Dos mundos, dos almas, un destino entrelazado a través de los siglos. En esta historia de fantasía atemporal, un eco del pasado resuena en el presente, uniendo realidades paralelas. Nuestros personajes principales se encontrarán atrapados en un círculo lleno de romance prohibido, misterio, rivalidades familiares y secretos milenarios que convergen en una trama donde sus vidas se conectan de forma inesperada e inquebrantable. Encuentros emotivos, contrastes entre inocencia y sorpresa, darán intesidad, capturando la magía de cada momento. Mientras una profecía ancestral juega alterando el curso de la historia, viejos lazos, nuevos misterios, deberán navegar entre el amor y la sed de venganza que amenaza con consumirlos para decidir si su conexión perdurará por siempre o se desvanecerá en el tiempo
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Capítulo 5 … Encuentros Emotivos
Alexander había encontrado el lugar, ahora solo debía coincidir con la niña que lo tiene cautivado, sueña con volver a verla, ya no es ese joven huraño, ahora todos lo ven salir del castillo desde muy tempranas horas, en cada amanecer se renuevan sus energías y ganas de encontrar a la princesa, era algo que lo hacía ir, como un llamado en su interior, una atracción. Ahora tiene la certeza de que ella es la princesa de Al - Mad, quiere conocerla, estar cerca, cuidarla y verla crecer hasta que se convierta en su prometida.
Una tarde, donde el sol reflejaba rayos a través de las copas altas de los árboles, todo parecía calmado, el aire apenas perceptible, el agua de la cascada parecía detenerse, recorría en un susurro, las aves y animales silvestres estaban resguardados. El jóven príncipe se encontraba en el mismo lugar, otra vez sin compañía de sus guardias.
— Quizá ella sea la mujer con la que me case, amigo. ¿Tú qué crees? —le preguntó a su caballo, mientras le acariciaba la crin y le ofrecía una manzana.
— Solo tengo que esperar a que crezca. Apenas es una niña —dijo, riendo para sus adentros.
— Puede que me esté volviendo loco —continuó, hablándole a su fiel compañero.
— Puede que sí. Los caballos no responden —escuchó una tierna voz infantil. La reconoció al instante.
— Sí, es cierto —respondió Alexander con una sonrisa, la alegría de su corazón era imposible de ocultar—. ¡Qué bueno que ya estás aquí!
— ¿Me esperabas? —preguntó ella, extrañada.
— Tenía la esperanza de volver a verte —dijo él con sinceridad, la sonrisa fija en sus labios.
— Por un momento creí que eras parte de mi imaginación, como el príncipe de las historias que me encanta leer —comentó ella con dulzura.
— ¿Te cuento un secreto? —susurró él, mirando a su alrededor y acercándose a la niña. Ella, curiosa, asintió con la cabeza.
— Llegué a pensar que no existías —le confesó con ternura.
— Entonces sí estás loco, porque soy muy real —respondió ella con mucha ingenuidad. Ambos rieron a carcajadas.
La risa de la pequeña pareció devolverle la vida al lugar.
— Sin duda alguna, eres muy real —afirmó Alexander, su voz llena de felicidad.
Perdidos en su propio mundo, continuaron conversando. Él la contemplaba en silencio, sabiendo que aún no era el momento de expresarle lo que sentía. Sabe que su corazón le pertenece. Se entretuvieron mirando los peces en el agua, buscando caracoles en las rocas o simplemente tocando el pasto en silencio.
Después de unos minutos, la niña se dio cuenta de que debía regresar. Sabía que sus guardias no tardarían en notar su ausencia. Pero se sentía feliz. Por un corto tiempo, había podido compartir con alguien fuera de la fortaleza en la que vivía.
El lugar que los rodeaba, un secreto de árboles y flores, los hacía sentir a salvo. Era su refugio. Por varios días, se vieron al atardecer, cuando la niña se escapaba aprovechando que sus sirvientes se despreocupan creyendo que ella estaba en su hora de la siesta y él salía del castillo, con cuidado de no alertar a nadie.
