Luca, un omega que ha ocultado su identidad en las sombras del crimen de Verona, es descubierto por Alessandro Moretti, el implacable capo de la mafia. Mientras Luca es arrastrado a un mundo lleno de peligro, traiciones y poder, la atracción entre ambos crece, desatando un juego mortal donde el deseo y la protección se entrelazan. En un entorno donde nadie es lo que parece, Luca y Alessandro deberán decidir si su conexión es una fortaleza o una debilidad que los destruirá.
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capitulo 6 : BAJO EL HECHIZO DEL PELIGRO
El beso de Alessandro fue suave al principio, casi exploratorio, como si quisiera darle a Luca la oportunidad de retroceder. Pero Luca no lo hizo. Todo en su cuerpo gritaba por más, y la respuesta fue inmediata: sus manos se aferraron a los hombros de Alessandro, atrayéndolo más cerca, buscando ese contacto que hacía que todo a su alrededor se desvaneciera. Era como si el mundo entero se hubiera reducido a ese momento, a la forma en que los labios de Alessandro se movían contra los suyos, demandando, tomando lo que quería, pero con una gentileza sorprendente.
Luca sabía que había cruzado una línea de la que no habría vuelta atrás. El peligro que lo rodeaba, el hecho de que Alessandro era un capo, todo se desvanecía frente a la urgencia de ese beso. Las preocupaciones y los temores que habían rondado su mente durante días quedaron relegados a un segundo plano mientras su cuerpo se rendía a la realidad que ambos habían evitado durante tanto tiempo.
Cuando Alessandro finalmente se separó, sus ojos oscuros lo miraban con una intensidad que hizo que el corazón de Luca se acelerara aún más. El silencio que siguió estuvo cargado de emociones no dichas, pero ambos sabían lo que había pasado. Ya no había vuelta atrás. Estaban atrapados el uno con el otro, y ese lazo, aunque peligroso, también era innegablemente fuerte.
—No te detendré, Luca —dijo Alessandro, su voz baja pero firme—. Pero debes saber lo que significa esto.
Luca levantó la vista, su respiración aún agitada por el beso. Sentía que cada parte de su ser había cambiado en ese instante, como si el simple acto de entregarse a Alessandro lo hubiera transformado por completo. Sabía lo que estaba en juego. Sabía que no se trataba solo de deseo, sino de poder, control, y sobre todo, de pertenencia. Estar con Alessandro no solo significaba ser su amante, sino convertirse en una parte intrínseca de su mundo, de su vida.
—Lo sé —respondió Luca finalmente, su voz más segura de lo que esperaba—. Sé lo que eres y lo que eso implica. Pero no puedo… no puedo detenerme. No ahora.
Alessandro sonrió, esa sonrisa oscura que siempre llevaba consigo la promesa de peligro. Pero en ese momento, Luca no la temía. Se sentía fuerte, aunque el suelo bajo sus pies parecía más inestable que nunca. El poder de Alessandro lo envolvía, pero también lo hacía sentir más vivo de lo que jamás había estado.
El capo se inclinó una vez más, sus labios rozando los de Luca en un gesto casi afectuoso, como si quisiera recordarle que, aunque la pasión estaba allí, también había algo más, algo más profundo.
—Entonces ya eres mío —murmuró Alessandro contra sus labios antes de apartarse lentamente.
Luca sintió el calor recorrer su cuerpo con esa declaración. "Mío". No era una simple palabra. Venía cargada con toda la gravedad de lo que Alessandro significaba. Ahora era parte de su vida, de sus decisiones, y del caos que lo rodeaba. Pero, a pesar de todo, había algo en esa declaración que lo hacía sentir seguro, como si estar bajo el ala de Alessandro fuera la única opción que le quedaba.
—Descansa —repitió Alessandro, dándole un último beso en la frente—. A partir de ahora, estarás más seguro de lo que jamás has estado.
Luca asintió, pero algo en su interior sabía que esa seguridad no venía sin un precio. Mientras Alessandro se retiraba de la habitación, dejándolo solo, Luca se dejó caer en la cama. Su cuerpo aún vibraba con la intensidad de lo que acababa de suceder, pero su mente estaba a mil por hora. Todo había cambiado, y aunque una parte de él quería entregarse por completo a lo que Alessandro ofrecía, otra parte no podía ignorar el peligro inherente de la situación.
Se acurrucó en las sábanas, cerrando los ojos mientras intentaba calmar su respiración. Pero incluso en la oscuridad de la habitación, sentía la presencia de Alessandro. Era como si su esencia lo envolviera por completo, asegurándose de que, aunque estuviera solo en la habitación, no pudiera escapar de lo que había comenzado entre ellos.
Mientras el sueño lo envolvía, una última idea cruzó su mente. Había sellado su destino al cruzar esa línea. Alessandro Moretti no era solo un hombre. Era poder puro, y ahora ese poder lo reclamaba a él. Luca había entrado en un mundo donde las reglas ya no le pertenecían, y aunque eso debería haberlo aterrorizado, lo único que sentía era una extraña e intoxicante emoción.