Liliam es una chica campesina cuya vida cambiará cuando el Rey Evans se presente en la hacienda de su padre a cobrar una antigua deuda. A partir de allí empezará una historia de odio, romance y pasión entre ambos.
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ELECCIÓN IMPOSIBLE:
...LILIAM:...
No puedo creer que el rey haya aceptado semejante trato. Mi padre se emociona a un punto desconcertante. No pienso quedarme de brazos cruzados, lucharé con el mismo rey si es necesario para que no se lleve a una de mis hermanas.
— ¿ Cuánto es lo que necesita para comenzar? — Pregunta el rey, ambos ignoran mi presencia.
— Saqué el presupuesto y necesitaría cincuenta piezas de oro — Dijo mi padre mientras se acercaba al escritorio y noté papeles con cuentas, tachaduras y números sobre el escritorio.
Se los mostró al rey, éste empezó a verlos con mucho detenimiento. Mi padre se veía impaciente, como si estuviera rezando para que el rey tirano no dara marcha atrás.
— Todo está en orden — Dijo él mientras seguía revisando — Debo admitir que hasta ahora no está tratando de verme la cara, las cuentas son correctas, el cálculo del presupuesto da exacto.
Le entrega las hojas a mi padre, él las volvió a colocar sobre el escritorio. Las tomé enojada dándome cuenta de que ante mí tenía la razón por la que estás dos semanas estuvo encerrado.
— ¿ Llevabas tiempo planeando esto ? — Pregunté indignada mientras tomaba las hojas y las arrugaba.
Mi padre me observó apenado, no dijo nada. Claro, no tenía cara para excusar su asqueroso trato.
— ¡ Escuche señorita, no sea ridícula, deje de tomarse el atrevimiento de opinar, se ve tan corriente ante mis ojos, debería sentir pena de usted misma ! — Gruñó el rey mientras me evaluaba con desagrado.
Sentí el enojo recorrer mis venas.
— Infeliz — Me atreví a musitar tal insulto al rey, sin importar si me condenaba a muerte después de eso.
El rey solo me observó con amenaza en sus ojos, por dentro sentí un miedo que me recorrió en forma de escalofrío.
— Ya estoy agotado de la actitud prepotente de ésta jovencita y de que interrumpa asuntos que no le competen en lo más mínimo... Es una maleducada, no tiene escrúpulos — Dijo como si yo fuera una desquiciada, como si él no hubiese manchado sus manos con sangre nunca — Mi tiempo aquí ha espirado, enviaré uno de mis hombres cuando llegue al palacio con las piezas.
— Muchas gracias majestad, no lo voy a defraudar, empezaré desde hoy — Mi padre hizo una reverencia y luego estrecho su mano con la del rey.
— Papá, aún estás a tiempo de arrepentirte — Jadee mientras me acercaba — No hagas esto.
— Liliam, cierra la boca — Mi padre jamás me había mandado a callar.
Empecé a llorar, mi padre me fulminó con la mirada y luego volvió su atención al rey.
— ¿ Cuál de mis tres hijas se llevará? — Preguntó como si se tratase de tres jarrones de diferente diseño, puestos en una vitrina de una tienda.
El rey se quedó un momento en silencio.
— No puedo permitirme optar por las otras dos, ya que está señorita descubrió nuestro trato confidencial, es la única que sabe sobre esto a parte de nosotros dos y eso no me conviene en lo absoluto, así que me llevaré a la chica vestida de hombre — El rey puso sus ojos en mí.
Al principio no lo asimilé.
— ¿ Qué ? — Trago con fuerza.
— ¿ Es en serio ? — Mi padre tampoco lo creyó.
— Por supuesto, esta señorita necesita que le enseñe a respetar y mientras esté conmigo me dedicaré a eso.
Me dió una mirada que ocultaba algo oscuro. Sentí una ola de repulsión que me recorrió completamente.
Sin importar las consecuencias que se avecinaba me lance hacia el rey con mi daga en mano.
...EVANS:...
La chica ante mí era salvaje, había reaccionado tan rápido que no ví venir su ataque. Desde que habíamos atravesado las tierras me desconcertó su valentía y osadía, no parecía enterarse de quién era yo.
Había visto como clavó la daga en el cuello del soldado, como lo asesinó sin dudarlo. Presencié el hecho al pedirle que se mantuvieran alejados para comprobar que no nos habíamos equivocado de sitio, pero hubo un soldado que pidió permiso para ir a orinar, no me había percatado que tardó más tiempo de lo debido.
Escuché gritos femeninos y me desvié de la ruta. La propiedad estaba tan descuidada que el pasto había crecido lo suficiente para ocultar la presencia de algún invasor. El sonido me llevó a un pozo de agua, encontré al soldado tratando de mancillar a una señorita adolescente.
Me indigné, porque no soporté que uno de mis hombres tratara de llevar a cabo un hecho por el cual siempre me opuse y por el que hacía justicia.
Me preparé para detenerlo, pero alguien más salió del pasto. Me oculté rápidamente, al principio creí ver a un campesino delgado por la forma extraña en que vestía pero al observar su forma de caminar y su cabello largo, marrón y rizado agarrado en una trenza me percaté de que era otra señorita. Tenía una daga en la mano y todo en ella irradiaba furia.
El soldado no notó la presencia de la chica hasta que sintió el dolor de la hoja clavada en su cuello. Pensé que solo iba a amenazarlo pero decidió llegar hasta el final.
Me siguió sorprendiendo cuando admitió que había asesinado al soldado sin importar si yo decidía ejecutarla.
Las sorpresas seguirían apareciendo.
Jamás pensé que el Señor Cuper tenía algo entre manos para evitar la muerte. Me enojó la idea de que vendiera a una de sus hijas. Traté en lo posible de hacerlo entrar en razón pero al parecer llevaba tiempo planeando el trato y cuando eso sucede se convierte en una obsesión difícil de desaparecer.
Lo cierto es que el trato, por más de que sonara descabellado y absurdo tenía una buena parte. El hombre estaba determinado a volver a levantar la hacienda pero lo malo es que yo no confiaba en él y me debía el préstamo, sumado a las piezas que yo debía de darle.
La vida de su hija me pertenecería si el fracasaba. Eso significaba que podría hacerle lo que quisiera, incluso asesinarla. Cosa que jamás haría.
Me estaba empezando a interesar la propuesta. Sobre todo porque esa chica disfrazada de hombre había despertado mi la curiosidad. Era demasiado brusca, masculina y salvaje, era diferente a las otras dos, de hecho era diferente a todas las mujeres con las que había frecuentado en el pasado y eso me resultaba divertido e interesante.
Entonces cuando creí que no iba dar más sorpresas salió de debajo del escritorio, no me percate en que momento llegó allí y eso era más interesante.
No era sumisa, luchó contra su padre para hacerlo entrar en razón así que la provoqué pero no tardó en contestarme como si yo fuera cualquier hombre, con alevosía e impertinencia.
Así que acepté, quería tener a esa chica en mi palacio.
Se llevó una grata sorpresa cuando dije que me la llevaría.
Me atacó apenas terminé de hablar.