En está historia, inspirada en la película «La laguna azul» veremos como Perla y Dayhan, por incidente inesperado, ambos quedan varados en un sitio remoto, mientras que todos los buscan con desesperación, pero ese incidente parece que los ayudará a entenderse mejor de lo que ellos creen. ¿Que pasará con esos adolescentes?
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Capitulo 7
Ella y sus amigas fueron al lugar donde estaba el bote. Las chicas la ayudaron a bajar.
—Chicas, nos vemos más tarde. —dijo Perla.
—Que tengas muchos orgasmos. Amén —bromeó Diana.
—Espera, tengo algo para que no prendas las velas, es menos llamativo. Hay una linterna. —Génesis le tiró la bolsa que le había preparado la nana Mercedes, con algunas cosas personales.
— Sí, gracias
—No estés nerviosa. Disfruta —expresó Diana.
Alguien se acercaba a donde se encontraban las chicas, era una maestra. Ellas se percataron de su presencia y cambiaron sus posturas.
—¿Qué hacen aquí, niñas? —preguntó preocupada. Las adolescentes se acercaron a la maestra para evitar que viera el bote.
— Únicamente estábamos tomando aire fresco, ya nos vamos. —se retiraron del lugar y la maestra con ellas.
Unos minutos después, Perla estaba desesperada esperando a Andhy. Se sentó encorvada mirando hacia arriba. Él se asomó para mirar hacia abajo, la vio ahí y se apresuró a bajar.
—¿Amor, por qué aquí abajo? ¿Si viene un tiburón? —preguntó mirando a su alrededor.
Ella se acercó a él, lo empezó a acariciar mientras lo besaba y le tocaba su parte íntima por encima del pantalón. Le susurró al oído: — No seas tonto. En el área no hay tiburones, pero estoy deseando que te conviertas en uno.
—Ok, pues empecemos.
Andhy estaba ebrio. La tumbó en la sabana tendida en el pequeño bote. Empezó a besarla rudamente, le tocaba la entrepierna sin ninguna delicadeza. Ella le pidió que se calmara, él continuó con el mismo salvajismo. Estaba desesperado, lo único que quería era poseerla.
—¿Qué te pasa? Estás ebrio, no seas tan brusco.— pidió un poco asustada. Él respiró profundo y continuó tocándola.
—¡Oye no! ¡Así no quiero! —expresó molesta.
—Tenemos un año de relación y nunca quieres. — gritó con frustración.
— Si quiero, pero no de esta manera. —dijo arrepentida.
Empezaron a discutir. Él le reclamó por negarse a tener relaciones sexuales. La discusión se acaloró y el chico decidió irse del sitio.
Empezó a llover. Dayhan estaba acostado en la parte de atrás del barco, se levantó para ir adentro y vio a Andhy subir de la superficie. Escuchó una voz que venía de abajo y se asomó para ver quién era. Vio a Perla en el bote pidiendo ayuda, se lanzó al agua para ayudarla.
—¿Qué sucedió? —preguntó preocupado. La observó para ver si estaba lastimada.
—Dayhan, se desató el bote cuando intentaba subir. —explicó nerviosa.
Él la miró fijamente a los ojos y agarró su mano. — Vamos, debemos nadar para subir al barco. —sugirió el chico.
Saltaron al agua y empezaron a nadar. Arreció la tormenta, las grandes olas eran constantes. Dayhan notaba que Perla estaba asustada y nadando con dificultad.
—Tenemos que volver al bote, es imposible subir al barco, si continuamos nos vamos a ahogar. El barco se está alejando. — dijo Dayhan.
Volvieron a subir al bote, empezaron a pedir ayuda, gritaban una y otra vez, pero nadie los escuchó. Las olas arrastraban el bote más y más lejos.
—¡Maldición! — exclamó Dayhan con impotencia.
—¿Qué vamos a hacer? Nos estamos alejando, estamos perdidos. ¡No quiero morir aquí! —expresó Perla, con miedo.
—Tranquila.
— «Tranquila» Linda palabra de consolación, pero no me sirve en este momento.
Mientras caía la lluvia y ambos estaban sentados sujetándose de los bordes para no caer, Dayhan miraba a Perla de una forma persuasiva.
—¿Por qué me mira así? —preguntó curiosa.
— Pensé que no sabías mi nombre. —explicó el adolescente.
Ella sonrió. — Por Dios. ¡Qué chistoso! —exclamó.
— Me sorprendió escucharte decir mi nombre.
—Si quieres no lo vuelvo a repetir, total, en un rato vienen por nosotros y esto queda en el olvido. — comentó confiada.
—¡Cierto!
Mientras pasaban los minutos, las fuertes olas llevaban el pequeño bote sin rumbo fijo. Del barco no se veían ni las luces.
En el barco, las chicas vieron a Andhy con sus amigos haciendo cuentos y riendo, no entendían lo que pasaba, se suponía que él iba a estar con Perla. Fueron a la habitación a buscarla y no la encontraron, fueron a la parte de atrás del barco y nada, decidieron preguntarle a Andhy.
—¿Dónde está Perla? —preguntó Génesis.
—¡Perla! ¿No está con ustedes? —preguntó sorprendido.
—¡Obvio no, lindo! No ves que te estamos preguntando. — aclaró Diana.
Él corrió hacia el lugar donde la había dejado, pero no vio el bote. La llamaron al celular, sonó varias veces, pero no contestó. Fueron a la habitación y vieron el celular encima de la cama.
—¡Maldición! ¡Maldición! —dijo Andhy. Se pasó la mano por la cabeza y caminó de un lado a otro.
Avanzaban las horas. Dayhan y Perla no veían ninguna luz a su alrededor. Luchaban por no caer del bote, mientras las olas los movían de lado a lado.
—¿Por qué me pasa esto a mí? —se preguntó la chica.
— Vamos a estar bien. — habló el chico.
El tiempo no se detenía. Con frío, desesperación y esperanza, llegó un nuevo día para los adolescentes.
En el hotel, ya todos sabían de la desaparición de los dos estudiantes. Estaban reunidos en espera de noticias. Andhy se sentía culpable porque dejó a Perla ahí sola, pero no imaginaba que algo así podía pasar. Se formaron equipos de rescate, de la guardia costera y la defensa civil.
Dayhan y Perla no durmieron nada esperando que bajara la marea. Alcanzaron a ver tierra firme, remaron con las manos hasta llegar a la orilla.
—¡Dios! —aclamó Perla al pisar tierra firme.
—¿Estás bien? —preguntó él amablemente.
—¿Cómo crees que voy a estar bien? Estamos lejos, sabrá Dios dónde.
Se quedaron sentados descansando por unos minutos, mirando a su alrededor. Ella se levantó y empezó a caminar, él se quedó en el mismo lugar.
—¿No vienes? —preguntó Perla.
Él se levantó y empezaron a caminar. Unos cuantos pasos más adelante, Perla vio una choza, hecha en unos troncos de árboles.
—Mira Dayhan, una choza. Eso significa que hay personas y que podemos irnos de aquí.
—Debemos acercarnos con cuidado. Puede ser peligroso.
Él continuó adelante, evitando que ella se acercara antes de ver quién estaba en la choza. Empezaron a llamar, pero nadie respondió. Entraron cuidadosamente. Había una pequeña cama hecha de palo y hojas secas, tendida con una sábana que había perdido su color y estaba llena de polvo y basura. Una silla hecha de madera, piedras para poner calderos, una cuchara de palo, una red de pesca, una jarra, una pipa y unas chanclas de goma.
—Voy a morir, en serio. —dijo ella.
—Al parecer, la persona que vivía aquí abandonó el lugar.
— Tal vez falleció, o algo se lo comió. ¡Ay! Me quiero ir de este lugar. —expresó asqueada.
—Debió vivir mucho tiempo aquí. Vamos a continuar mirando el área. —sugirió él.
ella es más terca que una mula,a el le faltan pilas para poner esa mujer en su sitio, y la maddy está queda.
voy a seguir leyendo a ver si estoy se compone jejejeje