que se me insinuaron casi lanzándose sobre mí en el bar, pero como dije, su voz, su mirada son culpables. Y su respuesta a mi pregunta me hicieron querer devorar su linda boquita... yo, el siempre frío e indiferente empresario que podía tener a cuanta mujer se le antojara, yo quien respeto a su novia siendo indiferente con cualquier mujer que se me lanzara, me encontraba aquí, en este dilema.
Y jodidamente solo actúe por instinto, tire de ella hacia mí y lo hice, la bese por unos instantes, sabía tan bien, me calentó el cuerpo y me puso a mil.
Oh hermosa boquita sabor a perdición...
Y diablos, sin querer aquello hizo que cayera en sus brazos. Lo que por cierto me hizo reír antes de caer dormido.
Una mujer astuta sin duda alguna.
Condenada mujer con cara de angel y voz de sirena; cuerpo de fuego y mente de diabla.
¡Maldita combinación!
Maldito estoy porque ya he sido tentado... La deseo, la necesito suplicándome por más, oh si bebé, te haré suplicar cuando llegue el momento, pero ahora no puedo dejar de observarla mientras se da placer frente a mí, es una jodida tentación, una maldita descarada. Y me... Encanta.
Joder estoy tan duro por su culpa, tan necesitado, pero debo controlarme aunque duela.
Muerdo la tela que tengo en mis labios para controlarme, pero escucharle gemir ya me tiene al límite. Suspiro y un imperceptible jadeo sale de mi boca casi sellada cuando se corre con sus dedos.
Y la muy canija después de aquello tiene la desfachatez de decirme.
— Ahora, Jefecito, ya que tenemos que aprovechar el tiempo, ¿a qué te gustaría jugar?
Oh nena, si supieras no estarías tan tranquila, aunque ahora que lo pienso y por lo que has hecho, como que no estoy tan seguro, si la de mente perversa es ella o yo en éste instante.
Estoy agitado por su descaro y fascinado a la vez.
No, definitivamente yo de ella no me escapo, como que me llamo Devon Derek Breckon Donoso.
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