La historia de un Alfa que solo ansiaba la tan anhelada libertad
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Capitulo 6
Advertencia:
La siguiente historia no es apta para menores de 21 años puede contener; lenguaje vulgar, soez, momentos explícitos, eróticos, hasta subido de tono y hasta nopor-grafico, violencia física, mental, abuso, inc3sto, se recomienda leer bajo su propio riesgo. ~
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Él ya estaba acostado de lado mirando la nada misma. Me acosté para mirar hacia el otro lado, mejor para mi, así no tenía que intimar, pero la curiosidad no me dejaba dormir ¿Qué miraba? ¿que había tan interesante de ese lado? Aquí todo era oscuro y me daba miedo así que me gire y sigilosamente puse mi rostro sobre el de él —¿Qué miras? —Tratando de saber que era lo que tanto encontraba interesante en ver la pared, yo estaba aburrido y quería distraerme también viendo lo mismo.
—¿Qué te importa? —Siempre tan arisco, tan odioso. Acaso no sabía buenos modales.
—Sí, me importa sino no preguntaría, dime ¿Qué vez?
—Nada, estoy enojado contigo. —Me sorprendió levante mi rostro, y lo mire sorprendido.
—Yo que te hice, yo debería estar enojado contigo, no tú.
—Acaso ¿no me odias? —Me miro también mostrando sorpresa.
—Sí, te odio, pero no estoy enojado contigo bueno si un poco ¿Qué pasó con la madre de María?
—Murio en el parto. A ti no se te ocurra hacer lo mismo o te traigo de esas greñas mugrosas que tienes del mismísimo infierno.
—Disculpe, ¿mugroso? No sé lo voy a permitir, mis greñas están bien limpias, y usted no va decirme a mi, cuando puedo o no morirme.
—Si puedo, soy tu amo, y no voy a permitir que te mueras sin mi permiso, Indio insolente —sentadose para levantarme la voz. Frunciendo el entrecejo, poniendose rojo.
—Yo me voy a morir cuando se me pegue la gana, es la única cosa en la que usted jamás va a controlar. —Se enojo para acostarse y darme la espalda —¡Vete quiero estar solo, indio, atrevido! —Iba a dejarlo, pero su mano me sujeto para tironearme — No de la cama, bruto, quédate en tu lado.
¿Quién lo entiendia? ¿Me voy o me quedo? .
(...)
—Joven Cruz, no haga eso. No puede deambular por la noche, me levanté al oir ruidos, y verlo allí con una vela merodeando la cocina me dio un susto tremendo.
No podía dormir por lo que tome una vela, y me fui a la cocina para hacer algo para distraerme. La criolla al verme se asusto ante mi presencia, yo solo exclame —¡Voy a cocinar!.
Por lo que Isabel prendió los faroles, y me dispuse a cocinar para distraerme —¡El patrón los jueves come tortilla!.
—Pues bien por él, porque ese no es mi problema.
— Si desea se lo enseñó a hacer, joven Cruz. —Negue con mí cabeza, yo estaba por hacer humitas para mi, no para él. A mi que me importaba si el comía tortilla era su problema no el mío.
—Otra oportunidad Isabel, yo ahora haré humitas para mí.
Este solo asintió para ayudarme a cocinar,
busque los maíces más frescos y bonitos para luego con un cuchillo, desgranarlos.
Junte las chala para lavarlas y secarlas, ahora solo debía molerlo por lo que empecé a buscar un metate donde molerlo y no había.
Este hacendado alardeaba riquezas, y no tenía un metate, un metate. Ahora ¿Cómo moleria el grano para la humita? Por lo que fui recorriendo toda la hacienda a ver si encontraba un metate escondido por ahí o algo que se le pareciera, pero nada, no había nada. Por lo que luego de un rato, encontre una piedra plana y luego una chiquita que serviría de batan para moler aunque tardaría más. La lavaria, y la usaría me servía por ahora. Luego hablaría con Fernando ¿Cómo podía ser que cosas básicas como un metate no hubiera?
Sin dudas esa piedra podría ser un buen metate en lo que conseguía una, camine rápido hasta la cocina para que no se me vaya apagar el farol que Isabel me dio para no quedarme en la oscuridad, al llegar a la cocina mis ojos no podían antes lo que veían en manos de esta una cosa redonda con patas hechas de metal estaba haciendo de metate, una especie de vasija curva aplastaba el grano con un mazo del mismo material para luego meterlo en un maquina que giraba moliendolo dando un textura más cremosa, solté la piedra, para apreciar tal belleza metálica que molia granos de forma tan excelente acariciando su manivela con mango de madera —Tú y yo, nos vamos a llevar muy bien.
Por lo que me arremangue para empezar a girar con fuerza mientras Isabel seguía con aquello al que llamaban mortero.
Con el maíz ya molido, condimente y fui poniendo en cada chala para luego hacer los paquetitos. Ahora solo faltaba cocinarlos, fue que Isabel sonrió. —Joven cruz, le presento a la consentida de la cocina.
En eso saco una olla para llenarlo con agua para luego sacar otras muy parecidas con agujeros. Ella coloco las humitas en una de estas bandejas para luego taparla y dejar que se cociera. Ante mis ojos una belleza que llamaban vaporera.
—Estaran listos para el desayuno, joven Cruz.
Pero, mí mente no se concentraba en lo que ella me decía, yo solo pensaba que otras cosas podía cocer en esa belleza.
Continuara...