Sofía Alcántara, una chica llena de traumas por su infancia difícil trata de lidiar con su vida diaria, sin embargo, por parte del trabajo tiene que viajar a un nuevo país, lugar donde conoce a un chico en un bar y terminan pasando la noche juntos, sin saber que se lo encontraría al día siguiente... ¡en su trabajo!
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Una propuesta difícil
"Qué bien nos vendría un abrazo que nos acomode un poco. Que nos haga ver que no estamos solos. Ni tan locos. Ni tan rotos."
-Mario Benedetti
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-🎶Feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños Sofía, feliz cumpleaños a ti🎶
Abrí mis ojos de a poquito y los froté, cuando pude abrirlos bien, miré hacia las voces que había escuchado hace un momento y entonces vi a mi mamá y a mi abuela sosteniendo un pastel con una vela con el número 9 y mirándome con una enorme sonrisa.
Me paré rápidamente y me acerqué a ellas.
-Pide un deseo, mi niña- me dijo mi abuelita
Así que cerré mis ojitos, pedí mi deseo y entonces soplé la vela.
-¡Feliz cumpleaños, mi querida nietecita! Como pasa de rápido el tiempo, por favor ya no sigas creciendo- me dijo mi abuela mientras se acercaba a mí para darme un abrazo y un beso
-Ay abuelita, eso es imposible- le respondí mientras me reía
-Feliz cumpleaños, mi niña hermosa, cada día creces más y más- me dijo ahora mi mamá, y noté que le pusieron vidriosos los ojos
-No llores mami, tengo que crecer, es parte de la vida
-Así es mi niña, tienes que crecer- respondió mi mamá mientras dejaba el pastel en el tocador y se acercaba para abrazarme
-¿Ya podemos comer el pastel, mami? - pregunté para cambiar de tema
-Sabes que primero tenemos que desayunar- me respondió mi mami mientras me tocaba la punta de la nariz con su dedo índice y soltaba una risita
-Está bien, está bien, ¿qué comeremos?
-Bueno, tu abuelita quiso preparar algo especial para ti hoy, así que vamos a la cocina para que lo veas
Nos dirigimos a la cocina y en seguida pude ver a lo que se refería mi mamá. Chilaquiles en salsa roja con huevo estrellado, mi comida favorita.
Nos sentamos en la mesa y nos dispusimos a comer mientras platicábamos de varias cosas.
Que feliz me sentí por primera vez en mucho tiempo. Podría acostumbrarme a esto.
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Un nuevo lunes, una nueva semana. Y exactamente una semana había pasado desde aquel día en el que tuve esa charla tan emocional con mi nona, y, desde entonces, mis sueños se llenaron de recuerdos felices.
Aún puedo recordar el deseo que pedí en ese cumpleaños; pedí que pudiéramos ser felices las tres. Era lo único que añoraba. Mientras los demás niños pedían juguetes y aparatos electrónicos, yo solo pedía la felicidad, tal vez si hubiera pedido una muñeca, si se habría cumplido mi deseo. Supongo que la felicidad es algo muy complicado de conseguir, inclusive para alguna deidad, si es que existe alguna.
Llegué al despacho a las 8:30 am y me dispuse a realizar varios pendientes, entre ellos, llamar al abogado del esposo de la señora Noriega, con el cual por fin nos pudimos poner de acuerdo para agendar una reunión entre ambas partes para discutir los requisitos de mi clienta y poder llegar a un acuerdo antes de firmar los papeles del divorcio. La cita quedó agendada para el día miércoles a las 2:00 pm aquí en mi oficina, por lo que, después de finalizar la llamada con el abogado, me comuniqué con la clienta para notificarle la noticia.
Después revisé mi correo y ya me había llegado la notificación para la nueva audiencia de la señora Marilyn Mendoza, así que igualmente me comuniqué con ella para notificarle que la cita sería el viernes a las 10:00 am. Sería una semana ajetreada.
Unas horas más tarde, recibí una llamada por parte del abogado Herrera, director del despacho, para ir a su oficina, así que dejé lo que estaba haciendo y me dirigí hacia esta.
Toqué la puerta y en seguida se escuchó un
-Buenas tardes, abogado, ¿para qué me necesita? - pregunté
-Buenas tardes, abogada Alcántara, siéntese por favor
Y en seguida me senté, tal como me ordenó el director.
-Bueno, el motivo de esta llamada es para ofrecerle una oportunidad de trabajo, y no sé si esté dispuesta a tomarla - me dijo, y en seguida me sentí intrigada, debió notarlo porque prosiguió hablando- verá, usted es abogada especializada en el área internacional, tanto pública como privada, y tengo un cliente, el señor Emilio Madrigal, no sé si lo recuerdas, es un cliente habitual en el área mercantil, sin embargo, la última vez que vino me dijo que necesita ayuda en Canadá, y en seguida pensé en usted, ¿qué piensa al respecto?
-Wow, en realidad esperaba cualquier cosa, menos un trabajo en el extranjero, ¿por qué no le pregunta al abogado Ruiz?, él también es del área internacional
-Lo sé, pero creo que eres una mejor candidata, además, sin querer sonar cruel o algo por el estilo, él tiene una familia que depende de él por completo, sabes a lo que me refiero, tiene esposa y dos hijos pequeños, y tú, bueno, tienes a tu abuela, pero no depende de ti precisamente, pero dejando eso de lado, creo que eres una excelente abogada y una mujer muy capaz.
-Eh, bueno, tiene razón, la cosa es que no tengo ni siquiera pasaporte, y además, ¿cuándo me tendría que ir y por cuánto tiempo?
-El señor Madrigal me dijo que se va de viaje en aproximadamente un mes, puede ser un poquito más, lo que nos permite hacer el trámite del pasaporte. En cuanto al tiempo de estancia, será aproximadamente de cuatro meses, pero se puede alargar hasta seis, dependiendo de los asuntos que tengas que tratar en su empresa.
-Creo que es una gran oportunidad, pero nunca he viajado y estar tanto tiempo lejos de casa y sin conocer a nadie me preocupa un poco
-Yo sé que es un poco aterrador una experiencia como esta, yo mismo me fui de casa a este estado para conseguir mejores oportunidades, dejé a mis padres y hermanos y llegué aquí sin conocer a nadie, y mírame ahora, he logrado grandes cosas. Ya sabes lo que dicen por ahí, el que no arriesga no gana. Pero mira, te doy tres días para pensarlo ¿sí?, consúltalo con la almohada y con tu abuela si quieres, espero tu respuesta.
Después de eso, le dije que lo pensaría, le agradecí por la oportunidad y salí de su oficina para dirigirme a la mía.
Me senté en la silla del escritorio y me quedé mirando la pantalla de la computadora. No podía creer lo que me acababa de decir el abogado Herrera, simplemente me quedé en shock, no sabía como reaccionar.
Es cierto que sería una gran oportunidad para ampliar mis horizontes, pero como le mencioné al director, me asustaba la idea de estar completamente sola en un lugar desconocido para mí, aquí por lo menos contaba con mi nona y, si bien no tenía una cercanía con mis compañeros, por lo menos sabía que si necesitaba ayuda, ellos estarían ahí para mí.
Sin duda sería una decisión difícil.
Así transcurrió el resto de la tarde, entre hacer pendientes y pensando en la charla con el director, hasta que dieron las 5:30 pm y me dispuse a salir de ahí para dirigirme a casa de doña Flor.
-Hola mi niña, pasa- saludó mi abuela al abrir la puerta
-Hola, nona, ¿qué almorzaremos el día de hoy?- pregunté mientras íbamos a la cocina
-Hoy hice bisteces a la mexicana con arroz entomatado- me respondió con una sonrisa
-Uy, que rico, abuela
-Ya te dije que no me digas abuela, niña- me dijo en seguida con el ceño fruncido
-Ya, ya abuelita, solo estoy jugando- contesté mientras soltaba una carcajada
-A mí no me da risa, suena muy feo
-Está bien, abuelita, no te enojes, sabes que me gusta molestarte- dije mientras la abrazaba
-Síguele y te empezaré a llamar Sofía
-¡No, abuelita!- solté en seguida, a lo que ella comenzó a reír
-De acuerdo, pero no me vuelvas a llamar abuela, eh
-Trato
Y así transcurrió nuestro almuerzo, con risas y anécdotas, hasta que llegó el momento de contarle la propuesta de mi jefe, aunque no sabía como empezar.
-¿Sucede algo, cielo? - preguntó mi abuela- llevas varios minutos mirando el plato vacío
-No se te escapa nada, eh- respondí con una risita
-Te conozco desde que naciste, querida, pero a ver, cuéntame que te sucede
-Pues la cosa está así, mi jefe me hizo una propuesta hoy y...
-¡Santo cielo! Dime que no es lo que estoy pensando- dojo mi abuela con cara de preocupación
-¡Nona! ¿Qué estás pensando?, no es nada indecoroso, por favor tranquila y déjame terminar
-Ah, de acuerdo- respondió soltando un suspiro
Y así fue como le conté todo, desde que me llamó para ir a su oficina hasta que salí y me dirigí a ella, todo esto mientras ella ponía cara de sorpresa en algunas ocasiones y asentía en otras. Le comenté acerca de mis preocupaciones y miedos y todo lo que pensaba al respecto.
-Bien, entiendo cada cosa que me dijiste, pero la pregunta es ¿si pudieras decir una respuesta sin pensar en tanto, que dirías?
Me miró, y nos quedamos en silencio varios minutos, en los que pasaban tantas cosas por mi mente.
-A ver, corazón, estás joven, eres muy inteligente y no hay nada que te ate aquí, sal y conoce el mundo, vive nuevas experiencias, y, entonces, podrás saber que es lo que realmente quieres. El tiempo no se detiene, y cuando te des cuenta, habrán pasado años, en los que solo te preguntarás que hubiera pasado sí hubieras tomado decisiones distintas, y no quiero eso para ti.
Se levantó de la mesa, me dio un beso y se fue a su habitación. Yo, por otra parte, me quedé ahí sentada, pensando en las palabras de mi nona, hasta que miré la hora y noté que ya eran pasadas las 8 pm, supongo que dormiré aquí esta noche.
Fui al cuarto de mi abuela y me recosté junto a ella, me acarició el cabello un buen rato hasta que me quedé dormida sin darme cuenta, dándole paso a otro sueño maravilloso.
