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Cuando Pase La Tormenta

Cuando Pase La Tormenta

Status: En proceso
Genre:Amor tras matrimonio / Malentendidos / Traiciones y engaños / La Vida Después del Adiós / Divorcio / Amor en la madurez
Popularitas:7.3k
Nilai: 5
nombre de autor: @ngel@zul

Una mujer de mediana edad que de repente se da cuenta que lo ha perdido todo, momentos de tristeza que se mezclan con alegrias del pasado.
Un futuro incierto, un nuevo comienzo y la vida que hará de las suyas en el camino.

NovelToon tiene autorización de @ngel@zul para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Dudas

Cuando llegamos de vuelta a la cabaña intenté que mis pensamientos no regresaran a la mujer del almacén y su relación con mi esposo. Decidí hacer de cuenta como que nada había pasado y con mucho esfuerzo me dejé llevar por esa complicidad que Charles y yo teníamos.

El resto del día lo pasamos haciéndonos compañía, disfrutando uno del otro y de esta escapada que habíamos hecho. Finalmente, al otro día emprendimos el camino de regreso a casa. Charles se mostró tan dulce, atento y cariñoso como siempre así que cualquier duda que hubiera estado teniendo, simplemente desapareció.

Cuando llegamos a casa, Alma se encontraba preparando la cena, Axel y Luana estaban haciéndole compañía, Luana estaba sentada en una banqueta mientras que Axel estaba de pie observando atentamente como su tía cocinaba.

—Espero que hayas hecho suficiente comida para todos —dije apenas entramos, los chicos se giraron y saltaron de sus lugares para venir a abrazarme.

—Mamá, que bueno es volver a verte —dijo Luana.

—Es cierto no sabes cuánto te extrañamos —agregó Axel mientras lo envolvía en un reconfortante abrazo.

—¡Ay, no sean así! —exclamó Alma poniendo una mano sobre su corazón de manera muy teatral—Parece que no hubiera sido buena compañía para ustedes ¿No se dan cuenta de cuánto me hacen sufrir?

—No exageres tía —replicó Axel —todos aquí sabemos que un día más y no habríamos sobrevivido a tu comida.

Charles apareció en la cocina justo después de que Axel terminara su broma, con una ceja levantada y una expresión fingida de ofensa.

—¿Y a mí no me extrañaron? —preguntó, cruzándose de brazos.

Luana soltó una risa y corrió a abrazarlo también

—Claro que sí, papá, perobya sabes que mamá es la única imprescindible en esta casa. Sin su comida no sobreviviriamos.

—¿Cómo así? ¿Acaso yo no les cocino a veces?—respondió él, riéndose mientras despeinaba a Axel.

—Bien dijiste, a veces. Y esas veces no se comparan con las veces que mamá se ocupa —le respondió su hijo.

—Igual no te hagas el ofendido, papá. Solo porque mamá cocina mejor —añadió Luana con una sonrisa socarrona.

—¡Y ahí está la verdad! —exclamó Charles mientras levantaba las manos al cielo y me miraba —¡Los tienes malcriados! ¡A los dos!

Nos reímos todos juntos. Y me di cuenta de que ese tipo de momentos simples, llenos de calidez, eran los que me recordaban cuán bendecidos éramos como familia. Y por un instante, todo lo que había sentido el día anterior, la duda, el sobresalto, la iinquietud, pareció desvanecerse.

Nos sentamos a la mesa mientras Alma terminaba de servir los últimos platos. Había cocinado una de nuestras comidas favoritas lasaña de pollo. El aroma llenaba la casa y se mezclaba con la sensación de hogar que me invadía al ver a mis hijos bromear y reír.

—¿Y por qué no avisaron que volvían antes? —preguntó Alma mientras se sentaba también con una copa de vino en la mano.

Charles me miró de reojo, y yo me adelanté para responder.

—Queríamos sorprenderlos —dije con una sonrisa— Además, la cabaña estaba tan tranquila, tan fuera del tiempo… decidimos regresar sin avisar, como para no romper el encanto demasiado pronto.

—¿Encanto, eh? —replicó Axel con tono burlón.

—Ay, qué romántico suena eso —suspiró Luana, apoyando la barbilla en sus manos— ¿Y fue tan lindo como esperaban?

—Mucho más —dijo Charles enseguida, y me guiñó un ojo.

Yo asentí, aunque por dentro una parte de mí seguía procesando lo vivido. Había sido hermoso, sí. Habíamos compartido recuerdos, revivido emociones, y por momentos sentí que todo estaba exactamente como debía estar. Pero también sabía que algo se había movido, algo imperceptible que no terminaba de encajar.

—¿Y tú cómo te portaste, Alma? —le pregunté, buscando también salir de mi cabeza por un rato.

—Fui una santa —respondió, llevándose una mano al pecho— Pero no te voy a mentir: tus hijos tienen energía para repartir, hermana. Ya me acordé por qué nunca quise tener más de un gato.

Todos estallamos en risas. La cena transcurrió entre anécdotas de los días que pasaron sin nosotros, bromas, y mucho cariño. Luana contaba con entusiasmo la serie nueva que habían empezado a ver con su tía, Axel hablaba de un nuevo videojuego que quería mostrarme, y yo… yo solo me dejé abrazar por ese momento. Por esa cotidianidad que, aún con sus grietas, era el centro de mi mundo.

Después de la cena, mientras recogíamos la mesa, Charles se ofreció a llevar las cosas al lavavajillas.

—Deja, amor. Alma, los chicos y yo nos encargamos —le dije, y le sonreí.

—Solo porque me quieres —contestó, acercándose a darme un beso en la mejilla.

Y sí, lo quería. Pero esa noche, cuando todos se fueron a dormir y el silencio llenó la casa nuevamente, sin saber el motivo me pregunté si el amor por sí solo alcanzaba para sostenerlo todo. Porque aunque los días siguientes prometían rutina, abrazos, tareas escolares y domingos de pizza casera… la voz de esa mujer en el almacén todavía resonaba en algún rincón de mi memoria.

Pero no esa noche. Esa noche me permití dormir en paz. Porque a veces, la tranquilidad también necesita que una se la crea, aunque sea por un rato.

El sol de la mañana se colaba por la ventana de la cocina, tiñendo de dorado el mantel blanco y las tazas humeantes. El aroma del café recién hecho se mezclaba con el de las tostadas y el dulce de frambuesa casero que Alma había traído de regalo. El desayuno en familia se sentía cálido, familiar. Uno de esos momentos que merecían ser enmarcados.

—¿Puedes dejar de acaparar el pan como si te lo fueran a sacar? —le dijo Luana a Axel con una sonrisa burlona, mientras él se untaba manteca de maní en una tercera tostada.

—Es que el pan de tía Alma no se compara con el del súper —respondió él con la boca llena—

Esto es sagrado.

Charles reía bajo mientras se servía más café y me rozaba suavemente la rodilla bajo la mesa. Yo sonreí también. No podía evitarlo. Aunque el recuerdo del almacén y aquella mujer no se borraba por completo, el calor de ese desayuno en familia tenía un poder especial.

—¿A qué hora entran hoy? —preguntó Alma mientras tomaba su taza.

—Ocho y veinte, como siempre —respondió Luana— Pero vamos a pasar antes por casa de Fabi, me pidió unos apuntes.

—Bueno, entonces vayan saliendo —dije mientras me levantaba para revisar que llevaran todo— No quiero que anden corriendo a último momento.

Ambos se pusieron de pie, abrazándome por turnos.

—Nos vemos a la tarde, ma —dijo Axel, y le dio un beso rápido a Charles— Chau, pa.

—Que tengan buen día, chicos —respondió él con voz alegre.

Luana nos sonrió a ambos y se despidió con un beso en la mejilla para cada uno. Al salir, cerraron la puerta detrás de ellos con un portazo que hizo vibrar los vasos en la mesa.

Charles recogió su taza y se la llevó a los labios mientras revisaba su móvil. Alcancé a ver cómo su expresión se endurecía por un segundo. El gesto fue sutil, pero no me pasó desapercibido.

—¿Todo bien? —le pregunté con naturalidad, mientras guardaba el frasco de mermelada.

—Sí, sí —respondió enseguida, aunque su tono sonó más forzado de lo habitual— Pero tengo que salir ya. Un asunto del trabajo que no puede esperar.

Dejó su taza en la pileta, se acercó y me besó suavemente en los labios.

—Te veo después, amor —dijo. Su mirada era cálida, pero había algo ausente en su voz.

—Cuídate, cielo —le respondí, observándolo mientras tomaba las llaves de su coche y salía.

Esperé a oír la puerta cerrarse antes de dirigirme a la ventana del comedor, la que daba al frente de la casa. Apenas corrí la cortina, lo vi. Estaba junto al coche, de espaldas, el móvil pegado al oído. Su lenguaje corporal era tenso, su mano libre gesticulaba con energía. Alcancé a oír su voz a través del vidrio cerrado. No se oía con claridad, pero el tono era claro: discutía.

"Te dije que no ahora", pareció decir. Hizo una pausa y luego, con más fuerza, agregó: "Debes ser paciente"

Tragué saliva. La frase se parecía demasiado a la que había oído en la cabaña. La que le había dicho a aquella persona al teléfono justo antes de volver a casa, cuando pensé que me ocultaba algo.

Me aparté de la ventana en cuanto lo vi girar hacia la casa. No quería que me sorprendiera espiándolo. Me senté de nuevo a la mesa, fingiendo leer un mensaje en mi celular. Unos segundos después, la puerta principal se abrió y volvió a cerrarse.

—Me olvidé una carpeta —dijo, entrando rápidamente, sin siquiera mirarme, mientras se dirigía a la oficina.

Tomó algo del escritorio y volvió a salir, con pasos apurados, lanzando un rápido “te amo” desde el pasillo.

—Yo también —dije apenas, sin saber si me había oído.

Y otra vez, el portazo. Esta vez, no hizo vibrar los vasos. Pero vibró algo dentro mío.

Me quedé allí sentada, sola en la cocina aún tibia, con las migas en el mantel y el café enfriándose en la taza. Y no pude evitar preguntarme: ¿quién era esa persona al otro lado del teléfono? ¿Por qué Charles parecía esconderlo? ¿Y por qué sentía, con un nudo en el estómago, que las grietas comenzaban a aparecer en la imagen perfecta que habíamos construido con tanto amor?

Sabía que debía averiguar la verdad. Pero parte de mí no estaba segura de querer conocerla.

1
Guillermo Peralta
ke lindo ojalá se den una oportunidad ambos
Alicia Marin Silva
poco a poco Alessandro baja las barreras🤔🤔
Emperatriz Reales
Esta novela me encanta
Clemen Franco Arevalos
Uffff q capítulo fuerte y de mucha tristeza!! 🌹🇵🇾💐
Alicia Marin Silva
Alessandro sal a la luz eso puede ayudarte ,,ayudarse mutuamente ella está saliendo de un abismo también
Emperatriz Reales: A veces tenemos q dejar la puerta o la ventana abierta así sea una hendija, para q la luz entre en tanta oscuridad
total 1 replies
Emperatriz Reales
Te amo sam, pero sigo con ella mientras tu
Emperatriz Reales
Ella piensa mucho, q deje ese hombre con su frialdad, total es un frizer
Emperatriz Reales
Bueno cada quien carga su cruz acuestas, q se dedique a sanar y salir adelante
Emperatriz Reales
Quien sabe q mas va perder charles por oji alegre
Emperatriz Reales
Lo q ella d3be hablar con sus hijos, son casi adultos y deben saber, no entiendo eso de ocultarle las cosas a los hijos
Milagros Suarez
Se le tan bonito, pero no entiendo que pasa para que él, le sea Infiel según un comentario que leí y además el mismo título de la historia, Cuando Pase La Tormenta
Seguiré leyendo
Gracias @Angel @azul
Gloria Esperanza Mondragon
felicitaciones, está muy buena la novela
mariela
El problema es que cuando una base de una relación se rompe como es la confianza no hay forma de volver a confiar en esa persona y más después de haber pasado por tanto Charles tiene que asumir que no la amabas tanto y tienes todavía una relación con la tal Annette así que asume que destruiste tu matrimonio y la relación con tus hijos.
mariela
Massimo Moretti estás luchando contigo porque Samantha está derribando ese muro que tienes alrededor y tienes miedo de perder el control porque que pasó en tu pasado para ser un hombre tan frío y neutral.
mariela
Charles perdiste a Samantha ahora quien se está colando en sus pensamientos es el frío y serio de Massimo Moretti será que se curan mutuamente de sus corazones magullados veremos qué pasará.
Alicia Marin Silva
vamos por más capítulos
Alicia Marin Silva
excelente
Yohana patricia Aguancha
Y la crisis de los 40 que no enrede con la cuñada
mariela
Charles perdiste no solamente tu matrimonio de 20 años ahora también el respeto y confianza de tus hijos por esa mujer.
Alicia Marin Silva
al principio es un amor muy bonito sigo leyendo 😌
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