Leonardo Guerrero, un joven de veinte años que vive pagando las deudas de juego de su padre alcohólico. Al intentar negociar una vez más una deuda de su padre, se encuentra atrapado por el mafioso Frank Gold.
¿Qué podemos esperar de un mafioso despiadado y un chico que tiene todo para cambiar su vida por completo?
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Capítulo 7
Leonardo se levantó, mirando a Frank y señalándolo con el dedo.
"¿En qué siglo vives, pedazo de basura? No me someteré a esto, ¿entiendes? Encontraré una solución y te pagaré, pero no así."
Frank sintió cómo la ira lo inundaba y se levantó instantáneamente. Saltó por encima de la pequeña mesa y se acercó a Leonardo, envolviendo su gran mano alrededor de su cuello y arrojándolo violentamente al sofá, con su pierna izquierda entre las piernas de Leonardo. Lo miró fijamente, con furia evidente en sus ojos. Nadie jamás le había hablado así a Frank. Era inaceptable para él.
"¿Quién te crees que eres? Un don nadie sin valor. ¡No te atrevas a hablarme así! Harás lo que digo, o mataré a ese desecho al que llamaste padre".
Leonardo escuchó esas palabras, con sus manos intentando liberarse en vano de la mano de Frank. Las lágrimas caían por su rostro y, con un impulso de valentía, levantó su pierna con fuerza y golpeó la entrepierna de Frank. Sorprendido, Frank lo soltó y puso sus manos en su abdomen.
"Hijo de p*ta".
Leonardo salió corriendo y Frank, aún recuperándose, lo vio alejarse, sabiendo que no llegaría muy lejos. Respiró hondo, aún adolorido, y siguió a Leonardo, quien ya estaba alcanzando la puerta principal. Pero al salir, Leonardo se encontró cara a cara con los guardias de seguridad de Frank, obstruyendo su camino.
"Muévanse, déjenme pasar", suplicó casi gritando.
"¿A dónde crees que vas, señor Guerrero? Vas a pagar caro por lo que has hecho".
Leonardo se dio la vuelta y miró a Frank acercándose.
"Llévenselo".
Los guardias agarraron a Leonardo y lo arrastraron de vuelta a la casa. Lo condujeron por la casa hasta llegar a una habitación oscura, donde lo arrojaron adentro. Cayó al suelo, pero se levantó de inmediato, dirigiéndose hacia la puerta que se cerró rápidamente, dejándolo atrapado. Intentó mirar a su alrededor, pero el lugar estaba terriblemente oscuro, con un fuerte hedor a podredumbre que penetraba en sus fosas nasales. Extendió sus manos, sintió la pared y al encontrar un interruptor de luz, lo encendió. Mirando a su alrededor, se encontró en una habitación con solo un viejo y sucio colchón en una esquina y una bacinilla en la otra. No había ventanas.
Se cubrió la cara con las manos, sintiendo la desesperación consumiéndolo. Hace tan solo unos días, todo iba bien. Su vida parecía avanzar, pero ahora se encontraba encerrado allí. Era inhumano, pero no lo aceptaría.
Leonardo se sentó en el suelo, apoyado contra la puerta y cerró los ojos. Necesitaba pensar en una forma de escapar, pero ¿cómo?
Unas horas más tarde, sintió frío, así que fue hacia el colchón y se acurrucó, su estómago rugiendo violentamente. Pensó en su padre, preguntándose si estaba lo suficientemente bien como para preocuparse o ir a la policía a reportar su desaparición. Probablemente, estaba demasiado borracho para eso. Leonardo sintió que su pecho ardía y, al mirar su camisa negra, se dio cuenta de que su herida estaba sangrando. ¿Era esto entonces? ¿Recibió un disparo para salvar a un hombre despreciable como su padre?
"Debería haber dejado que recibiera ese disparo. Tal vez él estaría muerto y yo estaría viviendo mi vida".
Se lamentó y, en unos minutos, se quedó dormido, vencido por el agotamiento.
Leonardo se sobresaltó al despertar cuando escuchó un golpe en la puerta. Miró y vio un plato en el suelo. Se acercó a él apresuradamente y devoró el pan duro, ya que su hambre era abrumadora. Solo había un poco de agua en la taza que apenas calmaba su sed. ¿Así serán los días? ¿Estaré encerrado aquí, sobreviviendo con pan seco y agua? Leonardo respiró hondo, sintiéndose como basura. Nunca imaginó que sería tratado de esta manera.
Pasó horas acostado en ese delgado colchón, sintiendo la dureza del suelo debajo de él. Estaba aburrido y enojado.
Unas horas más tarde, volvió a quedarse dormido.
No podía decir si acababa de dormitar o si había dormido mucho tiempo cuando se despertó y vio a un hombre cerca de la puerta. Se incorporó, viendo a Frank apoyado en la puerta, observándolo en silencio. Leonardo se preguntó cuánto tiempo había estado allí Frank.
"¿Te estás riendo de mí?"
"Cállate. Esto es culpa tuya. No deberías haberme desafiado de esa manera".
"¿Desafiado? Solo me estaba defendiendo. No soy uno de tus lacayos para ser tratado así".
Frank rio y sacudió la cabeza, lo que solo hizo enfadar más a Leonardo. ¿Cómo podía reírse de esto? Qué hombre tan despreciable.
"Mis hombres son tratados muy bien".
Se acercó, con los brazos cruzados, aún mirando fijamente a Leonardo, que estaba sentado en aquel colchón mugriento.
"Solo necesitas cooperar y recibirás un mejor trato", dijo Frank, contemplando fijamente los hermosos ojos claros de Leonardo.
"Nunca cooperaré contigo, gusano despreciable".
Frank inclinó ligeramente la cabeza, se mordió el labio mientras levantaba su ceja izquierda.
"Como prefieras. Veremos cuánto tiempo puedes resistir".
Frank caminó hacia la puerta y golpeó dos veces. Luego, la puerta se abrió y él se fue sin mirar atrás.
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