Julia jamás se imaginó lo caprichosa de la vida aquella noche. Un grupo de borrachos la persiguen, se esconde en el auto de un extraño provocando su ira. Como cereza del pastel, presa del miedo se lanza a los brazos de aquel hombre que sin saberlo convertirá su vida en un carrusel de descontrol. ¿Quieres saber en que termina? Entonces sumérgete en este intrigante relato, en donde los caprichos del destino están a la orden del día.
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Capitulo 7
A quien molesté
Beverly Hills… realmente estaba aquí, jamás me imagine que viviría para ver una mansión en un suburbio de semejante categoría, y menos que sería por Julia, ¿Cómo lo lograba? Mejor dicho… ¿Qué hacía julia saliendo de esa mansión tan lujosa como si escapara del mismísimo diablo? Me le quede mirando con curiosidad en aquel silencio sepulcral, era extraño, Julia no era de actitudes melancólicas, pero parecía perdida en sus pensamientos, con una actitud taciturna como nunca le había conocido.
—¡Bueno, ya, Julia! Deja ese aire de incertidumbre, y cuenta que paso anoche —la miré con seriedad, y prosiguió con ese característico dramatismo. —Habla de una vez por todas, tía. Me tienes… Me tienes preocupadísima, no quiero comerme mi manicura francesa esta noche quedándome con este chismon. ¿Cómo conseguiste el pase vip a ese casoplón? ¿El dueño es hombre o mujer…? Que hay que hacer para ser privilegiada… —inquirió mientras me daba codazos en el hombro. Le lance una mirada de reproche mientras negaba en silencio.
—¿Es lo único que te importa, Sabrina? ¿Cómo entrar a esos lugares? Y a quien poder conocer… Si supieras quien lo habita, no querrías saberlo nunca. —Hizo un gento de molestia, poniendo sus ojos en blanco.
—Ay, que aguafiestas eres Juls, solo… Solo preguntaba de bromis.
—Si… “de broma” como no… —zanje mirando de nuevo la venta del auto.
¶
Tal vez lo mejor sería guardar silencio, estaba claro que julia no era ella misma hoy, y tampoco sacaría nada a esclarecer del tema, me tendría que quedar en ascuas. La volví a observar y me fijé que tenía una etiqueta colgando en aquel vestido negro de cuello Halter, por alguna razón me pareció conocido aquella marca. Acerque mi mano a su cuello, llamando su atención. Mi expresión cambio a una de sorpresa al ver la etiqueta, esto era… Era un vestido Helena Quirós, estaba segura, no cavia ninguna duda… Era un vestido legitimo.
—Esto no es tuyo… —inquirí confusa mirándola. Julia miro su ropa sorprendida, parecía que tampoco se había dado cuenta de que llevaba esto.
—¿Qué…? Ay, no… Esta no es mi ropa, ni siquiera me di cuenta cuando… —murmuro para ella misma en voz alta, reculando su mirada con rabia, para luego decir. —Por favor ignóralo, ¿sí? —la mire con seriedad, y con fuerza arranque la etiqueta mirándola en mis manos. Como podía quedarse callada de un tema tan importante, acaso solo quería ser la única exclusiva con aquello regalitos tan caros que conseguía. ¡Después de todo era un maldito Helena Quirós! Una de las actrices más famosas de todo Hollywood, ha salido dos años seguidos elegida como la porta principal en la revista Niut como la actriz más bella del momento. Era una mujer de un rubio cenizo claro natural precioso que caía en cascada, una piel Nivea perfecta, y uno ojos azul claros brillantes. Era el perfecto símbolo de la mujer elegante y prospera. Algún día yo tenía que ser como ella…
—Oye está bien si no me quieres contar nada, pero te sugiero que cubras esas marcas en tu cuello si no quieres más preguntas —indique ya dejando el tema. Julia intento cubrirse como pudo, soltó suspiro alto y dijo.
—Está bien… te lo contare, pero necesito que no me juzgues, lo último que quiero escuchar es a mi amiga echándome
—Prometidisimo, Juls.
¶
Al terminar el viaje, la pobre Sabrina tuvo que pagarle un ojo de la cara al Uber cuando llegamos a su pequeño apartamento, era mucho más lejos de lo que me había imaginado, más razones para odiar ese maldito hombre. Con vergüenza le dije que se lo pagaría en cuento me dieran mi próxima paga, sabi acepto sin darle mucha importancia dejándome entrar a su cuatro por cuatro.
—¡¿Que?! Ósea… ¡¿Te metiste en su auto y luego lo besaste?! —grito casi tirando la Coca-Cola que sacaba de su frigorífico. Me ofreció una y sentándose a mi lado le volví a repetir.
—Ya te dije que esos hombres estaban afuera buscándome, lo único que pensé en ese momento fue… fue… Besarle, hubieras hecho lo mismo en mi lugar. —Ella me miro con una sonrisilla extraña que quite diciendo con rapidez. —También te digo una cosa, el tipo no me fue nada indiferente, parecía que quería comerme en ese ínstate. No se… Todo muy raro —zanje bebiendo un trago largo de la lata para ahogar estas emociones desagradable y contradictorias que tenía.
—¿Y luego que paso? —inquirió ávida de respuestas
—Lo siguiente no mejoro, el tipo ese andaba como un loco desbocado, su chofer nos llevó hasta su mansión de marfil, a pesar de que le pedí que me dejara salir, Cuando entre…
—¡¿Cuándo entraste que, Juls?! Pones más propagandas que un programa de televisión.
—Ese hombre… Es un desalmado, un ser monstruoso he inhumano —propine con la mirada perdida recordando lo que me había hecho esa anoche y al día siguiente.
—Te… ¿Lo hiciste?
—Por favor no lo digas… Solo quiero olvidarlo…. Olvidarlo todo. —Zanje no queriendo dar muchos más detalles, pero sé que Sabi al ver mis marcas se hacía una idea de lo que había pasado.
—Está bien… No preguntare más del tema, pero ¿Quién era, sabes al menos su nombre? Alguien con una casa así no puede ser un cualquiera. —Sali de mis pensamientos y la mire con reproche.
—¿Acaso eso importa? Te estoy diciendo que es un monstruo sin alma. —Se quedo mirándome con intensidad, solté un jadeo de cansancio y dije.
—Pues… No lo sé, creo que oí que lo llamaban varias veces, señor Mendoza…. ¿Te suena de algo? —inquirí mirándola. Sabi casi se cae de culo de aquella silla.
—M-mendoza… ¿es una broma verdad? T-tiene que ser una broma, Juls —tartamudeo mirándome incrédula. Ay no… a quien había insultado.