El Reinado De Juliette

Al terminar la cena, Juliette y Emir arroparon a los niños. Exhaustos se sentaron en la sala.

— Esa niña si que es difícil — Suspiró Juliette.

— Admito que es algo complicada de tratar a veces, pero es una buena chica — Contestó Emir mientras le ofrecía agua.

— ¡Oh, Muchas Gracias! — La albina tomó el agua, estaba sedienta.

— Juliette…

— ¿Si, qué pasa? — Sorio la joven.

— Realmente no estás bien ¿verdad? — Se entristeció Emir mirando a los ojos a la joven.

— Juliette se quedó atónita — Yo… estoy bi… — No pudo terminar de hablar, al mirar a los ojos del joven las lágrimas comenzaron a salir, no podía mentirle.

— No necesitas aparentar ser fuerte cuando estás conmigo.

— Juliette abrazo fuertemente a Emir — Yo… Es que yo…

— No te esfuerces, no tienes que decírmelo si no puedes — Sonrió el joven mientras le acariciaba suavemente la cabeza.

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Juliette se calmó. Y estaba dispuesta a contarle a Emir lo que pasaba por su cabeza. Pero fueron interrumpidos por Cyrus.

– Así que ahora son Padres jóvenes — Bromeó sonriente Cyrus.

Ambos se apresuraron a negarlo, diciendo que ninguno de los niños eran suyos sino de Amanda.

— Uy que serios. Por cierto Emir vigila a mi hermana, ya ha puesto sus ojos en un chico nuevo no vaya a ser que se te vaya — Bromeo Cyrus, refiriéndose a Juliette como su hermana, pues se criaron juntos.

— Pero qué dices, Emir y yo somos mejores amigos. ¿Porque tendría que importarle que me interese un chico? No por eso vamos a dejar de ser amigos ¿verdad? — Contestó la joven dándole un golpecito a Emir.

Cyrus iba a seguir molestandolos pero al ver la expresión de el joven prefirió dejarlos tranquilos.

— Cyrus ¿Aún no tomaste tu medicina? — Pregunto la albina .

— Ya la he tomado ¿Por que?

— Tus ojos son de un color rojo.

— Si, la medicina no está haciendo el efecto que hacía antes. Pero son solo mis ojos por lo que no importa.

— Si tu lo dices — Sonrió levemente Albina.

— ¿Qué vas a hacer ahora que estás de baja? — Pregunto el azabache.

— No lo se bien, Emir quiere que descanse pero me es difícil quedarme en cama, además tengo que cuidar de Liam y Elliot.

— Claro.

— Ya es tarde, me tengo que ir — Contestó Emir para finalmente salir de la habitación.

— Nosotros también deberíamos ir a dormir — Le propuso la joven.

Ambos se fueron a casa, y se acostaron a dormir en sus correspondientes cuartos.

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— ¡Juliette, cariño, despierta! – Sonrió alegremente una mujer.

— Mamá hace frío, déjame dormir un poco más — Se quejó la albina.

— ¡Hoy es tu cumpleaños, vamos a celebrarlo! ¡Levanta! — Insistió sonriente la mujer.

— ¡Es cierto! — La albina se sentó de repente en la cama. Con una gran sonrisa en su rostro.

— ¡¿De dónde salió tanta energía?! — Se alegró la Madre.

— Je Je Je — La niña solo rió.

Ya bien despierta, la niña y su madre se sentaron en la sala. La mayor le dio una pequeña caja a Juliette.

— ¡¿Qué es, que es?! — Se emocionó al ver el regalo.

— Si quieres saber, ¿por qué no lo abres? — Dijo sonriente.

Juliette abrió rápidamente el obsequio, y sus ojos brillaron al igual que el regalo. Era un hermoso collar con una pequeña y brillante gema violeta.

— ¡Wow, es igual que tus ojos Mami!

— También como los tuyos cariño. ¿Te gustó?

— ¡Me encanta! Ayúdame a ponerlo, por favor. — Le pidió muy emocionada y la madre se lo concedió.

— ¡Listo! ¡Te queda muy bien! Recuerda, no es un simple collar porque (…) — La mujer siguió hablando pero Juliette no prestó mucha atención a lo último.

— ¿De verdad? — Sonrió la niña.

— ¿Qué quieres comer hoy? — Preguntó la mujer, dispuesta a escuchar y cumplir cualquier deseo de su hija.

— Mmm… ¿Puede ser una tarta de manzana?

— Claro, ¿por qué no?

— ¿Puedo ir a recogerlas del árbol que está cerca?

— ¿No prefieres que lo haga yo?

— ¡Nop, yo puedo sola! — Sonrió orgullosa.

— Ja ja ja. Esta bien puedes ir pero de cualquier modo ten cuidado.

— ¡Sip, jefa! — Juliette tomó una canastita y salió rápidamente en busca de sus manzanas.

Unos cuantos minutos después de haber terminado de recoger las manzanas, se fue un poco más lejos en busca de otra fruta que a su madre le gustaba mucho. Finalmente se dirigió hacia la casa muy emocionada.

— “¡Mamá se pondrá contenta cuando vea que le conseguí muchas frutillas!” — Pensó sonriente.

Juliette se detuvo a mirar el cielo por un momento. Parecía que iba a llover en cualquier momento, así que se apresuró a llegar a casa. Al estar afuera noto que había un carruaje estacionado cerca de su casa. “Mamá estará muy sorprendida” pensó al abrir la puerta. Pero la que se llevó la sorpresa fue ella dejando caer todas las frutas al suelo.

— ¡Qué hacen con mi Mamá! — Se preocupó, al ver que tenían rodeada a su madre con guardias amenazándole con sus espadas, impidiendo que ésta pudiese moverse.

— Juliette, no te preocupes Mamá está bien — Sonrió con la intención de que esto tranquilizara a la niña, lo cual no consiguió.

— ¡Mamá! — Juliette corrió rápidamente hacia su madre y la abrazo, ni siquiera pensó en lo que podrían haberles hecho a ambas por eso.

— ¡Juliette! — La madre la abrazó fuertemente.

— Así que la niña ya creció — Dijo una mujer que parecía tener la misma edad que su madre, se veía muy elegante.

— Victoria, te suplico que no le hagas nada a Juliette. Ella no tiene nada que ver.

— ¡Ha! Bien, no le tocaré ni un pelo.

— ¿Me permites despedirme de ella, es su cumpleaños?

— Hoy estás muy codiciosa, ¿eh?

— Por favor, tú también tienes un hijo, trata de comprenderme — Insistió con una dulce sonrisa, que a pesar de la situación en la que se encontraba se notaba totalmente sincera.

— Tks, esta bien pero si intentas algo tu y tu hija la van a pagar caro — Se retiró junto con el resto de guardias, dejándolas solas.

— ¿Mami, qué está pasando? ¿Quienes eran esas personas? — Preguntó angustiada la niña.

— Juliette, cariño mío, no tenemos mucho tiempo así que escúchame ¿si? — Dijo mientras se paraba para buscar algo en uno de los cajones.

— Mamá necesita que hagas algo por ella, lo vas a hacer ¿verdad?

— Si, Mami, haré lo que tu me pidas — Asintió tratando de contener las lágrimas.