Un mundo fantástico, lleno de seres que jamás creíste poder ver, a excepción de los libros, las películas y relatos. Ahora has llegado a este sitio, donde no solo puedes verlos, tocarlos y hablar con ellos, sino que estás dentro del cuerpo de uno de ellos.
Mi nombre es Dagny y está es mi historia. Entré al cuerpo de un ser místico y mágico, nunca entendí por qué, pero no pude tener mejor suerte que esta, al amar todo tipo de historias de fantasía, intentaré vivir bien y vivir feliz.
¿Podré hacerlo?, ¿Tendré dificultades como en el pasado?, ¿Deberé cambiar mi forma de ser para que me acepten?
Sigue mi historia y entérate del final.
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Mi palabra es ley
De pronto un fuerte estruendo se escuchó, el príncipe había llegado, después de escuchar que su madre había mandado llamar a sus concubinas, todo eso fue comunicado por las propias doncellas de las mujeres, pues se asustaron al ver como eran tratadas las favoritas del príncipe heredero.
—Madre. ¿Qué significa esto?— caminó hasta donde estaban sus concubinas y trató de ayudarlas. —Esto no lo dejaré pasar madre, tienes que darme una buena explicación de todo esto— se veía totalmente furioso, aunque la reina no se quedaba atrás.
Aquella mujer recta, recatada, incapaz de ser maleducada con alguien, se dirigió a su hijo, se acercó lo suficiente y dejó caer una bofetada en su rostro, aún teniendo la manopla. Las mujeres se asustaron muchísimo, no podían creer lo que la reina había hecho, el rostro del príncipe, ya sangraba por el daño causado.
—Mi palabra es la ley. Tus concubinas fueron capaces de faltarme el respeto al intentar hacer algo en contra de mi voluntad, por eso están siendo castigadas, además tú también me faltas el respeto al intervenir sin saber nada. ¡Guardias!—
Un grupo de varios hombres uniformados, entraron. —Lleven al príncipe a su alcoba, no podrá salir por dos días. También lleven a las concubinas a la sala de Solet, ahí se quedarán hasta que yo lo diga—
—Majestad perdónenos. Haremos lo que usted quiera, pero por favor no nos envíe a esa sala— suplicaban.
La sala Solet, fue creada para aquellos que siendo parte de la familia real, eran culpables de algún delito o acto indebido, un lugar frío en su totalidad y que solo se podía sobrevivir si se convertían en su forma animal, puesto que estaba rotundamente prohibido hacer algo que fuese en contra de los principios de los reyes y ancestros de ellos.
Así, todos fueron llevados a dónde les dijeron, la reina podía ser muy buena, pero no permitía injusticias y mucho menos por parte de su propia familia.
—¿Has terminado?— el rey entró, después de escuchar las decisiones que tomó su esposa.
—Estoy tan enojada y frustrada cariño, no he hecho más que cosas buenas por mis súbditos, ahora me pagan de esta manera. ¿Crees que hice mal por proponer el tratado de paz a través de un matrimonio arreglado?, digo, los jóvenes no se conocen y no se han tratado, pero estoy pensando seriamente en si cometí un error—
Se había sentado en su silla del trono, se sentía tan frustrada por lo que estaba pasando, jamás imaginó los problemas que causarían las personas a su alrededor.
—Eres el ser más justo en este mundo, no conozco a nadie que no esté agradecido contigo. No digas que has hecho algo mal, tu no te has equivocado, fueron ellas quienes tomaron esa decisión, son quienes deben aceptar las consecuencias— toma la mano derecha de su esposa y la sujeta fuertemente.
—¿Y si también me equivoqué?, debo aceptar las consecuencias de mis actos— recargó su cabeza en el hombro de su esposo, la mirada que tenía, mostraba decepción y algo de tristeza.
Para el hombre que ama a su esposa por sobre todas las cosas, pudiendo ser incluso hasta por encima de su propio hijo, no se iba a quedar con los brazos cruzados al ver como hicieron sentir a su amada. Le dio un beso en la frente y pidió que mejor se fueran a descansar, el día había sido largo y lo mejor sería esperar el mañana.
Dagny estaba tan cansada por el viaje que tan solo se dio un baño y fue directo a la cama, pues quiso despedirse de los reyes, pero le informaron que estaban en algo importante y no debían ser molestados.
A la mañana siguiente, las noticias eran inesperadas, dos concubinas estaban recluidas en la sala del terror y dos supuestas doncellas, fueron encontradas sin vida, asesinadas de una manera misteriosa. Nadie podía creer lo que se decía en las calles del reino.
—Investiguen lo que sucedió con las señoritas que fueron castigadas el día de ayer, quiero que encuentren al culpable—
—Sabes que solo hay un ser que nos podría hacer frente en una batalla siendo dragones. Ellos no vienen aquí solo porque si, deben tener una razón—
—Es cierto, el rey tiene razón. Enfoquémonos en buscar rastros de demonios alrededor de las mansiones de las familias Sound y Hoster, dependiendo de lo que encontremos dirigiremos nuestra investigación—
La sala de reuniones quedó solo con dos personas adentro. El rey y la reina.
—Así que el que perdió la cabeza fuiste tú— volteó a ver a su esposo
—Me disculpo majestad— se hincó. —Te amo tanto que no podía permitir que dijeran que te estabas volviendo loca. Te hicieron ponerte triste y he cuidado detenidamente que jamás derrames una lágrima, ni que borres esa hermosa sonrisa de tu rostro. Pagaré con el castigo que me quieras imponer—
—Estoy orgullosa de ti, por decir la verdad. Tu castigo será viajar al bosque Mort, sabes que debes hacer ahí, pero antes de irte, debes ayudarme con una de mis necesidades—
Se puso de pie y tomó del cuello al rey, sus labios se unieron en un beso apasionado, las lenguas de ambos se entrelazaban y danzaban a un ritmo que solo ellos podían controlar.
—Majestad, aquí no. Vayamos a otro lugar— pidió el rey.
—Transfórmate—
Al ser la sala de reuniones, tenían un lugar amplio donde los dragones podían estar en su forma bestia y así partir de ese lugar. El rey hizo lo que se le pidió, en su forma bestial, claramente era un dragón imponente, de color negro en su totalidad, escamas duras y una estructura ósea gigante.
La reina subió a su lomo y el viaje inició. —»Vayamos a nuestro lugar«— pidió telepáticamente.
Pasadas unas horas, llegaron en medio de un bosque, donde había una cabaña. Era un lugar para solo dos personas, claramente ocupaban ese lugar para asuntos privados.
Al aterrizar, la reina bajó del dragón y fue la que abrió el lugar. Encendió la chimenea, quería ir calentando el lugar, pues por el tipo de construcción, adentro se sentía muy fresco.
—Estoy a sus órdenes mi querida Indivar—
La agarró de la cintura y poco a poco, sus manos fueron subiendo hasta llegar a sus pechos, lo que hizo estremecer a la hermosa mujer.
—Lo he pensado mucho durante la noche, quizás podamos tomar a la princesa Dagny como una hija, ya que nuestros ancestros no nos bendijeron con un segundo hijo—
Disfrutaba de la atención de su esposo, aún así le habló sobre las ideas que tenía. —Sabes que te apoyo en lo que decidas, siempre y cuando seas feliz y no dañe a nadie más. Te amo Divar— se apoderó de los labios de su esposa, dejando claro lo ansioso que estaba.