Nicolle Harrington es una chica recatada y conservadora, sumisa y dócil, o al menos para los hombres de su familia, quienes la tienen en una burbuja, pero fuera de casa es la espía más joven, despiadada y preparada de su organización. Es novia de un coronel llamado Massimo Moretti hace dos años y su amor no puede ser más bonito y perfecto; claro, él solo conoce su parte dulce y tierna.
Una enemiga de su madre regresará para cobrarse con ella mediante una traición que la aleja de su familia tras su supuesta muerte en frente de todos ellos.
Nicolle queda sin memoria durante dos años, sintiéndose perdida, y es encerrada como un animal en un infierno con recuerdos falsos, hasta que conoce a su nuevo amor, un mafioso, Aaron Rizzoli, que la ama como realmente ella es y no ese personaje que supo interpretar.
Su dilema será cuando recupere la memoria y deba elegir a uno de ellos; qué hará la pequeña Nicolle: se quedará con el amor bonito de Alessandro o elegirá la adrenalina de Aaron.
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Nueva misión
En la elite de espías de la sede mundial para casos de alto impacto se encuentra la coronel más joven de la sede italiana a las afueras de un edificio baldío con su equipo dándole las órdenes para poder atrapar a un poderoso mafioso mexicano. Este hombre es un capo de temer, despiadado, mañoso y capaz de destrozar a cualquiera. No tiene partes blandas como familia; él mismo asesinó a su esposa por haberle reclamado que estaba con una amante.
Es un completo desgraciado, sádico y disfruta matando y asesinando.
Nicolle está infiltrada, tiene muy poca ropa, está disfrazada de prostituta; varios hombres la tienen en la mira, pero ella solo sonríe visualizando y estudiando todo lo que puede.
El desgraciado también trafica con personas; esta vez son mujeres y hombres, y no solo eso los lleva a un lugar donde son prostitutas, y otros simplemente son utilizados como perros de peleas en una gran jaula. El lugar se llama El Tártaro y es el mismo lugar que mencionó el irlandés antes de morir.
—Todos a sus puestos —dice mientras abraza con fuerza y besa el cuello de León, quien es supuestamente un mafioso poderoso que está mirando la mercancía.
Traen un cargamento de mujeres y son lanzadas al suelo también. Hay cuatro hombres fornidos que están como dopados y son lanzados también.
—Ellos serían perfectos para el Tártaro, unos para la jaula y otros para venta —dice un ruso y un irlandés lo apoya.
—Cuántas son vírgenes —pregunta el mexicano.
—Cada vez están más putas estas nenas, solo tres, las de diecisiete y la de 19; las demás son unas zorras —dice molesto uno de los traficantes.
—Está bien, voy a quererlos todos; si no sirven para abrir las piernas, servirán para matar personas —se ríe el mexicano y Nicolle besa el cuello de león de nuevo para esta vez dar la voz de ataque.
—Ahora —el infierno comienza. Las balas vuelan sin parar y Nicolle asesina a varios. Le dispara en el cuello a un ruso y un irlandés se lanza encima de ella y le quita la pequeña pistola que le sacó del saco a León.
El hombre le toma las manos que sujetan el arma y las golpea contra el suelo; ella levanta su rodilla y le da en sus testículos haciendo que la suelte un tiro certero, que ahora dibuja su frente y corre en tacones de diez centímetros hacia donde corrió el mexicano, pero este es protegido por unos cinco hombres que le disparan haciendo que Nicolle gire en el suelo y se cubra para poder acabar con ellos…
—Estoy por la parte de atrás. Vengan rápido o se escapará el mexicano. — Espeta por el intercomunicador y se levanta detrás de un árbol; asesina a dos y corre hacia otro árbol; otro desgraciado cae cuando ella dispara y quedan dos.
Unas hélices hacen ruido y la hacen mirar hacia arriba. El mexicano se está riendo, la mira y le saca el dedo medio, la apunta con su dedo y luego se pasa el mismo en forma horizontal por su cuello en señal de que la matará.
—Maldición —Grita. Se asoma por el árbol para dispararle a los otros, pero estos se quitan la vida disparándose en la cabeza.
—Mierda, mierda y mil veces mierda —Los demás llegan y ella se acerca a los bastardos, ya están muertos, no hay nada que hacer, esto a ella no le gusta nada; debe ser algo muy grande como para quitarse la vida con tal de no dar información; así será esa gente peligrosa.
Nicolle tiene una peluca roja y los ojos son de color verde, pero igual teme que la haya fichado y no por ella sino por su familia.
—Coronel, ya las víctimas están a salvo, pero ninguno de los bastardos quedó con vida —informa Víbora.
—No importa, no siempre se gana, aunque a ese maldito lo encuentro porque lo encuentro —murmura molesta.
—Ahora te vio sombra y eso es peligroso —dice Halcón y ella lo ignora.
Las víctimas son llevadas a casa y ella se encierra en su oficina donde maldice. Le da asco esa gente y lo que hace. Ni los que venden armas y drogas le molestan tanto como los tratantes de personas.
Las armas y las drogas son una decisión de las personas de comprarlas, pero esas personas no eligen; no pueden hacerlo; su destino es ser mercancía y ahora sabe que hasta son tratadas como bestias.
Saca su teléfono y llama a su novio; eso es lo único que puede calmarla ahora; dos repiques y él toma la llamada.
—Dime, princesa, me estaba duchando y no escuché que llamaste mucho —le contesta Massimo y ella se ríe.
—No, mi príncipe, solo dos repiques, que haces, te extraño —dice con la voz dulce que usa con él.
—Como te dije, me estaba duchando; estás distraída, ¿qué ocurre? Te escucho tristeza en la voz, o son ideas mías —indaga él.
—Es solo que vi una película de gente muy mala que secuestra mujeres y son muy crueles —miente sin poder contarle toda la verdad.
—Mi angelito No mires esas cosas. Sí, aunque en este mundo hay mucha maldad, tienes a tu héroe que te proteja, por eso está así —Nicolle suspira tras escucharlo.
—Sí, mi príncipe, me da rabia pensar lo que sufren esas personas y sus familias —la voz se le rompe un poco, ya que esa situación la colma más. No llora; sus lágrimas no son para otros.
—Mi chiquita solo es una película, en la vida real eso no sucede, cálmate, sí, las personas secuestran por dinero y las devuelven, te lo aseguro —él le miente sin saber que ella sabe la realidad de todo, pero lo hace para protegerla.
—Si no te sientes segura, regresa mi amor, hazlo, por favor, te necesito aquí para saber que estás bien —le dice Massimo y ella suspira de nuevo.
—Pronto regresaré porque saldremos a una gira de dos meses, así que me tendrás tres meses para ti solito —dice Nicolle y él suspira pesado.
—Prométeme que será la última vez que te irás; nos vamos a casar en unos meses y no quiero que sigas, al menos no por un tiempo, por favor, pequeña —insiste Massimo y ella no sabe cómo hacer eso; no puede dejar a la elite; tal vez le diga la verdad, pero si la odia, la cabeza de Nicolle es un caos.
—Lo que mi príncipe quiere —le dice para calmarlo y tocan su puerta.
—Debo irme, bebe; mis profesoras me llaman: te amo —corta la llamada y da el pase para que entren.